advertencia⚠️: Este capítulo contiene algunas escenas explícitas, saltaros el capítulo si no os sentís cómodxs con ello porfi, os quiero mucho, gracias por vuestros mensajes tan bonitos🌷
Isla de los Deseos
Martin.
El sonido rítmico de las olas golpeando el casco del barco y el suave balanceo de la marea eran los únicos acompañantes de Martin mientras intentaba en vano ignorar la presencia palpable de Juanjo a su lado. Habían pasado ya treinta minutos desde que zarpó el barco desde el puerto, con rumbo a la misteriosa y hermosa Isla de los Deseos, y durante todo ese tiempo, Juanjo no había pronunciado ni una sola palabra. El silencio entre ambos era espeso, casi tangible, como una barrera invisible que ninguno de los dos se atrevía a cruzar.
Sabía perfectamente cuál era la razón detrás de este mutismo: esa misma mañana, Juanjo había tenido uno de sus arrebatos de orgullo, uno de esos momentos en que su temperamento y terquedad se combinaban en una muralla infranqueable. Como resultado, el príncipe se había sumido en un silencio obstinado que comenzaba a agotar la paciencia de Martin, quien podía sentir cómo el malestar y la frustración se acumulaban en su interior como una marea a punto de desbordarse.
Cada día lo tenía más claro; Juanjo era la persona más orgullosa que había conocido. La manera en que se cerraba en sí mismo, negándose a dar su brazo a torcer, le resultaba desesperante. Era evidente que Juanjo no tenía ninguna intención de ser el primero en ceder, y parecía decidido a no dar ningún paso hacia la reconciliación hasta que el hada no se disculpara o hiciera algún gesto de acercamiento. Mala suerte que Martin también tenía su propia dosis de orgullo, y que no estaba dispuesto a ser el que rompiera el hielo primero. Si Juanjo estaba esperando que fuera él quien iniciara la conversación, iba a esperar sentado.
Cada minuto que pasaba en esa tensión latente hacía que el aire se volviera más denso, y Martin sentía que su paciencia se agotaba poco a poco. Para distraerse de la atmósfera pesada y evitar que el malestar se apoderara por completo de él, decidió entablar conversación con Lucas, el duende que los estaba llevando a la isla.
Lo conocía desde que tenía uso de razón, eran amigos desde pequeños. Tenía diez años mayor que él, lo que le daba una especie de aire protector, casi fraternal. El duende siempre lo había tratado con un afecto genuino, con la cercanía que uno podría esperar de un hermano mayor.
Lucas era uno de esos seres excepcionales que, sin apenas proponérselo, lograba que todos a su alrededor se sintieran a gusto. Su presencia irradiaba una calidez natural, como si el simple hecho de estar cerca de él pudiera disipar cualquier incomodidad o tensión. Tenía una habilidad innata para leer el ambiente y decir justo lo que se necesitaba en el momento adecuado, ya fuera una broma para aliviar una situación tensa o una palabra de consuelo cuando alguien lo necesitaba. Con una sonrisa amable, podía iluminar incluso el día más sombrío, haciendo que los problemas parecieran un poco menos graves, un poco más manejables.
Además de su encanto natural, tenía una naturaleza afectuosa que lo hacía aún más entrañable. Era del tipo de persona que, al hablar contigo, siempre encontraba una excusa para un contacto físico ligero pero reconfortante, ya fuera una mano apoyada en tu hombro o un pequeño abrazo de esos que no parecían querer romperse del todo. Este tipo de gestos, que para muchos podrían ser invasivos, en Lucas se sentía tan natural como respirar. Era una forma de recordarte que no estabas solo, que había alguien ahí dispuesto a apoyarte sin importar la circunstancia.
A menudo incluso se unía a su grupo de amigos. Era especialmente cercano a Bea, hada del agua, y a Kiki, con quien compartía una amistad sólida basada en años de confianza y confidencias. En más de una ocasión, había suplicado la ayuda de Kiki en temas del corazón, especialmente cuando se trataba de su enamoramiento por Naiara, una de las enigmáticas criaturas encargadas de cuidar el bosque. A pesar de su naturaleza segura y abierta, Lucas se mostraba sorprendentemente tímido cuando se trataba de Naiara, y no dudaba en pedir consejo a sus amigos para intentar conquistarla.
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El Bosque de las Hadas Perdidas
FantasyEn el místico reino de Elaria, el joven príncipe Juanjo Bona está destinado a ceñir la corona de su padre tras su fallecimiento. Sin embargo, su destino se ve abruptamente alterado cuando su hermana, consumida por una envidia venenosa, conspira con...