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Supongo hoy somos más tropiezo que camino.

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El despertador hace eco en mi cabeza. Cansada me siento en la cama y froto mis ojos, que están casi pegados entre mis parpados.

Giro la cabeza hacia el pequeño ropero y veo mi ropa lista y bien planchada. Tomo un respiro agotador y la cabeza me palpita, me levanto con la certeza de lo que viene a continuación.

Después de vestirme camino a la habitación de mi hermana y abro la puerta.

Al entrar, la veo aun durmiendo. Me acerco a ella y la sacudo con delicadeza para intentar despertarla.

—Despierta, Leila... —le digo arrastrando un poco las palabras. Abre los ojos lentamente y me mira sonriente, para luego fruncir el ceño e incorporarse sin ganas.

—¿Ya es hora? —dice ella mientras intenta despertarse.

—Sí cariño, a levantarse. Hoy tenemos escuela e insti.

La pequeña comienza a bostezar mientras se levanta de la cama y estira los brazos.

—¿De verdad necesitamos levantarnos tan temprano? —pregunta ella con una sonrisa. Río ligeramente ante su comentario. —Sé que no es fácil. Pero sí, lamentablemente necesitamos levantarnos pronto para llegar a tiempo.

Con ella ya despierta, nos vamos juntas al baño.

—Vamos, Leila. A prepararnos —le indico. Ella camina a mi lado, aún medio dormida.

Mientras ella se termina de preparar, voy a la cocina para empezar a hacer el desayuno. Reviso la alacena y decido preparar algo rápido y ligero. Tomo unos huevos y empiezo a cocinar en una sartén.

A medida que cocino, escucho pasos acercándose. Giro y veo a mi hermana caminando hacia mí, con aspecto aún somnoliento.

—¿Ya está el desayuno? —me pregunta mientras se recuesta en la encimera.

Riendo ligeramente, ladee la sartén con el omelette para voltearlo.

—Nada más estoy sellando. En un minuto está listo. —Paso un brazo por encima de ella y le beso la cabeza.

La observo de reojo y noto que todavía viste con el pijama.

—Cambia tu pijama, Leila. Te serviré el desayuno cuando te hayas cambiado —digo con un tono ligeramente desaprobatorio.

—Sí, sí... ya voy —responde ella con un bostezo mientras se aleja de mí para volver a su habitación. Mientras ella se va, me apresuro a preparar la mesa y pongo los platos junto con unas tostadas.

Al cabo de unos minutos, escucho pasos acercándose nuevamente. Giro y veo a mi hermana, ahora vestida con su uniforme de colegio y un moño en el pelo medio chueco. 

—Ya estoy lista —dice con una sonrisa mientras se acerca.

Ella toma un asiento junto a la mesa y sirvo un plato para ella.

La pequeña responde con un gracias y empieza a comer con cuidado, pero con hambre. Yo me acerco también y me siento a su lado, sirviéndome también.

—No comas tan rápido. Te harás daño —le advierto suavemente.

Le sonrío ligeramente y empiezo a comer también, con más calma que ella.

A medida que comemos juntas, Lei parece animarse cada vez más. Sus ojos estaban más abiertos mientras disfruta de su desayuno.

Mientras continúa comiendo, reviso mi celular y noto que es hora de comenzar a prepararse para el colegio. —Cuando termines de desayunar necesito que te cepilles los dientes —le indico con calma.

Desafiando la soledad | Riley AndersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora