゜ 🥋 ◌ ○ ℱ𝗂𝗏𝖾

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Mi alarma comenzó a sonar

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Mi alarma comenzó a sonar. Me levanté motivado, me puse los audífonos y empecé a hacer ejercicio: correr, hacer lagartijas, y entrenar con el sensei. Él empezó a confiar en mí más que en nadie. Me entrenaba para todo.

Dos chicas entraron al dojo; las reconocí de inmediato, eran Isabella y Aisha. Mi sensei dijo que en Cobra Kai no hay chicas, así que hablé con él, diciéndole que ellas tenían dinero, es decir, que podían pagar por estar ahí. Al final, logré convencer al sensei de admitirlas.

El sensei Lawrence comenzó a preguntarles a ambas chicas por qué estaban ahí. Aisha habló sobre el bullying que recibía y los mensajes anónimos. Isabella, por otro lado, dijo que estaba ahí por diversión, lo que dejó al sensei confundido, ya que esto no era algo divertido para él.


Había ido al supermercado a comprar las pizzas favoritas de mamá; quería pasar tiempo con ella, ya que hacía mucho tiempo que no estábamos juntos

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Había ido al supermercado a comprar las pizzas favoritas de mamá; quería pasar tiempo con ella, ya que hacía mucho tiempo que no estábamos juntos. La extrañaba demasiado. Pero al llegar a casa con las pizzas, ella se negó a mi propuesta, no de manera grosera, fue amable, pero me dijo que debía salir y que estaría ocupada. Mencionó que tenía que conocer a un hombre, y que cuando yo creciera, me olvidaría de ella.

Se le olvidó decirme un pequeño detalle: mi padre había ido a verla. Ella me contó que él quería que me fuera a vivir con él, pero mi madre se negó y lo tomó como un chiste, diciendo que lo hacía para no pagar la cuota alimentaria. A esto, respondí optimista diciendo, "Bueno, ¿cómo lo sabes?" y ella me respondió con un "Confía en mí, conozco a tu padre", mientras me daba un beso en la frente y se iba de la casa.


Narrador omnisciente 

Yasmine y Moon estaban en el auto de Moon, fumando una hierba que la madre de Moon le había regalado en su cumpleaños. De repente, vieron a una indigente que pedía dinero. Yasmine le dijo a Moon que la ignoraran.

—Me siento mal por ignorarla —dijo la castaña—. ¡Dios, hicimos contacto visual! —añadió, desesperada.

—¿Ves lo que hiciste? —replicó la rubia.

𝕹𝖊𝖜 𝕽𝖔𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖈𝖘 - Robby KeeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora