Prólogo

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En una noche de luna llena, la luz de las estrellas abrazaba a una gata de pelaje gris claro, que se encontraba tirada sobre un lecho musgoso.
Gemidos de dolor escapaban de la guarida de Barkface, mientras que poco a poco surgían pequeños y agudos maullidos.

—Ashfoot, resiste un poco más, ya casi está afuera.

De pronto, los gemidos y jadeos lastimeros de la gata cesaron, y en su lugar una pequeña gatita maullaba, con los ojos cerrados y la nariz rosada.

—Ah! —Exclamó Deadfoot, el padre.

—Felicidades, es una linda y sana cachorrita.

Ambos padres contemplaron a la criatura retorcerse en busca del calor de su madre, quien la acercó cariñosamente con su cola y la pegó a su vientre.

—Es hermosa. —Murmuró Deadfoot amorosamente.

—Si. —Coincidió Ashfoot, que después de ver a su hija se había olvidado por completo del dolor del parto.

—Cómo la van a llamar? —Preguntó Barkface.

Los padres se miraron.

—Creo que la llamaré...

La madre se quedó admirando a la gatita durante unos segundos, pensativa. Su pelaje azabache era apenas visible en la noche, pero a la luz de la luna se veía casi plateado. La cachorrita abrió sus pequeños y brillantes ojos por primera vez, mostrando el hermoso y característico azul zafiro que siempre tenían los pequeños. A su lado, se proyectó una larga sombra, oscura como la noche, y entonces la gata sonrió.

—Shadowkit. —Dijo al fin.

Barkface observó a la gatita durante unos segundos, visiblemente orgulloso.

—Es un nombre encantador.

Deadfoot coincidió.
Los tres adultos se quedaron viendo cómo la gatita observaba a su alrededor, pues estaba viendo, ante sus ojos, el mundo por primera vez.
Ella levantó la vista, hasta un hueco en la guarida donde se colaba la resplandeciente luz nocturna, y la apreció con curiosidad.

Una adrenalina la recorrió de la nariz hasta la punta de la cola, agitando sus cortos bigotes grises, y entonces Shadowkit se sintió como si tuviera el poder de todas las estrellas juntas, y una pequeña brisa alborotó su pelaje.

Era esto lo que se sentía estar... Viva?

—Deadfoot, qué tal va todo? —Preguntó una extraña voz al otro lado del muro.

Un gran macho, blanco con manchas negras y una larga cola detrás entró en el lugar majestuosamente, y los presentes hicieron un gesto, saludando con respeto.

—Tallstar, —Barkface se levantó y caminó hacia el recién llegado— Todo fue de maravilla, tenemos una nueva integrante del Clan del Viento.

El curandero le dió paso al líder quien se sentó y miro a la cachorrita. Una pequeña sonrisa se fue formando en su rostro.

—Se ve muy saludable. Felicidades. —Dijo después de unos segundos.

—Gracias. —Respondió Deadfoot gentilmente, con una pizca de orgullo en su voz.— Cómo estuvo la asamblea?

—Bien. —Respondió Tallstar— Lástima que ni tú ni Barkface pudieron estar presentes.

—Lo siento, —Se disculpó Deadfoot— Pero no podía dejar a Ashfoot sola. No hoy.

Barkface coincidió con un murmullo.

—Lo comprendo. —Respondió el líder.

Las gatos se quedaron hablando durante unos minutos más, pero lo único en lo que pensaba la gatita era en todo lo que estaba viendo; Habían plantas medicinales, el lecho de musgo en el que estaba y el suelo de pasto corto que había un par de pasos adelante.
Pero ella no tenía idea de qué eran estas cosas.

Y entonces, aunque ningún guerrero lo supiera para ese momento, había llegado al mundo una gata que cambiaría el destino de los clanes para siempre.

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