Castigo

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- ¿Debo tener miedo?

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- ¿Debo tener miedo?

- Oh, no es nada malo. Creería que incluso te alegrarás de haber perdido.

Dudoso, pooh obedeció sin peros. Cuando su piel entró en contacto con la fría superficie de madera, sintió como la abundante humedad resbalaba por sus pliegues, y confirmó que estaba haciendo un desastre. Esperó que pavel no lo note, ya que lo avergonzaba.

No había forma de que tanta humedad sea normal. Cuando estuvo acomodado como el menor le indicó lo miró, expectante.

- Dos reglas - inició pavel-. No puedes pararte de la silla hasta que yo lo diga, y no puedes usar tus manos de ninguna forma. Manos sujetas al borde de la silla, por favor.

Pooh no estaba acostumbrado a no ser quien dominaba estas situaciones. Sin embargo, estaba descubriendo que le encantaba el lado autoritario de Pavel. Además, podía ver genuino placer en sus ojos al llevar la voz de mando, y verlo disfrutar era todo lo que quería. Por encima de todo, para el siempre estuvo el placer de Pavel. Se colocó como se lo pidió, y el castaño sonrió satisfecho. Se subió a la cama y se sentó en el centro.

- Ahora solo disfruta, cariño.

Se acomodó sobre sus rodillas y echó su cabello hacia atrás. Estaba precioso, una deliciosa mezcla de dulzura y erotismo. Su piel pálida se veía tan suave que Pooh solo quería recostar sus mejillas en el. Los chupetones resaltaban en su cuerpo, y los acarició orgulloso.

- Me encanta que me marques.

Con la mirada más seductora del mundo, bajó sus manos hacia sus pezones. Los apretó a la vez, liberando un pequeño jadeo. Pooh tembló en su silla, ansioso por ser el quien tenga las manos sobre su cuerpo. Pavel rió ante la impaciencia y sin quitar los ojos de Pooh, tomó sus pezones entre las puntas de sus dedos y dio un tirón suave, experimental. Una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo, y liberó el primer gemido.

- Pooh...

Los ágiles dedos jugaron con sus pezones un rato más. De vez en cuando, en respuesta
a una caricia especialmente placentera, las caderas de Pavel se movían suavemente hacia adelante. Había descendido hasta que su centro casi tocaba el edredón, y aún seguía sobre sus rodillas, con las piernas abiertas. Pooh tenía una vista perfecta de su interior empapado.

Como si le leyera la mente, las manos de Pavel bajaron por su abdomen, y acariciaron su cintura y su pelvis con lentitud. El menor buscó la mirada de su acompañante, y cuando logró sostenerla, le guiño un ojo, mordió su labio inferior y bajó una de sus manos hasta su entrada.

Pooh casi se desmaya en ese instante. Ver a pavel tocarse había sido durante muchos años una de sus más grandes fantasías. Se lo llegó a insinuar una vez, pero el menor era algo tímido, y con besos lo convenció de que prefería que el lo toque. Luego de eso, no lo intentó más, tenía miedo de incomodarlo. Sin embargo, nunca dejó de ser uno de sus más grandes deseos, y presenciarlo ahora, con la nueva actitud traviesa de Pavel, lo tenía al borde de la locura.

Teenage dream [Poohpavel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora