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Algo que Callum había descubierto recientemente, era que amaba escuchar a Rayla cantar. Aún recuerda la primera vez que la escucho, esa linda canción, aquella que Ethari y Runaan le cantaban cuando no podía dormir.
No sabía si su unión fue por casualidad o a causa del destino, pero lo que fuera, no lo cambiaría por nada en el mundo.
Y ahora la veía, nerviosa mientras se arreglaba su larga cabellera blanca. Lucia hermosa en ese vestido, aunque bueno, podría usar un trapo sucio y seguiría siendo hermosa. Caminó hasta ella, dejando un suave beso sobre su hombro.
— Eres la mujer más bella...— de eso estaba más que seguro.
— Que coqueto estás hoy...— sonrió, llevando una mano hasta la mejilla de su amado.
— Solo estoy diciendo la verdad...— llevó sus manos a la cintura de la elfo.
Rio al notar que iban a juego, el portaba un traje azul oscuro con plateado, al igual que el bello vestido de su novia, el cual le quedaba como anillo al dedo.
Esa noche sería el primer baile de la nueva era, los reyes elfos vendrían al igual que los reyes humanos. Para simbolizar la paz entre ambos mundos, incluso Zym y Zubeia estarían presentes.
— Es hora...— le susurró, mientras ponia sobre su cabeza aquella corona que una vez los elfos de las estrellas les dieron.
Solo que en lugar de tener los cristales cuaza, hora llevaba cristales de luna. Su cabello tenía pequeñas trenzas y en su cuerpo ya empezaban a aparecer más marcas elficas lunares.
Runaan le había dicho que a sus veinte años empezarían a aparecer.
Tomo su mano, guiándola hacia el gran salón del baile. Uno de los guardias los anunció, "príncipe y princesa de Katolis", aun no estaban casados, pero Ezran ya le había otorgado aquel título.
Hicieron una leve reverencia y entraron en le gran salón.
— Mi hija, eres una bella joya lunar...— Runaan no tardó en acercarse a su pequeña.
— La más bella de todas...— Ethari se unió a ellos, acariciando la mejilla de su hija.
— No sean dramáticos...— murmuró levemente avergonzada.
— Solo están diciendo la verdad...—dejó un beso sobre la cien de su novia.
— Espero puedan disfrutar del baile...— el joven rey apareció, acompañado de la reina Aanya.
— Gracias por invitarnos, majestad...— agradeció Ethari, con una sonrisa.
— Oh... no es necesario tanta formalidad, pueden decirme solo Ezran — les sonrió.
— Son parte de nuestra familia, así que las formalidades quedan descartadas...— aclaró Callum.
— Creo que más tarde deberé tener una conversación con usted, majestad...— Runaan sabía que tarde o temprano tendría que hablar con el joven rey.