Capítulo 07

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Alice



Una de las cosas que más me gusta aparte de estar en casa de mis padres, son los desayunos de mamá o tal vez es que yo nunca tengo tiempo para hacerme uno decente.

Estuve la mitad de la noche avanzando con proyectos de la Universidad y la otra mitad pensando mucho, pensando en toda esta semana y en mi auto que es el desencadenante de la situación, pensé en Lily y la tienda, pero sobre todo pensé en Flinn.

No tenía ningún motivo razonable para pensar en él pero mi cerebro se empeñaba en que eran muy buenos pensamientos. Me hizo detallar sus dedos y ojos marrones a la perfección, sus ojos tienen el color de mi café favorito de todos los días y tal vez por eso no creí que eran un par cualquiera. Siendo sincera no recuerdo mucho su rostro, pero su pelo daba la impresión de que fue rubio de niño pero con el tiempo se oscureció y se ve increíblemente agradable al tacto, sus cejas son gruesas y pobladas según lo que recuerdo. A pesar de que lo tuve a menos de 2 metros precisamente en dos ocasiones sigo viendo su rostro borroso en mi mente, pero su magnetismo en la mirada y la forma de entender y comunicarse sin hablar, eso lo tengo muy claro, no necesito siquiera esforzarme por recordarlo.

La verdad es que en cierto punto no era mi tipo pero eso no hacía que fuera menos hermoso a su manera, aunque no pareciera peinarse, ni combinar su ropa y mucho menos socializar sin tartamudear, no he hablado con él directamente pero tiene toda la pinta de que es así. Todas esas cosas me recuerdan que todavía somos humanos por mucho que intentemos ser perfectos y todos iguales, Flinn rompía el sistema y lo gracioso es que no parecía saberlo.

En ocasiones lo admiraba por eso, quisiera ser así de relajada aveces, tal vez lo soy pero es a causa del estrés que me agobia hasta el punto de no permitirme hacer nada. Es como si el estrés me arrastrara por obligación a soltar lo que sea que esté haciendo y descansar, pero mi mente aún me estaría gritando que tengo que moverme y hacer algo productivo.

Pero estoy agradecida de estar hoy aquí, con las personas que más quiero en el mundo para olvidarme al menos unas cuantas veces al año de todo lo que tengo encima. Creo que ellos saben todo el esfuerzo que hago todos los días para que estén orgullosos de mí y por eso no me sorprende que en todas mis visitas intenten sacarme de mis pensamientos.

-Cariño llevas más de veinte minutos mirando la pantalla del ordenador sin escribir nada, tómate un respiro.

Las ásperas manos del gran Señor Benjamin recorren mi espalda hasta detenerse en mi hombro con un pequeño apretón.

-Papá esto es importante, necesito terminarlo para el martes y todavía falta que Lily me entregue ese maldito dibujo.

-¿Qué te digo siempre Alice?- me miró desde una altura bastante impresionante, si no fuera porque estoy sentada creería que mide dos metros-

-"Mientras más te enfades por algo que sí tiene solución, más tiempo vas a tardar en hallarla"

-Exactamente y una mente cansada dudo mucho que te proporcione esas soluciones que esperas.

-¿Qué propones que haga entonces?- le lancé una mirada divertida para no preocuparlo a pesar de que mi mente seguía en el ordenador-

-Ver el fútbol conmigo, pero sin quejarte. Anda vamos.

Me levanté a regañadientes y lo seguí a la sala, justo en ese instante la puerta principal se abrió y mi hermana pasó por todo el pasillo lanzándome una mirada que no pude identificar si era de asco o de cansancio.

-Bianca ayer no pude verte, cuando llegué no estabas.

Detuvo sus pasos en las escaleras al escuchar mis palabras que parecían tener vida propia y me miró por encima del pasamanos de malas maneras.

-Si bueno, ese era el punto.

Y así sin más siguió su camino a su habitación la cual cerró de un fuerte portazo. No voy a negar que muchas veces el que Bianca me tratara así me rompía un poquito más el corazón ya que a pesar de todo es mi hermana y la he visto crecer, o al menos, he visto lo que me ha dejado. Pero tampoco puedo estar buscando las razones de sus tratos hacia mi cuando yo siempre intenté que fueramos las mejores amigas y ella nunca quiso.

Miré a mi padre que se quedó mirando el lugar por el que desapareció mi hermana, sus ojos reflejaban decepción y tristeza, por mucho que me doliera que la viera así, se lo había buscado ella solita. Sus ojos volvieron a mi y esta vez reconocí lástima, lástima hacia mí que intentó disfrazar con una sonrisa triste.

Me senté junto a él mientras me abrazaba con sus enormes brazos y mirabamos el partido, que por cierto fue muy aburrido y tediosamente largo. Al final hizo que mi mente se despejara y lograra escribir eso que tanto tiempo me mantuvo frente a la pantalla con el documento vacío.

No pude aguantar mucho tiempo encerrada mientras las calles en las que me crié me llamaban a recorrerlas, como solían pedírmelo siempre que volvía a la cuidad y yo siempre las obedecía sabiamente. No es por presumir de mi grandiosa infancia o al menos parte de ella pero casi todos los vecinos a la redonda me conocían y algunos me adoraban.

Haría mi paseo habitual si mi coche no estuviera ausente, pasaría por la casa de los Miller's como primera parada, luego vendría la casa de Hunter quien fue mi mejor amigo de la infancia, como tercera parada recorrería la plaza del centro y por último llegaría al mirador que se encuentra en la salida de la cuidad.

Supongo que esta vez solo serán los Miller's y Hunter.

El jardín de la señora Miller's y su maravilloso esposo con el cual ya tenía 50 años de matrimonio se veía hermoso, su verde infinito seguía intacto al igual que sus arbustos y flores. La pareja parecía haber envejecido desde la última vez que los visité, ella seguía igual de dulce y él aún más enamorado de ella, me encantaba tomarlo por sorpresa mientras la miraba a escondidas con una sonrisa en los labios y que luego me guiñase el ojo al ser atrapado para que el secreto siguiera intacto. Por mi parte nada saldría de mi boca y estaba feliz de que ese fuera el mejor secreto que alguna vez he tenido que guardar.

La señora Miller's me ha traído sus exquisitas galletas de vainilla y me tuvo un buen rato en su cocina mientras me contaba las nuevas travesuras de sus nietos junto con la buena noticia de que tendrá un nuevo nieto dentro de poco. El señor Miller's fue más práctico y me habló de la nueva familia que se mudó al lado, de los más pequeños integrantes de esa familia y lo molestos que han llegado a ser tocando su puerta cada dos por tres por una pelota, dijo que les molesta pero en sus ojos llegué a encontrar todo lo contrario.

-Esos niños malcriados son como tú a esa edad, preguntones, irritantes y siempre interrumpiendo mis siestas- me miró de reojo pero con una sonrisa en sus labios- Siempre fuiste una niña alegre con la cara llena de tierra y polvo, me provocaba ganas de meter tu cara bajo el grifo.

Mi visita fue a parar a la acera de enfrente, a la casa de Hunter, pero me llevé con la sorpresa de que se había ido ayer. Sin nada que hacer le pedí el auto a mi padre y conduje a las afueras de la cuidad, directo al mirador que en el instituto era un lugar muy popular, aquí venían a tomar alcohol, ligar o compartir saliva entre ellos. Yo venía con mis amigas y no voy a negar que también me tomaba uno o dos vasos de lo que sea que mezclaran en ese ponche, pero mayormente venía a estar con ellas y lejos de mi hermana.

Lo que antes era considerado el mejor lugar lejos de adultos, la ley y sus responsabilidades, ahora se ha convertido en un lugar aburrido y abandonado. A mi parecer lo prefería así en silencio, el cielo era más grande y las estrellas brillaban más fuertes. Me subí al capó del auto, cosa que le daría un infarto a mi querido padre, me acosté en este y miré las estrellas hasta que mi mente se quedó en silencio.

O al menos se quedó en silencio todo lo que pudo, me invadió el recuerdo de mi café favorito de todos los días y no el café en sí, no su sabor, ni su olor, sino que su color. Ese color que mi cerebro ya no podría olvidar nunca y no precisamente por reconocerlo todos los días, se debe a que lo empezó a reconocer la semana pasada y no hace meses como debería, al menos se que el culpable es él.

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