Capítulo 26

114 16 3
                                    

No había nada mejor que una mañana tranquila en casa, especialmente después de la semana que habíamos tenido. Pedri y yo habíamos pasado por una montaña rusa de emociones, entre las compras para el bebé, las visitas de los chicos, y, por supuesto, los altibajos de su embarazo. Aún así, me encantaba cada segundo de esta etapa, incluso los momentos más complicados. Después de todo, pronto seríamos una familia, y eso lo hacía todo más llevadero.

Esta mañana, en particular, estaba disfrutando de un momento de relajación en el sofá, riéndome a carcajadas de un mensaje que me había mandado Max. Sabía que Max era un bromista, pero esta vez había superado todas mis expectativas con el meme ridículo que me había enviado sobre bebés y carreras de Fórmula 1. A medida que seguía riéndome, sentí que la atmósfera en la sala cambiaba. De repente, todo se volvió tenso. Giré la cabeza y vi a Pedri mirándome desde el otro lado de la habitación, con una expresión que no podía describir exactamente... pero definitivamente no era una expresión alegre.

—¿De qué te ríes tanto? —preguntó, su tono ya un poco cortante.

Me quedé un poco sorprendido, levantando la mirada de mi teléfono para verlo. No pensé que el meme hubiera sido tan importante como para justificar una explicación, pero noté que algo más pasaba.

—Nada importante, solo un mensaje de Max —respondí, todavía con una sonrisa en el rostro.

Pedri no se movió. De hecho, su ceño se frunció aún más, y empezó a caminar lentamente hacia mí, cruzando los brazos sobre su pecho.

—¿De Max, eh? —murmuró, aunque su tono no me convencía en lo más mínimo. Tenía esa mirada, la mirada que indicaba que algo estaba a punto de explotar.

Dejé el teléfono en la mesa, intentando captar qué estaba pasando. Pedri era impredecible a veces, y especialmente durante estos meses, podía saltar de estar completamente bien a sentir que todo estaba en su contra en cuestión de segundos.

—Sí... ¿Qué pasa? —pregunté, confuso. Pero incluso antes de terminar la pregunta, Pedri soltó un suspiro exagerado, y supe que algo había malinterpretado.

—Claro, claro... Solo Max —dijo, rodando los ojos—. ¿Y por eso te ríes tanto? ¿Por un mensaje de Max? Me parece que algo no cuadra.

Ahora estaba completamente desconcertado. ¿De dónde venía esto?

—¿Pero qué? Pedri, solo me mandó un meme sobre carreras de bebés... no es nada importante —traté de aclarar, levantándome para acercarme a él, pero Pedri retrocedió, como si lo hubiera ofendido con mis palabras.

—¡Ah, claro, un meme! —exclamó, y ahora su tono definitivamente era de berrinche—. ¿Y qué, Max también te manda flores? ¿O es que hay alguien más?

Me detuve en seco. ¿Alguien más? ¿De qué estaba hablando?

—Pedri, cariño, no entiendo... ¿De verdad piensas que me estoy riendo con alguien más? —pregunté, pero ya sabía que estaba pisando terreno peligroso. Pedri, cuando se ponía así, no había lógica que valiera.

—¡Claro que sí! —respondió, lanzando las manos al aire—. ¡Llevas semanas actuando raro! Y ahora te veo riéndote solo con el teléfono, ¿y qué tengo que pensar? ¡Que tienes a alguien más!

Sentí una mezcla de incredulidad y ganas de reírme por lo absurdo de la situación. Pedri estaba convencido de que me estaba riendo con alguien más... ¿por un meme?

—Pedri, por favor... —empecé, tratando de calmar la situación, pero antes de que pudiera decir más, vi cómo se le llenaban los ojos de lágrimas. Y ahí fue cuando me di cuenta de que esto iba mucho más allá de un simple malentendido. Las hormonas del embarazo lo tenían más sensible que nunca, y esto era un berrinche en toda regla.

Melodías para tu corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora