Capitulo 4, Parte 1

54 4 0
                                    

Lee. Me gusta. Comenta. Gana: teedun.com/espanol

CIARDIS SE SENTÓ Y DEJÓ CAER LAS MANOS sobre su regazo, preparada para cualquier cosa con tal de descubrir qué talento tenía, suponiendo que tuviera alguno. Sarah se quitó las gafas y se colocó detrás de las orejas unos mechones de pelo que le caían sobre la cara. Después se enderezó y puso las manos en las mejillas de Ciardis.

—Mmm —dijo, al cabo de cinco largos minutos.

Ciardis frunció el ceño. No había habido chispas mágicas ni rumor de viento ni nada por el estilo.

¿Dónde estaba el resplandor mágico de poder? ¿No era así como se diferencia a un mago de un mundano? Ciardis confió en que la falta de parafernalia mágica no significara nada. ¿Quizá el contacto empático de Sarah no era una demostración visual?

Ciardis miró ansiosamente la cara de la otra, con la esperanza de encontrar alguna pista en ella.

—No me lo creo —susurró Sarah al fin—. ¿Cuál has dicho que era tu nombre completo? —preguntó en voz algo más alta.

—Ciardis Rafaela Vane.

—¿Y es tu verdadero nombre, el nombre con el que te inscribieron tus padres? —preguntó Sarah.

Ciardis asintió con nerviosismo.

—Fueron a los archivos de nacimiento del pueblo y todo eso. En cierto modo, me pusieron el nombre del pueblo. O, al menos, eso es lo que me han dicho.

—Pues te han informado mal. O te han mentido deliberadamente —Sarah la miró atentamente y se puso en pie con brusquedad—. Acompáñame.

Salieron de la habitación con Sarah llevando a Ciardis de la mano. Recorrieron tres pasillos diferentes. Ciardis apenas vio algo de las intricadas obras de arte y las hermosas estatuas que había en los corredores, pues avanzaba deprisa para intentar seguirle el ritmo a Sarah. De pronto se detuvieron con brusquedad delante de una puerta grande. Encima de esta, había unas palabras escritas con letras de pergamino: Biblioteca de los Compañeros.

—¿Recuerdas cuál es la primera parte de mi don mágico? —preguntó Sarah en un susurro cuando entraron.

Ciardis asintió.

—Una memoria fotográfica —intentó ignorar el temblor de las manos de Sarah cuando tiraba de ella entre las estanterías. La archivista se detenía de pronto en mitad de los pasillos y giraba en círculo sin soltar a Ciardis.

De vez en cuando, le apretaba la mano mientras miraba a su alrededor como un sabueso de caza. Sarah buscaba algo con su magia, pero Ciardis no sabía de qué se trataba.

—Estoy lanzando antenas en distintas direcciones desde mi núcleo de magia con la esperanza de sentir el manuscrito que tiene una sensación más parecida con tu núcleo de magia.

—¿Mi núcleo de magia? —preguntó Ciardis—. ¿Yo tengo uno?

—Oh, desde luego —repuso Sarah con tono sombrío—. Lo que no entiendo es que no te hayas dado cuenta antes de ahora.

Varios minutos después, susurró:

—Las huellas que estoy buscando son una especie de marcadores. Si están en un libro, puedo rastrear el marcador hasta su fuente. Con mi memoria y el rastro impreso, nunca olvido dónde he puesto un libro.

Guardó silencio un momento.

—Tu huella me recuerda muchísimo un libro que leí hace mucho tiempo, de niña. Si estoy en lo cierto, hace más de treinta años que no ha habido una aprendiza de compañera de tu tipo.

—Ah... ¿Mi tipo?

—¡Ajá! —exclamó Sarah, triunfante.

Se volvió para que su cuerpo mirara al sur. Echó a andar apresuradamente en dirección al rincón de atrás de la biblioteca. Se detuvo justo enfrente de un libro encuadernado en cuero con letras doradas en la parte delantera. Soltó la mano de Ciardis para sacar el libro de la estantería con las dos manos. Lo sostuvo con reverencia. Miró a Ciardis.

—Este libro... la sensación es la misma de tu huella. En eso no hay ningún error.

—¿Y qué significa eso? —preguntó Ciardis.

Sarah alzó la vista de las páginas del libro. Páginas que se arrugaban bajo sus dedos con la rigidez del cuero de becerro.

—Eso significa que el libro es la esencia de lo que es la base de tu talento.

Ciardis abrió mucho los ojos y tendió la mano vacilante para tomar el libro. Notó con ironía que ahora le temblaban las manos a ella. Volvió la cubierta hacia sí.

—Se titula La historia de los Weathervane —dijo Sarah.

—¿Weathervane? ¿Eso son esos gallos o cerdos voladores de metal que hay en los tejados de los edificios? ¿Y qué tiene de especial eso?

—No, no. Weathervane es una sensación de identidad, no un objeto —repuso Sarah con brusquedad—. ¡Por todos los santos! ¿No has aprendido nada en ese pueblo tuyo?

—Bueno... sí —contestó Ciardis en voz baja—. Pero no esto.

Sarah soltó un suspiro de irritación.

—Está presente en tu apellido. No te pusieron el nombre de un pueblo estúpido. Los Weathervane son una familia a la que no se le han conocido descendientes en décadas. Se piensa que están extinguidos. La última hija desapareció hace veinte años. Su talento consistía en buscar y ampliar los talentos mágicos de otros.

Ciardis abrió mucho la boca.

—Entonces... ¿yo no tengo magia propia?

Sarah parecía estupefacta.

—Mi querida muchacha, tú tienes más que magia. Tienes la capacidad de aumentar la magia. Ese es un talento que buscarán muchos —miró a Ciardis con dureza—. Tu tarea de esta noche es leer este libro de principio a fin. No toleraré preguntas estúpidas cuando empieces tus clases.

Ciardis tragó saliva y asintió con nerviosismo.

—Sí, señora.

—Ven —dijo Sarah—. Te llevaré de vuelta a tu aposento.

Ciardis palidecía progresivamente mientras seguía a Sarah por los corredores. Estaba tan deseosa de agradar a Sarah que había olvidado decirle que tenía otro problema: no sabía leer.

Cuando se marchó Sarah, miró desesperanzada el libro que tenía en las manos. Aquel libro contenía en sus páginas la clave de su nueva vida y sabía que, si no lo leía esa noche, la echarían de las clases al día siguiente. Quizá incluso la devolvieran a Vaneis deshonrada.

"Nadie quiere una aprendiz de compañera idiota", pensó con tristeza. Se había metido en algo de lo que no sabía cómo podría salir y no tenía ni idea de lo que podía hacer al respecto.


Juramento de Crianza (Libro 1 Luz de la Corte en Espanol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora