El cielo se oscureció repentinamente, como si una manta de sombras se hubiera desplegado sobre el mundo. Samuel se detuvo en seco, su corazón acelerándose mientras sentía una vibración extraña bajo sus pies. A lo lejos, un resplandor brillante emergía del suelo, destellando con una luz que cambiaba de color cada pocos segundos.
"¿Qué es eso?" murmuró Sara Alejandra, acercándose a Samuel con una mezcla de curiosidad y cautela en sus ojos.
De repente, el aire a su alrededor se llenó de una energía caótica. Las magias y poderes que habían dado forma a su mundo comenzaron a fallar. Luces mágicas parpadeaban y se apagaban, y las corrientes de energía que una vez fluyeron sin interrupción ahora se desvanecían en la nada. Frente a ellos, la gran estatua de Tomas, el Rey del Fuego, empezó a resquebrajarse. Con un estruendo ensordecedor, la estatua se desplomó, convirtiéndose en escombros en un abrir y cerrar de ojos.
Samuel no respondió de inmediato. Sus pensamientos volaban hacia los relatos antiguos de los Reinos Ocultos, esos lugares llenos de magia y misterio que parecían más leyenda que realidad. Pero ahora, frente a ellos, parecía que una de esas leyendas estaba tomando forma.
"Es un portal," dijo finalmente, con voz temblorosa pero decidida.
Sara Alejandra frunció el ceño. "Pero los portales se cerraron cuando Tomas atravesó el último. ¿Cómo es posible?"
Samuel miró el resplandor con una mezcla de asombro y preocupación. "No lo sé, pero claramente algo ha cambiado. La magia ha renacido."
El viento comenzó a arremolinarse a su alrededor, llevando consigo susurros antiguos y promesas de aventuras inexploradas. Sin más preámbulos, Samuel avanzó hacia el portal, su mano aferrada a la de Sara. Juntos, dieron el primer paso hacia lo desconocido, hacia un mundo donde la magia, los reinos y los destinos se entrelazaban en una danza peligrosa y fascinante.
Mientras cruzaban el umbral, sintieron una energía vibrante envolviéndolos. El aire se llenó de chispas de luz y sombras fugaces, y en un parpadeo, se encontraron en un vasto paisaje desconocido, con montañas imponentes, ríos de cristal y cielos llenos de estrellas brillantes.
"¡Tomas!" exclamó Sara al reconocer la figura majestuosa con ojos de fuego y una corona de llamas. Su hermano les sonreía con una mezcla de benevolencia y poder. "¿Qué está pasando?"
Tomas los miró con seriedad, la luz de su corona reflejándose en sus ojos. "El equilibrio se ha roto," dijo. "Vuestra presencia aquí marcará el comienzo de una nueva era, pero también trae consigo grandes desafíos."
El cielo se oscureció repentinamente, como si una manta de sombras se hubiera desplegado sobre el mundo. Samuel se detuvo en seco, su corazón acelerándose mientras sentía una vibración extraña bajo sus pies. A lo lejos, un resplandor brillante emergía del suelo, destellando con una luz que cambiaba de color cada pocos segundos.
"¿Qué es eso?" murmuró Sara Alejandra, acercándose a Samuel con una mezcla de curiosidad y cautela en sus ojos.
De repente, el aire a su alrededor se llenó de una energía caótica. Las magias y poderes que habían dado forma a su mundo comenzaron a fallar. Luces mágicas parpadeaban y se apagaban, y las corrientes de energía que una vez fluyeron sin interrupción ahora se desvanecían en la nada. Frente a ellos, la gran estatua de Tomas, el Rey del Fuego, empezó a resquebrajarse. Con un estruendo ensordecedor, la estatua se desplomó, convirtiéndose en escombros en un abrir y cerrar de ojos.
Samuel no respondió de inmediato. Sus pensamientos volaban hacia los relatos antiguos de los Reinos Ocultos, esos lugares llenos de magia y misterio que parecían más leyenda que realidad. Pero ahora, frente a ellos, parecía que una de esas leyendas estaba tomando forma.
"Es un portal," dijo finalmente, con voz temblorosa pero decidida.
Sara Alejandra frunció el ceño. "Pero los portales se cerraron cuando Tomas atravesó el último. ¿Cómo es posible?"
Samuel miró el resplandor con una mezcla de asombro y preocupación. "No lo sé, pero claramente algo ha cambiado. La magia ha renacido."
El viento comenzó a arremolinarse a su alrededor, llevando consigo susurros antiguos y promesas de aventuras inexploradas. Sin más preámbulos, Samuel avanzó hacia el portal, su mano aferrada a la de Sara. Juntos, dieron el primer paso hacia lo desconocido, hacia un mundo donde la magia, los reinos y los destinos se entrelazaban en una danza peligrosa y fascinante.
Mientras cruzaban el umbral, sintieron una energía vibrante envolviéndolos. El aire se llenó de chispas de luz y sombras fugaces, y en un parpadeo, se encontraron en un vasto paisaje desconocido, con montañas imponentes, ríos de cristal y cielos llenos de estrellas brillantes.
"¡Tomas!" exclamó Sara al reconocer la figura majestuosa con ojos de fuego y una corona de llamas. Su hermano les sonreía con una mezcla de benevolencia y poder. "¿Qué está pasando?"
Tomas los miró con seriedad, la luz de su corona reflejándose en sus ojos. "El equilibrio se ha roto," dijo. "Vuestra presencia aquí marcará el comienzo de una nueva era, pero también trae consigo grandes desafíos."
De repente, el suelo comenzó a temblar violentamente. Grietas mágicas se abrieron a su alrededor, emitiendo destellos de luz cegadora. De estas grietas surgieron figuras familiares, cada una rodeada de una energía única.
Saul emergió envuelto en llamas doradas, el poder del Phoenix ardiendo intensamente a su alrededor. Jhossan apareció a su lado, con escamas de dragón resplandeciendo bajo la luz del portal. Gabriel, emanando un aura de todos los poderes, se materializó con una expresión de determinación. Stephanie, con el poder del Infinito, irradiaba una energía interminable y brillante.
Isaías, con serpientes mágicas alrededor de su cuerpo, apareció con el poder de la magia de Medusa. Maricarmen, envuelta en un aura de brujería antigua, emergió con ojos llenos de sabiduría y misterio. Sara Yzhoe apareció con un poder desconocido, una energía que parecía desafiar las leyes de la realidad.
Joel, atrapado dentro de un cristal brillante, fue traído a través del portal, su figura inmóvil pero claramente viva. Sarah, con una luz sanadora que emanaba de sus manos, surgió lista para curar cualquier herida. Daniela, rodeada de un aura venenosa, llegó con una sonrisa peligrosa. Melinda, envuelta en corrientes de agua, se materializó con el poder del mar a su disposición.
"Sara, Samuel," dijo Tomas con voz grave, "nuestra familia está aquí, pero debemos prepararnos. El equilibrio de nuestro mundo ha sido alterado, y juntos, enfrentaremos los desafíos que se avecinan."
Samuel apretó la mano de Sara con fuerza, sintiendo la magnitud de lo que estaba por venir. "Estamos listos," dijo, su voz llena de determinación. "Lucharemos juntos."
El grupo de hermanos, cada uno con sus poderes únicos, se preparó para la batalla que les esperaba, sabiendo que su unión sería la clave para restaurar el equilibrio en los Reinos Ocultos.
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Reinos ocultos el renacer de la magia
RandomSamuel y Sara A. se embarcan en una nueva aventura a través de los Reinos Ocultos, enfrentando desafíos inimaginables y desentrañando secretos antiguos. Con la magia renacida y reinos en guerra, el destino del mundo pende de un hilo. ¿Podrán nuestro...