Capítulo 4: La Sombra del Destino

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Bosque de las Sombras.


Martin.


-¿Se puede saber qué ronda tu cabeza para estar ignorándome de esta manera? -La voz de Paul, su hermano, rompió el silencio con una mezcla de preocupación y reproche, resonando en los pasillos del palacio.

Martin parpadeó, volviendo a la realidad de golpe. Había estado tan inmerso en sus pensamientos sobre el humano que apenas había notado la presencia de Paul a su lado. Los ecos del palacio, normalmente tan familiares, parecían desvanecerse, sumidos en un silencio extraño mientras trataba de centrarse en la conversación presente. Sin embargo, la imagen de aquel chico desconocido se mantenía firme en su mente, como un espectro que se negaba a desaparecer. Desde el momento en que lo había encontrado en el Bosque de las Sombras y lo había llevado a su cabaña oculta, no podía dejar de pensar en él. Cada movimiento, cada palabra, cada gesto del humano lo tenían hechizado, atrapado en una red de fascinación y curiosidad que no podía desentrañar.

El palacio, con sus altos techos abovedados y sus intrincadas decoraciones de madera y cristal, parecía difuso a su alrededor. Las paredes adornadas con tapices antiguos y las ventanas que dejaban entrar la suave luz del sol se desdibujaban, eclipsadas por la intensidad de sus pensamientos. El aroma de las flores que llenaban los jardines interiores, normalmente tan reconfortante, ahora solo era una nota más en el fondo de su mente ocupada.

Cada rincón del palacio tenía su historia, cada pasillo resonaba con los pasos de generaciones de hadas que habían vivido allí. Pero para él, en ese momento, todo ese legado palidecía ante la realidad de su preocupación. El humano, con su mirada llena de una mezcla de miedo y esperanza, se había instalado en su mente y corazón.

La primera vez que lo vio despertó en él una necesidad urgente de protegerlo. Había sentido su corazón latir más rápido, sus instintos gritarle que debía cuidar de ese ser extraño y herido. Y a medida que pasaban los días, esa sensación no había hecho más que intensificarse. La forma en que se movía, cómo sus ojos exploraban con curiosidad y cautela su entorno, cómo su voz resonaba con una mezcla de determinación y vulnerabilidad, todo ello había tejido una red de fascinación en torno a Martin.

Paul, de pie a su lado, lo observaba con una mezcla de preocupación y paciencia. Podía ver que algo perturbaba profundamente a su hermano menor, algo que no estaba dispuesto a compartir fácilmente. La conexión entre ellos siempre había sido fuerte, pero en ese momento, sentía una distancia que no podía comprender.

-Martin, te he estado hablando y estás en otro mundo -dijo Paul, su tono lleno de un reproche suave-. ¿Qué es lo que te pasa?

Éste sacudió la cabeza ligeramente, tratando de despejar la niebla de sus pensamientos.

-Lo siento, Paul. Es solo... muchas cosas en mi mente últimamente -respondió, sabiendo que no era toda la verdad pero incapaz de compartir más.

Paul frunció el ceño, no completamente convencido pero dispuesto a dar a su hermano el espacio que necesitaba. Observó los ojos de Martin, buscando alguna señal que le diera una pista de lo que realmente pasaba por su mente.

-Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿verdad? -dijo el mayor, suavizando su tono-. No importa lo que sea, estoy aquí para ti.

Martin asintió, sintiéndose atrapado entre la necesidad de confesar su secreto y el temor a las consecuencias. No podía contarle a Paul sobre el humano, no todavía. La situación era demasiado complicada y peligrosa. Pero la preocupación en los ojos de su hermano lo hizo sentir aún más culpable.

-Lo sé, hermano. Gracias. Solo... necesito un poco de tiempo para ordenar mis pensamientos - le dijo el pequeño, tratando de sonreír para tranquilizarlo.

El Bosque de las Hadas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora