—Hmm—
—Hmm—
—Vamos, hmm, Uffff— en voz baja.Eso esta lo que escuchaba, lo que veía era algo que mis ojos todavía no creían, yo me quedé tapado con mi sábana, observando por una rendija, me ardía él cuerpo y las ganas.
James estaba frotando su pene sin parar, menuda bestia, cada vez lo hacía más duro, hasta que un chorro de su semen corrió por todo su abdomen, rápidamente toma su camisa y se limpia, al terminar huele la camisa soltando un suspiro de satisfacción, la esconde debajo de la cama y se queda completamente rendido.
Ahora no podía dormir, tenía unas ganas inmensa de saltar a su cama y hacerle de todo, así que respiré profundo y cerré mis ojos lo más fuerte que pude.
Los rayos del sol me despiertan temprano, sintiendo un ligero ruido en la cocina, salgo de mi habitación y me dirijo hacia la cocina, ahí estaba mi tía dándome los buenos días, me da un beso en la frente y me dice-
—Ya está listo el desayuno, compártelo con James, tu tío me espera en las afueras de la casa para ir al pueblo, en la tarde regresamos, disfruten y pásenla bien—Sale por la puerta lanzándome un beso.
Me asomo en la habitación y veo que James está dando vueltas encima de la cama, de seguro ya se va a levantar, voy al baño y me lavo la cara y los dientes, salgo a la cocina y tomo una porción del desayuno y comienzo a comer, a los cinco minutos de estar ahí sale James de la habitación si camisa y en ropa interior,
—Muy buenos días, como durmió mi querido primo—dice con demasiada alegría
—¿Primos?— digo riéndome mientras le doy un bocado al pan.
—Bueno, ¿somos como familia no?-pregunta-
—Bueno si tú lo dices—respondo a su pregunta
Se va acercando a la mesa arrascándose sus zona íntima, zona que estaba bastante despierta, todos sabes qué es lo que nos pasa a los hombres al despertar. Se acerca a mí y me dice mientras me devora un pedazo de pan que tenía en la mano.
—¿Qué haremos hoy?
Solamente levante mis hombros y dije—
—¡Lo que quieras!—
El alza un pulgar a arriba y me dice que se dará una ducha, no podía mirarlo a los ojos después de haberlo visto anoche dando lo mejor de sí mismo. Entra al baño y yo me dirijo a la habitación, su camisa ya no estaba, de seguro la tomó para que no me diera cuenta, si él supiera.
Estoy sentando en la cama cuando escucho que me comienza a llamar desde el baño
—¡Marco!, ¡Marcos,— ¿Me puedes alcanzar la toalla, está entre mis cosas.
Automáticamente agarro su toalla y voy a llevársela, él abre la puerta, yo discretamente giro mi cabeza para no ver nada y se la doy,
—¡Para que giras la cabeza, ya me has visto la polla—Me dice mientras toma la toalla y roza mi muñeca.
Me río y le digo, solo es cuestión de respeto, no tengo porque verte la polla todo el tiempo, él se ríe y me dice que no lo importaba, que él estaba seguro de sí mismo.
No me lo tomé tan personal y salgo al patio y me siento en el sillón a tomar una taza de café, a los pocos minutos llega él, aseado, con un olor especial, me preguntaba si me habían comido la lengua los ratones,
—¿Cómo has dormido?— me pregunta mientras bebe un sorbo de café.
Le dije que genial, que me costó un poco dormir pero cuando lo logre caí como un bebé.El puso una cara de alivio y siguió bebiendo de su café, en unos instantes pone sus pies encima de mis mulos y comienza a charlar conmigo, me decía que quería estudiar idiomas y salir a conocer otros lugares, yo le conté de mis cosas y entablamos un buen tema de conversación, me dejé llevar y cuando me di cuanta mis manos estaban masajeando su pies, él no me decía nada, solamente me dijo
—Deberías dedicarte a dar masajes, tienes buen control en tus manos—, yo seguía aún más, tomé sus pies y comencé a frotarlos delicadamente, solo había que observar su rostro, estaba encantado, veo que su mano la pone en su abdomen y comienza a bajarla, a los segundos la misma, estaba aguantando su pene, lo estaba apretando, al parecer había tenido una erección mientras lo masajeaba, el nota que yo estaba fijamente mirando sus partes y se levanta, disimula y me dice.
—Quieres ir a ver a los caballos—
No me negué y fui de inmediato con él,habían dos, pero uno de ellos era indomable, no se dejaba tocar, así que decidimos ir a por el otro, después de estar acariciándolos, decidimos montarlo, lo ideal era que él montara un rato y yo después.Él se monta primero y me dice, a la vuelta te montas tú, yo lo miré un poco asustado, nunca había montado uno, él me estira la mano y dice.
—Ven!, súbete aquí delante te enseñaré, no temas—
Yo accedí y me monté, él me tomó de las manos y las llevo a las riendas, me explicaba como debía manejarlo y me guiaba por el camino correcto, me tenía agarrado, para que yo me desenvolviera me toma por la cintura y me dejó que hiciera el resto, ahí estuvimos un buen rato, él notó que me resbalaba y me jaló fuertemente hacia él, mis nalgas rosaban sus partes, el trote del caballo hacía que brincara sobre pelvis, prácticamente estaba sentado en sus piernas, cada vez más sentía su sudor, su respiración y sus manos aguantándome toda la cintura.Al bajarnos me pregunta—¿Te ha gustado?-
—Sí!, me ha encantado— le digo con cara abobada—
—Vez!, ya te he enseñado a montar caballo—dice mientras me masajea el pelo.
El me comenta que una vez cuando era pequeño se cayó de uno y se hizo una herida por debajo de su abdomen, se levanta la camiseta y ahí estaba su cicatriz.
—!Tócala!—dice mientras va agarrando mi mano— suavemente la toco, era raro, pero lindo a la vez, estábamos muy de cerca, la cicatriz llegaba un poco más abajo del abdomen, él se baja un poco el short y baja mi mano hasta donde termina, podía ver sus vellos, de repente tengo una erección, estaba un poco apenado, temía que se diera cuenta, el se acerca y me abraza, me abraza tan fuerte que mi pene erecto estaba chocando con el suyo.
El me aparta un poco y dice—¡Diablos, se te ha puesto re dura.
Comenzó a reír de la pena, mis cachetes se enrojecieron y rápidamente pongo mis manos para taparme.
—Tranquilo, no eres el único que ha tenido una erección en lo que va de día—Me mira y me hace una seña pícara....