Mis lineas

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Siempre había un libro abierto en su mesita de noche. Las páginas, amarillentas por el paso del tiempo o nítidas y frescas de una reciente compra, eran su refugio. En ellas encontraba mundos infinitos, amores imposibles y aventuras emocionantes. Cada palabra era una pincelada en el lienzo de su imaginación, y cada historia, un viaje a través de las emociones humanas.
Recordaba con cariño la primera vez que se perdió entre las páginas de un libro. Era una niña pequeña, acurrucada en un rincón de su habitación, con una linterna en una mano y un cuento de hadas en la otra. Los dragones, las princesas y los bosques encantados la transportaban a un lugar mágico donde todo era posible.
A medida que crecía, sus lecturas se volvieron más complejas, pero su pasión por los libros nunca disminuyó. Descubrió la poesía, que la hacía sentir viva y conectada con el universo; las novelas históricas, que la sumergían en épocas pasadas y le permitían conocer otras culturas; y la ciencia ficción, que la invitaba a soñar con futuros imposibles.
Cada libro era un amigo que la acompañaba en los momentos buenos y malos. En las páginas encontraba consuelo, inspiración y conocimiento. La literatura se convirtió en su gran amor, en su refugio y en su mayor fuente de felicidad.

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