12 DE FEBRERO - Will Solace

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Will había dormido fatal aquella noche. Desde que se había acostado, no había hecho más que saltar de una pesadilla a otra. No estaba de muy buen humor, y tenía unas ojeras bastante grandes. Terminó de enrollar el manojo de vendas que había cogido, y las guardó en un botiquín de mano que había en la pared. Pero cuando fue a abrir la puertecita, un manojo de frascos mal guardados se cayeron al suelo, y empezaron a rodar por todas partes. Con un suspiro irritado, el chico los recogió. Y al volver a levantarse, se dio en la cabeza contra el botiquín, de manera que se le volvió a caer todo de nuevo. Por suerte, el golpe no había sido lo suficientemente fuerte como para hacerle herida.

Suspiró, intentando mantener la calma. Guardó todo en su sitio de nuevo, y se dejó caer sobre una pequeña butaca. Estaba hecho polvo, y apenas hacía un rato que se había levantado. No le apetecía nada moverse, y apenas se veía capaz de levantarse para ir a la cabaña de Hécate, donde había quedado con Lou Ellen y Cecil, para ir a ayudar con los preparativos de San Valentín. No era un día al que le diese demasiada importancia: a él le parecía que no hacía falta un día específico para demostrar amor, si eso podrías hacerlo siempre. Pero era una excusa para montar fiesta, y el ambiente en el Campamento Mestizo se disfrutaba de lo lindo.

- Tío... ¿te encuentras bien? – Preguntó una voz a su espalda.

Kayla se acercó hasta él, y se acuclilló a su lado.

- Tienes un aspecto horrible.

- Gracias Kayla, dime algo que no sepa.

- ¿Pero tienes fiebre o algo?

- Que va. Una mala noche. Eso es todo.

- Si yo fuese tú me pondría el termómetro. Solo para asegurarme. ¿Quieres que les diga a Lou y a Cecil que no vas?

- No hace falta. Iré ahora enseguida.

- ¿Seguro?

Will asintió rápidamente, mientras se frotaba los ojos. Trató de incorporarse. Las piernas le temblaban un poco, pero por lo demás no creía estar demasiado mal.

- Mira que eres testarudo, eh – Kayla soltó una risita – suerte.

Y volvió a lo suyo, para después salir con Austin hacia la cabaña de Hécate.

Will dio un par de pasos lentos, de prueba, y después avanzó con más ritmo hacia la puerta. Sí, estaba bien. Solo un poco cansado. Pero había algo fuera de lo normal. Era como si, junto a sus pesadillas, algo más se hubiese colado dentro de él. Notaba su cuerpo más pesado, como si le hubiesen puesto una inyección de fatiga... o algo por el estilo. Jamás se había sentido así, y empezaba a preocuparle. Agarró el picaporte de la puerta. Y se frenó en seco. En el reflejo de un cristal a su izquierda volvió a ver aquel par de ojos, que desaparecieron un segundo después. Y esta vez, estaba completamente seguro de que no había sido su imaginación.

Abrió la puerta. Ahora tenía una excusa mucho mayor para ir a ver a Lou Ellen, y mientras no se desmayase a medio camino, no tenía por qué ser un problema.

San Valentín de Tragedia - SolangeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora