11 DE FEBRERO - Nico Di Angelo

37 6 4
                                    

Esa noche, Nico se fue a la cama con miedo. Miedo a recordar, a su pasado, a su presente. Miedo a sus sentimientos, a caer dormido en otra pesadilla, a no poder salir.

Cupido volvió a aparecer. Pero esta vez, en persona.

Tal vez fueron sus miedos que lo llamaron. Tal vez ya tenía pensado volver para incordiarle. Quién sabe. Probablemente todo aquello no fuera más que un plot maquiavélico que el propio dios se había montado para hacerle la vida imposible a Nico. Al fin y al cabo, ese parecía ser su nuevo hobby.

Nico notó su presencia antes de que el dios se hiciera presente.

- Vete – Murmuró, consciente de que Cupido lo escucharía aunque solo lo estuviese pensando. O al menos, eso es lo que pareció ocurrir la última vez.

- Buenas noches a ti también Nico Di Angelo. Bonita coincidencia. No esperaba verte esta noche.

- No es una coincidencia.

- No te hagas el importante. Tengo mucho más que hacer dentro de mi agenda, que aguantar a un crío insoportable.

- Entonces vete, no te haré perder el tiempo – Con precaución, Nico comenzaba a acercarse hacia la esquina donde yacía de lado su espada estigia.

- Tampoco mereces mi indiferencia. Si he venido es por algo.

- Largo. Ahora.

- Mira que bonito. El niño se cree capaz de darme órdenes.

- ¡FUERA! – Gritó, tomando su espada y desenvainándola hacia atrás, donde debía estar Cupido, para girar sobre si mismo y rasgar cualquier cosa en su camino.

Por supuesto, el dios ya había cambiado de posición cuando la espada cortó el aire.

Nico respiró con fuerza. Largo y profundo.

Tranquilo.

- ¿Qué quieres?

- Vengo a hacerte una oferta chiquillo. Una que no podrás rechazar.

- ¿Quién dice que no?

- Yo – La sombra medio transparente que era el dios se deslizó por la cabaña, sonriendo – Verás, Nico Di Angelo, desde que aceptaste quién eras, y derrotaste a Gaia...

- No fui yo.

Cupido continuó hablando, ignorando por completo su interrupción.

- Tu vida se ha vuelto muy aburrida. Cierto, todavía hay muchos fantasmas atrapados en tu corazón, pero últimamente no te veo dejarlos salir. Es desesperante ¿lo sabías?

- Guau, nunca pensé que te importase tanto mi existencia – Nico rodó los ojos con sarcasmo. Estaba poniendo la mano en el fuego, pero le daba igual.

Cupido volvió a sonreír.

- ¿Qué tal si la hacemos más interesante?

- No gracias. Estoy bien. – Nico comenzó a fruncir el ceño. No le gustaba por donde se estaba moviendo la conversación.

- ¿Recuerdas que día es hoy, Nico Di Angelo?... 11 de Febrero. Quedan tres días para San Valentín.

- Sí ¿Y qué?

- Lo recuerdas. Mi imperio del terror... ¿y ni siquiera has pensado en honrarme?

Una risa irónica le salió al chico de repente.

- ¿A ti? Prefiero morir.

- Ahí está la gracia... ¿acaso tu corazón no late por nadie? ¿no hay ningún campista que te tenga suspirando? ¿Qué te haga sentir mariposas en lo más profundo de tu estómago?

- No – La respuesta vino sola. Sin pensar.

Cupido sonrió todavía más.

- Mientes.

- Todavía no me has dicho que quieres.

- Vamos a jugar a un juego Nico Di Angelo. Tú y yo. Pero vas a tener que firmar las reglas...

- No.

- Tienes tres días para ganarte un beso de ese chico de ojos azules. Si lo consigues, jamás en la vida osaré acercarme a él un pelo.

- He dicho que no.

- Pero si el sol cae la tarde del 14 de Febrero, y no lo has conseguido...

Nico sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo.

- Te juro por la laguna estigia que voy a matarlo.

- ¡NO! – A Nico le salió el grito del alma.

- ¿Tenemos un trato Nido Di Angelo? Recuerda: lo dejaré en paz de por vida.

- Claro, y si no lo matas. Prefiero soportar tus visitas cada noche, hasta el último día de mi vida, antes que firmar semejante cosa.

- Tranquilo. Eso no va a ser ningún problema cielo.

- No voy a firmar.

- Oh... te aseguro que sí vas a hacerlo – Un papiro y una pluma aparecieron delante de Nico – adelante.

El chico se alejó.

- Márchate.

- Si me voy, me lo llevo a él.

- No te acerques.

Un grito de socorro apareció entonces en lo más profundo de la mente de Nico. Una llamada de auxilio, que se repetía. Se tapó los oídos con fuerza, mientras el terror se hacía cada vez más intenso.

Era la voz de Will.

Cupido sonreía.

- ¿Es posible que alguien esté llenando de pesadillas la noche de tu querido chico? – Cupido pestañeó con inocencia - O lo firmas, Nico Di Angelo, o me lo llevo.

- Eres... un... monstruo. – Le costaba incluso respirar.

- Me ofendes.

Opciones: Firmar, y que probablemente maten a Will. No firmar, que lo secuestren, y que acabe muerto también.

Nico cogió la pluma.

- Te odio.

La tinta se deslizó sobre el papiro, y la caligrafía firme de Nico Di Angelo quedó impresa en la hoja. Una firma. Un sello. Un pacto.

Todo desapareció.

- "Te lo tienes que ganar, no puedes dárselo tú. Así que recuerda Nico Di Angelo, que un beso no es un beso, si no es de amor verdadero".

San Valentín de Tragedia - SolangeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora