El Ultimo acto

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La feria del colegio estaba en pleno apogeo. Los pasillos estaban llenos de estudiantes y padres, todos disfrutando de las presentaciones, exhibiciones y comida. Sara Macarrulla había recibido una invitación especial para asistir al evento, en parte porque su hermano Tomás había sido un estudiante en ese colegio y la administración pensaba que sería un gesto amable invitarla. La ocasión también serviría para que Sara se reuniera con viejos conocidos.
La última presentación estaba a punto de comenzar, y una atmósfera de anticipación llenaba el aire. La feria, que normalmente habría sido un evento alegre y familiar, estaba a punto de convertirse en una pesadilla. Stephanie Macarrulla, con una sonrisa enigmática, se preparaba para su acto final.
Stephanie se levantó con gracia del lado del escenario, su presencia capturando la atención de todos los presentes. Con una elegancia inquietante, se acercó al micrófono, su voz resonando en el auditorio con un tono seductor. "Hoy les presentaré un poema que refleja la dualidad de la existencia, la luz y la sombra que coexisten en nuestro mundo."
Sus palabras flotaban en el aire mientras recitaba su poema. Las imágenes que pintaba con sus versos eran hermosas pero inquietantes, hablando de la belleza en la oscuridad y el caos que puede surgir de la calma. La audiencia escuchaba embelesada, sin saber que este era el preludio de una tragedia.
De repente, el ambiente cambió drásticamente. Sin previo aviso, Stephanie alzó las manos, invocando un hechizo con una fluidez temible. Las puertas del auditorio se cerraron de golpe con un estruendoso estruendo, y las luces parpadearon antes de apagarse completamente, sumiendo el espacio en una penumbra opresiva. Un calor sofocante comenzó a llenar el aire, y una sensación de malestar se apoderó de todos.
En la oscuridad, un escalofriante silencio se hizo presente, roto solo por el sonido inquietante de la respiración agitada y los murmullos de sorpresa y miedo de los presentes. En medio de esta confusión, Tomás Macarrulla emergió de las sombras, su figura imponente y sus ojos brillando con una intensidad sobrenatural.
Con una rapidez despiadada, Tomás atacó a un estudiante, mordiendo su cuello y bebiendo su sangre. El olor a sangre provocó una reacción en cadena incontrolable. Los vampiros presentes no pudieron contenerse y se lanzaron sobre las víctimas, mientras los lobos, al percibir el aroma de la carne, se unieron al frenesí de la carnicería. Las brujas y elfos también se unieron, desatando un caos absoluto en el auditorio.
Stephanie, observando desde el escenario, manipuló a todos sus hermanos y a las criaturas presentes para que se unieran al caos. La sangre y el sufrimiento se extendieron rápidamente por el auditorio.
La escena en el auditorio se transformó en un campo de batalla desolador. La oscuridad, potenciada por el hechizo de Stephanie, hacía que la violencia fuera aún más aterradora. El ambiente se llenó de gritos de terror, el sonido metálico de los colmillos y las garras, y el olor penetrante de la sangre y la carne desgarrada.
Los Vampiros:
Los vampiros, al sentir el aroma de la sangre, entraron en un estado de frenesí. Sus ojos, antes cálidos y humanos, ahora brillaban con una intensidad sanguinaria. Se lanzaron sobre los estudiantes y el personal con una ferocidad implacable. Sus colmillos, afilados como cuchillas, desgarraban la piel con facilidad, y la sangre fluía en torrentes. El suelo del auditorio se cubrió de charcos rojos, y las víctimas caían una tras otra, incapaces de defenderse.
Los Lobos:
Los lobos, en su forma más salvaje, aullaban y gruñían mientras se abalanzaban sobre cualquier ser que se cruzara en su camino. Su fuerza bruta y garras afiladas les permitían matar y mutilar con facilidad. La presencia de carne fresca desencadenó un comportamiento instintivo, y se lanzaron a devorar a los caídos con una voracidad desmedida. Los cuerpos eran desgarrados y despedazados en cuestión de segundos.
Las Brujas:
Las brujas, con sus habilidades mágicas, conjuraban hechizos oscuros que causaban caos y destrucción. Sus encantamientos hacían que el ambiente se volviera aún más hostil, lanzando ráfagas de energía que golpeaban a los indefensos y encendían incendios en los rincones del auditorio. Sus risas crueles se mezclaban con los gritos de dolor, añadiendo una capa adicional de horror a la escena.
Los Elfos:
Los elfos, que normalmente se mostraban como criaturas elegantes y enigmáticas, ahora revelaban un lado salvaje. Con su agilidad y destreza, se movían entre las sombras, atacando a quienes intentaban escapar. Sus flechas y espadas, anteriormente usadas para la protección y la belleza, se convirtieron en herramientas de destrucción y muerte. Cada movimiento era preciso y mortal, contribuyendo al caos general.
En medio de esta carnicería, la figura de Stephanie permanecía en el escenario, observando con una sonrisa satisfecha. Su hechizo mantenía a todos atrapados en el salón, sin posibilidad de escapar. El caos y la desesperación que había desatado eran un testimonio de su poder y su falta de humanidad.
Tomás observaba el caos desde una esquina oculta del auditorio, su rostro una mezcla de satisfacción y preocupación. Había cumplido su parte del plan al desatar una masacre brutal, pero aún quedaban piezas cruciales en su esquema que necesitaban ser manejadas con cuidado. Sus manos, aún manchadas de sangre, temblaban ligeramente mientras trataba de mantener el control sobre la situación.
Tomás había llevado a Massiel y a los cinco profesores (Deyme, Laura, José, Arturo, Evelin y Elizabeth) a las oficinas del colegio, un área estratégica que había sellado con un hechizo para garantizar que nadie pudiera entrar ni salir. Los profesores, aterrorizados y confundidos, se encontraban atrapados en el interior, sin saber qué había sucedido con el resto del colegio. Tomás sabía que debía hacer algo para mantener su control y manipular la situación a su favor.

Reinos ocultos el renacer de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora