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"Incluso en la noche más oscura mis cuervos guiarán mi camino, un camino en el que eventualmente tu y yo nos volveremos a ver, porque sin importar que, la Luna y el mar siempre estarán destinados a estar juntos"
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En medio de aquella finca tan hermosa y solitaria, se encontraban dos cazadores de demonios,ambos contemplando la presencia del otro, envueltos en aquel característico silencio que siempre los acompañaba a ambos.
-Hace tiempo que no te veo, shiro-
Mismo silencio que fue interrumpido por el chico de azabaches cabellos.
-Lo mismo digo, giyuu- Respondió la albina con una sutil sonrisa plasmada en su rostro, mientras contemplaba la belleza de su cuervo el cual posaba de manera altanera en su brazo.
-¿Que haces aquí? -cuestiono el azabache, pues era su finca en la que se encontraban.
-¿es que acaso te molesta mi presencia, giyuu? -pregunto la chica de manera juguetona pero de igual manera manteniendo su calmada personalidad que la caracterizaba.
-No es asi- respondió el cazador, pues era imposible que la presencia de su Luna lo llegará a molestar - Es solo que no me avisaste, no enviaste ninguna carta y eso es raro viniendo de ti.
-ya veo, lamento no haberte avisado antes, tuve una misión cerca de la zona y pensé en visitarlos, últimamente no nos hemos visto mucho. - la albina decía la verdad, la parada en la finca del cazador había sido espontánea, más sin embargo las ganas de ver a su compañero eran aún más grandes.
-No tienes porque disculparte, me alegra saber que estas bien - dijo el mayor de los dos.
-Tienes razón, gracias-le dedicó una pequeña sonrisa y continuó hablando- a mi también me alegra saber que estas bien, mejor dime ¿como ha estado el viejo kanzaburo? -
-El se encuentra bien, fue a entregarle una carta al maestro urokodaki, así que no podrás verlo en esta ocasión-
La albina asintió levemente, dándole a entender al azabache que entendía la situación.
-¿Te quedaras mucho tiempo? - pregunto giyuu, ya acostumbrado a compartir el espacio con su amada luna.
-No realmente, hace un par de horas me encargaron otra misión, partire mañana por la tarde- respondió Shiro con un poco de tristeza.
-Entiendo, ¿a donde te mandaron esta vez? - cuestionó el cazador
-A un pueblo ubicado cerca de la montaña nagatumo, tal vez me quedé un par de días, aparte de eso estaré acompañada de Shinobu así que puedes quedarte tranquilo-la albina contesto su pregunta y tal vez una que otra duda interna del muchacho.
Tras escuchar su respuesta giyuu suspiro, no quería hacerlo muy notorio pero en el fondo no quería que Shiro se fuera.
-Cada día es más agotador que el anterior, últimamente no han parado de enviarnos misiones así que supongo que compartimos el cansancio-hablo Shiro nuevamente.
La brisa de la noche se intensificaba cada vez más, ocasionando inevitablemente el desorden de aquellos mechones blancos que tomioka adoraba tanto ver.
-Incluso estando agotados o heridos, tenemos que proteger a aquellos que no pueden salvarse a si mismos, las heridas sanan, el agotamiento se termina, pero una vida es invaluable, es por eso que hay que honrar nuestro trabajo y a aquellos valientes que alguna vez sobrevivieron sin nuestra protección- dijo giyuu acomodando a la albina aquellos mechones blancos como la Luna que se habían escapado a causa del viento y recordándole a la vez aquellas palabras que en el pasado ella había gritado a el joven muchacho de cabellos negros como la noche.
Shiro sonrió y lo miro directamente a los ojos antes de hablar.
-Tus palabras son tan refrescantes como el mar, ¿sera por eso que eres tú el pilar del agua, giyuu? - cuestionó Shiro de manera divertida.
-Son tus palabras las que repito, eres tan despistada como un pájaro en un campo de maíz ¿no es así? Pilar del cuervo.-continuo giyuu, acariciando suavemente la mejilla de shiroi.
La pilar rió de manera sutil y cuando las risas terminaron, fueron envueltos nuevamente en aquel silencio acogedor en el que ambos adoraban estar.
Porque al final de cuentas.
Era la presencia de uno al otro lo que hacia tan ameno aquellos pequeños momentos que podían disfrutar juntos.
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