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Maksim se acomodó en la silla junto a la cama de Naisha, observando su respiración tranquila. La habitación estaba en calma, interrumpida solo por el suave pitido de los monitores y el murmullo ocasional de las enfermeras.

—Lo estábamos esperando, General Farom —dijo una de las enfermeras al entrar. —Ya vamos a proceder a quitarle la entubación endotraqueal a la capitán Gold y necesitamos que haya un testigo que certifique que todo se está haciendo según el protocolo.

—Perfecto. ¿Qué necesitan que haga? —preguntó Maksim, levantándose de inmediato.

—Vamos a pasar a la habitación contigua para que se cambie a ropa esterilizada —explicó la enfermera—. La capitán Gold será limpiada y preparada para el procedimiento. Usted solo estará presente durante el proceso de desentubación, no se preocupe.

Maksim asintió, siguiendo las indicaciones. Se dirigió a la habitación contigua, donde se cambió a la ropa esterilizada proporcionada por el personal. Mientras se preparaba, su mente estaba centrada en Naisha y en el próximo paso en su recuperación.

Una vez listo, regresó a la habitación de Naisha, donde las enfermeras se estaban preparando para el procedimiento. La capitán seguía dormida, y Maksim se aseguró de estar a la distancia adecuada para no interferir, pero lo suficientemente cerca para estar al tanto de todo.

Las enfermeras comenzaron a preparar a Naisha para la desentubación. Cada movimiento era realizado con precisión y cuidado, reflejando la seriedad del procedimiento.

—Estamos listos para comenzar —dijo la enfermera principal, mirando a Maksim. —Usted puede observar y certificarnos que todo se realiza conforme al protocolo.

Maksim se acercó a la cabecera de la cama, observando cada detalle con atención. Las enfermeras procedieron a retirar cuidadosamente el tubo endotraqueal, verificando los signos vitales y asegurándose de que todo estuviera en orden.

—Capitán Gold, estamos retirando el tubo de respiración. Respire profundamente y trate de relajarse —dijo la enfermera con tono calmado.

Maksim observó atentamente, manteniéndose al margen pero listo para intervenir si fuera necesario. Finalmente, el tubo fue retirado con éxito, y Naisha respiró profundamente, aunque con dificultad.

—Todo ha salido bien —confirmó la enfermera—. Ahora procederemos a monitorear sus respiraciones y a ajustar el oxígeno según sea necesario.

—Disculpen la tardanza, estaba en una operación —dijo Frank con tono profesional y calmado, dirigiéndose a Maksim y a Naisha—. Es bueno verte despierta.

Naisha le saludó con la mano y le sonrió, pero incluso ese pequeño gesto le provocó molestias.

—Vine para ayudarte a hablar y que no te sea incómodo. Debemos tener cuidado para no forzar tus cuerdas vocales, especialmente después de la intubación. —Frank se acercó y comenzó a explicar—. En lugar de empezar a hablar de inmediato, te sugeriría que hagas sonidos guturales suaves. Esto ayudará a que tus cuerdas vocales se adapten gradualmente al proceso de hablar sin generar tensión excesiva.

En ese momento, una de las enfermeras entró con una bandeja de té.

—Este es un té sin cafeína, está tibio, casi a temperatura ambiente. Esto ayudará a lubricar tu garganta y a preparar el estómago —explicó la enfermera mientras ayudaba a Naisha a recostarse para beber—. Te hemos alimentado a través del tubo, así que todo lo que has ingerido ha sido líquido. Evitaremos los sólidos por un tiempo para no irritar tu sistema digestivo.

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