Capitulo 3, Parte 1

80 3 0
                                    

Lee. Me gusta. Comenta. Gana: teedun.com/espanol

DE HECHO, TARDARON SEIS DÍAS de agonía en llegar a Lineaus, la estación de paso en las afueras de la capital. Sandrin estaba asentada en una brillante bahía del mismo nombre. Era una ciudad portuaria resplandeciente guardada por los Señores de las Islas Vendavales.

Mientras caminaban por la ciudad, lady Serena iba señalando los lugares a los que podían ir para lo que llamó la "emergencia de vestuario" de Ciardis.

—En ese edificio de ahí —señaló una estructura roja con hermosos cristales con incrustaciones que había a su derecha— está el lugar que tiene la mejor arcilla facial a este lado del Bosque Ameles.

Ciardis miró la tienda al pasar.

—Y en esa tienda de vestidos —dijo Serena— compraremos algunas prendas para que puedas vestir como es debido para presentarte ante el Consejo del Gremio. No puedes parecer una granujilla, ¿verdad?

Ciardis tiró con nerviosismo de la pesada falda marrón que llevaba. Era cierto que su ropa era bastante andrajosa y fea. Pero dijo en voz alta lo que le preocupaba.

—Mi señora, no tengo monedas para esas cosas.

—Oh, cielos, querida —repuso Serena—. Ya lo sé. Y como yo respaldo esta iniciativa, te proporcionaré albergue y atuendo. Al menos hasta que te examine el Gremio de Compañeros para ver si puedes ser entrenada.

En las horas siguientes, Ciardis se dejó pinchar y tomar medidas. Cuando Serena le preguntó si su ropa interior era de lino o de seda, la chica la miró como un ciervo que estuviera delante de un farol brillante en un bosque oscuro. No quiso contestar porque no llevaba más ropa interior que los pantalones de lana que usaba para mantener las piernas calientes debajo de la falda.

Serena interpretó bien su expresión, encargó cinco pares al dueño del salón e informó a Ciardis con brusquedad de que tendría que recibir una clase intensiva sobre "mantenimiento de la higiene personal", lo que quiera que eso fuera, en cuanto se hubiera instalado como aprendiza.

Las medidas continuaron mientras Serena sorbía tranquilamente té y comía galletas en el rincón. De vez en cuando interrumpía el silencio con decisiones rápidas como el rayo sobre el corte de la tela y la hechura de los vestidos que se probaba Ciardis. Después empezó a conversar con la ayudante del salón sobre sobre las mejores telas y tintes para complementar lo que llamó el cabello "decididamente amarronado" de Ciardis.

—Dime, Ciardis —preguntó por encima de la cabeza de la ayudante—. Tu piel está irritada, supongo que debido a tus tareas y a las frías temperaturas del invierno en el valle. ¿Pero cómo es tu piel en el verano?

Ciardis, aliviada de oír una pregunta a la que podía contestar, se apresuró a responder.

—Bastante áspera, señora. Al menos comparada con la de las personas del valle. Hasta me salen callos cuando retuerzo la ropa en el río.

Serena hizo una mueca. Aquella no era la respuesta que quería oír. Golpeó su abanico con los dedos con agitación.

—Eso podría complicar tu debut —se volvió hacia el dueño de la tienda—. Continuaremos con el atuendo actual, incluidas mangas largas para ocultar los trozos irritados en la piel. Encargaré más prendas en la primavera, después de que hayamos llevado a cabo un régimen estricto de hidratación.

Él asintió con la cabeza desde el mostrador donde sumaba el precio de todos los vestidos que compraba Serena. Su ayudante no alzó en ningún momento la cabeza desde donde estaba concentrada en la cintura de Ciardis, cosiendo un pequeño trozo de tela dorada con una flor dibujada para mejorar el aspecto general de la chica.

—Y si el Consejo del Gremio de Compañeros decide que puedes ser entrenada como compañera, cosa que probablemente ocurra, se ocuparán de todas tus necesidades hasta la Caza del Padrino.

—¿Caza del Padrino? —preguntó Ciardis, que se sentía algo abrumada por todo aquello.

La ayudante de gesto adusto colocó tres trozos de tela azul oscuro contra su piel en otros tantos segundos. Miraba a Serena y al dueño de la tienda esperando su decisión. Ciardis había aprendido unos cuantos vestidos atrás a no expresar en voz alta sus deseos en aquel asunto. Eso nunca terminaba bien.

Serena indicó su aprobación con una inclinación de cabeza.

—Sí, ese color quedará muy bien para un vestido sencillo —miró al tendero y añadió—: Oh, y también necesitará algunos accesorios. Bufandas, alfileres y una capa, así como vestidos de tejidos ligeros para las clases.

—Sí, señora.

Serena volvió de nuevo su atención a Ciardis.

—¿Por dónde íbamos? Ah, sí. Dentro de tres meses, serás presentada en la Caza del Padrino, una gala que dura dos días y tres noches. Al final tienes que haber sido elegida por un padrino.


Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora