Capítulo 2

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A la mañana siguiente, mientras tomaba mi turno en la cafetería, no podía dejar de pensar en Pablo. No sé por qué me afectaba tanto. Pero significaba algo más. Había una promesa implícita en esas palabras, una invitación a algo que no terminaba de entender, pero que comenzaba a inquietarme.

-Pedri, ¿me pasas el pedido de la mesa seis? -la voz de Carla, una de mis compañeras, me sacó de mis pensamientos.

-Sí, claro -dije, tomando la bandeja y dirigiéndome a la mesa indicada.

Intenté concentrarme en el trabajo, pero mi mente volvía una y otra vez a la misma cuestión: ¿debería enviarle un mensaje? Algo en mí quería hacerlo, pero otra parte, la parte más racional, me decía que debía esperar. No quería parecer demasiado ansioso, y tampoco estaba seguro de qué era lo que realmente buscaba Pablo.

El día transcurrió con la misma rutina de siempre, sirviendo cafés y pasteles, limpiando mesas, y asegurándome de que todo estuviera en orden. Pero había una tensión subyacente que no me dejaba en paz, una especie de expectativa que me seguía a cada paso.

Finalmente, mi turno llegó a su fin. Me cambié de ropa rápidamente, deseando salir de la cafetería y despejar mi mente. Mientras me ponía la chaqueta, mi móvil vibró en el bolsillo. Lo saqué, esperando que fuera un mensaje de mi madre o algún recordatorio de la universidad, pero no era ninguno de esos. Era un mensaje de Pablo.

"¿Cómo va tu día? Espero no haberte distraído mucho ayer."

Sentí un leve cosquilleo en el estómago al leerlo. La forma en que lo había escrito, tan casual, como si no hubiera hecho nada especial, me hizo sonreír. Pensé en qué responder, no quería parecer demasiado nervioso ni demasiado indiferente.

"Todo bien, trabajando como siempre. ¿Y el tuyo?"

El mensaje fue directo y sencillo, pero no pasó mucho tiempo antes de que Pablo respondiera.

"Estuve pensando en lo que hablamos ayer. Me gusta la idea de tomarnos nuestro tiempo. Creo que podemos divertirnos con eso."

Releí el mensaje varias veces, tratando de descifrar el verdadero significado detrás de sus palabras. Había algo juguetón en el tono, pero también una especie de sinceridad que no esperaba. Era como si Pablo realmente se interesara en explorar lo que fuera que había entre nosotros, sin presionarme.

Antes de que pudiera responder, mi móvil vibró de nuevo.

"Estaré por la cafetería en un rato. ¿Te importa si paso a saludarte?"

Mi corazón se aceleró. Pablo quería verme, y aunque no lo había dicho directamente, estaba claro que no era solo una visita casual. Quería comprobar algo, tal vez ver si seguía interesado en la extraña dinámica que habíamos empezado a construir.

"Claro, estaré aquí un rato más. Nos vemos."

Envió un pulgar hacia arriba como respuesta, y sentí que una ola de nerviosismo me invadía. Sabía que lo vería pronto, y aunque no era la primera vez, esta vez se sentía diferente. Había algo en juego, aunque no estaba seguro de qué exactamente.

Salí de la cafetería, intentando relajarme mientras caminaba por el campus. El aire fresco me ayudó a calmar un poco los nervios, pero la anticipación seguía ahí, latente bajo la superficie. No quería parecer demasiado entusiasmado, pero tampoco quería mostrarme indiferente.

Después de unos minutos, decidí volver a la cafetería. Al entrar, lo vi sentado en una de las mesas del fondo, con su habitual aire de despreocupación. Sus amigos, Ansu, Fermín y Lamine, no estaban a la vista. Parecía que esta vez había decidido venir solo.

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