Capítulo 3

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La gatita se deslizó por el claro y siguió a Barkface ocultándose entre las matas de pasto largo, pasando desapercibida. Tal vez fue por suerte o tal vez por su oportuno color de pelaje, eso no importaba del todo.
Silenciosamente acechó al curandero durante varios minutos, y aunque Shadowkit no sabía cuánto tiempo había pasado realmente, estaba segura de que no fue poco.
Finalmente se alzaron los cuatro robles en la hondonada, y la pequeña vió a tres gatos abajo; Una era una hermosa gata parda, otra era una gata vieja con el largo pelaje gris poco cuidado y ojos ámbar, también había un aprendiz y, finalmente, un macho marrón claro.

Los cuatro se saludaron felizmente, conversando y riendo, compartiendo noticias sobre los clanes, pero Shadowkit no tenía tiempo para todo esto, ella debía encontrar a Sunkit!
Sigilosamente caminó alrededor de la hondonada, ocultándose en arbustos y árboles, pero accidentalmente una rama se quebró bajo su pata, llamando la atención de los curanderos.

—Escucharon eso? —Preguntó Barkface.

Los demás asintieron, y los cinco gatos se empezaron a acercar al arbusto en el que Shadowkit estaba escondida. Su pelaje se erizó cuando llegaron más y más cerca, y la tención era palpable en el aire, estaban a punto de descubrirla!
Impulsivamente, la pequeña salió corriendo por detrás de las plantas. Solo se veía una pequeña silueta negra corriendo entre la vegetación.

—Ahí!

Shadowkit sintió como los gatos empezaron a seguirla hasta casi pisarle los talones, miró desesperadamente a su alrededor, si la descubrían la volverían a encerrar en la maternidad.
Un pequeño hoyo se escondía debajo de una roca, y para la pequeña fue una oportunidad de escapar. Cambió de rumbo y se dirigió hacia allí, dando una vuelta en la que casi se resbala, para luego entrar ágilmente en el hoyo.

Todo estaba oscuro. Aún más que antes. Lo único visible eran las siluetas de los curanderos afuera del hoyo, que se veían borrosas.

—Esa debe ser su madriguera. —Comentó Spottedleaf, la gata parda, una vez todos llegaron— Tal vez era solo un ratón, Barkface.

—Es verdad. —Coincidió Mudfur, el macho marrón.

—No estamos aquí para cazar, tenemos una misión que cumplir, y será mejor que nos apresuremos si queremos llegar a las rocas altas. —Dijo la gata de pelaje gris, Yellowfang.

Todos coincidieron y empezaron a caminar de vuelta a los cuatro árboles. Cuando Shadowkit estuvo segura de que se habían ido, decidió mirar más detenidamente a su alrededor.

Unos ojos brillantes la observaban en lo más profundo de aquella cueva. Un gruñido resonó. Uno muy feroz.
La gata desenvainó sus pequeñas garras y mostró sus colmillos en un bufido. Una figura blanca y negra se mostró a la luz de la media luna, y la desafortunada visitante se dió cuenta de que era una cría de tejón.

No debía ser aprendiz para saber que tenía suerte de que la madre no estuviera allí, pero de todos modos el tejón era más grande y más fuerte que ella. Shadowkit parecía del doble de su tamaño con el pelaje erizado, y ni así logró intimidar a la cría.

Bien, era momento de probar otro plan: Correr.

Salió disparada, impulsandose fuertemente con sus cuatro patas, mientras que la cría la perseguía. Ahora no era solo un conocido que la castigaría si la veía, ahora era una amenaza en todo el sentido de la palabra. Una que ella nunca había enfrentado. Bueno, mejor dicho, la primera amenaza real de toda su vida.
El tejón jadeaba detrás de ella, haciendo que pudiera sentir su cálido y aterrador aliento en sus patas traseras y cola.

Un dolor punzante la llenó, uno como una gran ola que la hizo caer.

Líquido escarlata.

Mucho líquido escarlata en el suelo.

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