゜ 🥋 ◌ ○ ℱ𝗈𝗎𝗋

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Un señor llegó al lugar donde se suponía que trabajaba

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Un señor llegó al lugar donde se suponía que trabajaba. Me pidió si podía arreglar la computadora que llevaba. Me dijo que en esta tenía fotos de las vacaciones de su boda. El señor de la computadora dijo que regresaría en aproximadamente una hora. Le pedí la contraseña, y este me la dio. Al irse, agarré la computadora y decidí salir por la puerta trasera, donde me encontré con mis amigos que inmediatamente tomaron la computadora. Me quité la camiseta y la tiré donde estaba el verdadero Eddie.

Empezamos a vender la computadora, y había tres tipos dispuestos a pagar 400 dólares sin hacer ni una sola pregunta. Tomé mi patineta para dirigirme a casa cuando un papel amarillo llamó mi atención. Era un anuncio de karate, pero eso no fue lo que más me sorprendió. Lo sorprendente era que quien aparecía en la foto era nada más y nada menos que mi odioso padre.


Narrador omnisciente

Johnny caminaba por la calle mientras tomaba y recordaba lo que la madre de Miguel le había dicho. Se percató de un anuncio de LaRusso Autos y tuvo una idea.

Por la mañana, en la casa de los LaRusso, Daniel intentaba arreglar las cosas con su hija Sam, quien lo evitaba después de que la avergonzara la noche anterior frente a su novio Kyler. Intentó de todo para que ella bajara a hablar con él, incluso preparó su comida favorita, pero no resultó. Ella se fue de casa sin más. Al percatarse de esto, Daniel subió a su auto y, mientras conducía hacia su trabajo, hablaba con su esposa Amanda, quien debía decirle algo. Ella le mencionó el cartel, pero cuando Daniel preguntó qué le había pasado, vio el anuncio con su cara, pero con un dibujo obsceno en la boca. Hizo una denuncia oficial, pero al no saber quién lo había hecho, no se podía hacer mucho.

 Hizo una denuncia oficial, pero al no saber quién lo había hecho, no se podía hacer mucho

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Mi madre seguía preocupada por lo que había pasado la noche anterior. Aunque le decía que estaba bien, simplemente no lo entendía. Me dio un poco de hielo para las costillas y le agradecí, pero ella insistía en que le dijera quién me había hecho esto. Le respondí que solo empeoraría las cosas. Ella intentó contradecirme, a lo que respondí: "Si tuviera más clases, quizá...". deje mis palabras en el aire, ya que escuché un "No" salir de su boca. Entonces, comencé a defender a mi sensei, porque él no tenía la culpa de lo que me había pasado, pero solo escuché otro "No, no más karate". Mi madre empezó a decir que mi sensei era un fracaso y lo juzgó sin conocerlo, lo que me llevó a defenderlo aún más.

𝕹𝖊𝖜 𝕽𝖔𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖈𝖘 - Robby KeeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora