trauma craneoencefálico.

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Martin:

Me desperté debido a un fuerte dolor de cabeza. Y fue unos pocos segundos después cuando descubrí que estaba en una cama que no era la mía. La luz blanca y fría fluorescente, me cegó por un momento y entonces me di cuenta. Estaba en la cama de un hospital.

Parpadeé, tratando de recordar porque estaba ahí y qué había pasado. Y en un abrir y cerrar de ojos, todo volvió de golpe: Juanjo, la ambulancia, el hospital, Hugo.

Me incorporé rápidamente, mi corazón latiendo descontroladamente. Otra vez la ansiedad. En ese momento una enfermera entró en mi habitación, notando toda mi agitación.

- Tranquilo. Estás en el hospital. Te has desmayado antes por un shock y un ataque de ansiedad, pero ya estás bien. – dijo calmadamente. – Sobre tu novio todavía no sé nada, sólo sé que está en UCI, y que los médicos están intentando hacer todo lo posible. Ahora, túmbate que te voy a hacer una revisión, y después, ya podrás pasar a la sala de espera hasta que te den noticias de tu novio. – terminó diciendo.

Asentí, todavía aturdido mientras sentía una mezcla de miedo y desesperación. Quería salir corriendo de allí, buscar a Juanjo, decirle que todo está bien, que no le voy a dejar solo ni un minuto y que espero que él no me deje solo a mí, pero no podía. No podía salir corriendo.

Después de unos largos minutos en los cuales la enfermera estuvo chequeándome y haciéndome preguntas sobre la ansiedad que sentía a menudo, me dejó solo en la habitación.

Apenas salió por la puerta, me hundí en la almohada, tratando de procesar todo. No podía controlar todas las lágrimas que salían de mis ojos en esos momentos. ¿Cómo había sido capaz de hacer eso? Estaba loco, mi ex pareja estaba completamente loco.

Y esto, no se iba a quedar así.

Después de unos minutos, la enfermera volvió a entrar a mi habitación para darme el alta. Me levanté de aquella cama y le di las gracias por haber estado pendiente de mí, a lo que ella me dedicó una gran sonrisa.

Caminé hacia la sala de espera, donde la tensión era más que palpable. La incertidumbre sobre el estado de Juanjo me estaba matando por dentro. Necesitaba saber como estaba.

Me senté en una de las sillas de plástico, mirando fijamente al suelo. Los recuerdos de lo que había pasado seguían invadiendo mi mente: Hugo, el coche, el impacto. Rápidamente cerré los ojos y respiré profundamente, tratando de calmarme, pero nuevas lágrimas se asomaron. 

No tenía batería en el móvil por lo que no pude llamar ni siquiera a Jorge. Estaba solo en aquel hospital, mientras el chico del que me estaba enamorando, luchaba por su vida en aquella cirugía.

Así pasaron las siguientes horas, hasta que se hizo de noche y decidí salir de aquella sala a tomar aire.

Me apoyé en la pared después de pedirle un cigarro a una señora que pasaba por allí. Cada calada parecía liberar una pequeña fracción del dolor y la ansiedad en la que me estaba ahogando.

Los recuerdos del festival y de los momentos que había compartido con Juanjo esa mañana, eran ahora un contraste cruel con la realidad que enfrentaba.

Me sentía atrapado entre el pasado reciente y la angustia del presente. El baño, el cigarro, la habitación del hotel. Todo eso parecía tan lejano en comparación con la desesperación que sentía ahora.

Me encogí de hombros, tratando de calmarme, pero el frío de la noche, y el miedo persistente por saber cómo estaba mi chico, seguían siendo abrumadores. El cigarro se consumía lentamente en mis manos, y mientras lo apagaba, sentí una mano en mi hombro.

¿Dónde has estado todo este tiempo? - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora