Desafiando la soledad | Riley Anderson

5

La habitación estaba decorada con un esquema de colores pastel, y en las paredes se mostraban recortes de animales. Habían muebles archivadores ligeramente gastados situados a los costados del lugar. Estaba repleto de documentos y archivos, estos bastantes desordenados desbordandose de sus cajones, incluso, dispersados por el suelo.

En el centro, tras un gran escritorio abarrotado de papeles, una sonrisa amistosa me recibió.

—Bienvenida, toma asiento, por favor. —dijo, indicando la silla frente suya.

Fui consciente de todo el peso que había estado acumulando desde el día anterior cuando finalmente me senté. Con un gesto leve, cruzando las piernas.

—Agradezco su tiempo. —exprese con educación.

Una pequeña sonrisa surgio en los labios de la psicologa, mientras asentia con un gesto irritante, y tomaba algunas notas en su cuaderno.

Wow, eso fue rápido.

—De nada, estoy aquí para ayudarte. Sé que necesitabas esta cita lo antes posible —responde y no puedo evitar hacer una mueca. — ¿Te sientes cómoda empezando ahora?

No.

—Sí, estoy lista para empezar.

La psicóloga asiente nuevamente, preparando su cuaderno y bolígrafo para tomar notas. Parece darse cuenta de mi tensión, pero no la veo perturbada por ello.

—Bien, entonces. Sé que hemos hablado un poco en otras ocasiones, pero ahora tenemos más tiempo para entrar en profundidad —toma una pausa. — Quiero empezar por cómo se ha desarrollado tu última semana, si no te importa.

¿Como explico esto? ¿Sin saber exactamento que es el "esto" al cual me refiero?

—No ha pasado mucho. 

La psicóloga asiente comprensiva y se inclina ligeramente hacia adelante.

—Solo empieza por lo que quieras y vayamos viendo —dice ella con calma, como si hubiera leido mi mente. —No hay prisa, todo lo que me digas es confidencial y solo está aquí para ayudarte a procesar lo que sientes.

Si. Si.

....

¿Por que vine aqui?

Ah cierto, me pillaron fumando.

—Estoy bien, supongo, las cosas están bien.

Un silencio se instala por un momento en la habitación, mientras presta atención a mis movimientos y expresión...

Su mirada se mantiene firme, observándome cuidadosamente, a la espera de que rompa el silencio entre nosotras.

—¿Podrías contarme cómo es la relación con tus padres? Sé qué pasaste por un período difícil el año pasado, así que me interesa saber cómo has manejado la situación desde entonces.

Ya me estoy arrepintiendo.

Respiro hondo y me reclino ligeramente en la silla, con la mirada baja. Respondo, aunque a regañadientes.

—Mi familia está bien. —suelto más agresiva de lo que pretendía. —Todo está bien.

—Muy bien. Entiendo que la situación familiar es un tema delicado en este momento, así que —puedo ver que saca otra hoja de su pila y empieza a escribir de nuevo, apoyandose en su cuaderno— pasemos a algo diferente.

Mi vista recorrió la oficina y se detuvo en una pequeña mesa cafe ubicada al costado de uno de los archivadores. Apilados uno encima del otro, había algunos libros y revistas desperdigados en su superficie.