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Puse las flores en agua, vacié el cenicero ahogado. Y ella me dijo que le gustaba.

• • •

Me encontraba en el silencio y la penumbra de mi habitación, con el teléfono firmemente aferrado en mi mano.

En medio de la calma nocturna, comencé a repasar mis contactos, buscando ese nombre específico.

Y cuando finalmente marqué el número, me senté en el borde de la cama.

El tono del teléfono sonaba de fondo, haciendo eco en las paredes, cada latido se sentía como un golpe contra el pecho, acompañándolo, mientras yo esperaba impaciente a que ella contestara.

Después de unos momentos, el sonido de la espera cesó repentinamente cuando ella finalmente contestó la llamada.

—Hola, ¿Val? —trate de disimular el nerviosismo en mi voz— Necesito decirte algo importante.

Escuché un suspiro seguido de un bostezo al otro lado de la línea. El pulso se me aceleraba como si mi corazón estuviera tratando de escapar de su encierro y expresar el torrente de emociones que lo llenaban en ese momento.

Estaba claro que la había despertado, sin embargo, su voz sonó a medio camino entre la diversión y el sueño.

—Creo que no esperaba una llamada a esta hora de la noche —respondió Val, con un tono medio divertido. —¿Qué te tiene despierta?

Hice una pausa para tomar una profunda respiración, intentando ordenar los pensamientos que se arremolinaban en mi cabeza. El corazón se me estrujaba y sentía el estómago revuelto mientras buscaba las palabras para responder.

—He estado pensando mucho últimamente -comencé— Especialmente en el equipo.

Al otro lado de la línea pude escuchar un estruendo.

—¿Val?

Rápidamente ella habló de nuevo.

—¿En serio? —preguntó ella, con genuina sorpresa en su voz— Pense que necesitabas un tiempo.

No pude evitar sentir la culpa instalarse.

O evitar recordar esas noches de insomnio.

—¿Quieres volver al equipo? No quiero que te sientas presionada.

Escuché el tono preocupado de Val a través del teléfono, que casi me hizo dudar, pero ya estaba segura de mi decisión.

—Estoy segura —afirme intentando mantener la decisión en mis palabras— Necesito esto, necesito seguir adelante.

Hubo un momento de silencio del otro lado de la línea, mientras Val masticaba mis palabras. Podía imaginármela procesando la información en silencio, como era su naturaleza.

Luego de unos segundos ella respondió.

—Entiendo... y te apoyaré en lo que decidas —dijo, con un ligero suspiro— Solo quiero que estés segura de esta decisión. No quiero que te lastimes de nuevo.

Sus palabras significaban mucho para mí, pero... la culpa me picaba en todas partes.

Sabía que la preocupación de Val era genuina, pero no la necesitaba.

No lo merecía.

—Lo estoy —dije contuviendo el nerviosismo que se filtraba en mi voz— Tengo que superar mis miedos y volver al equipo.

Desafiando la soledad | Riley AndersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora