Sentimientos encontrados.

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Otra vez estaba en la misma situación, no sabía ni que hacer ni que decirle

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Otra vez estaba en la misma situación, no sabía ni que hacer ni que decirle. Ni siquiera sabía cómo actuar desde que se dio cuenta de sus sentimientos, ¿Como le podía decir a Corvus que le quería?.

Era agobiante y sabía que el cazador se había dado cuenta, después de todo, había estado evitándolo durante cuatro semanas.

— Bien, ¿Qué pasa?... tu no eres de pensar mucho — indicó la joven elfo de luna.

No se había dado cuenta de que estaba ahí.

— Yo... no sé qué hacer...— se encogió de hombros, mientras acariciaba a sombrero.

— Déjame adivinar, ¿No sabes cómo decirle a Corvus que te gusta? — cuestionó, mientras se acomodaba a su lado, dejando que su pequeña Stella se acurrucara en su regazo.

— Exacto... ¿Tanto se me nota? — cuestionó con algo de pena.

— Bueno... crecí viendo los ojos de amor de mis padres, así que creo que aprendí a verlos en los demás...— se encogió de hombros, Runaan y Ethari siempre se habían mirado como si fueran la cosa más maravillosa del mundo.

Y no era tan difícil verlo en algunas personas, además, ella había aprendido a leer los sentimientos y expresiones en los demás. Aunque a veces se le complicaba un poco con Callum.

— Es que no se que hacer, no se ni siquiera cómo actuar... nunca creí que me enamoraría de otro hombre...— confesó, siempre creyó que se casaría con una hermosa chica.

Hasta que Corvus llegó y arruino esa ilusión.

— Bueno, yo nunca imaginé enamorarme de un humano y aquí me tienes — bromeó— pero bueno... supongo que debe ser un poco impactante darte cuenta que te gustan los chicos...— murmuró.

— Bueno, si lo es... pero no se, es muy complicado todo esto, tal vez solo estoy confundido...— miro a sombrero, quien se había abrazado a su mano.

— O tal vez no sabes cómo asimilar las cosas, quizás él es lo que necesitas para ser feliz... — le dio un leve golpecito en el hombro.

— Rayla... siento que él es la persona que más me ah cuidado y me ah protegido — miró a Corvus a lo dejos, jugando con unos niños del reino y no pudo evitar sonreír.

— Déjame hacerte una pregunta... ¿Qué es lo que más te gusta de él? ¿Sus perfecciones o sus defectos? — cuestionó, acariciando la cabecita de su hija.

— Todo... conocí su lado más débil, su lado más vulnerable y su lado más valiente...— confesó con una sonrisa— y me gusta todo de él... no hay algo que pueda encontrar para decirte que lo odio...— indicó.

— Entonces eso es lo que importa, no si es un hombre o una mujer... lo que más te tiene que importar es lo que amas de él, que te enamores de cada uno de sus defectos, porque eso lo hace único...— despeino un poco la cabellera rubia.

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