Regreso a Japón

127 30 0
                                    

Cuando el avión despegó, sintió el estómago subir hasta su garganta.

Había olvidado la ansiedad provocada por lo desconocido, aquella que sólo experimentó tres veces en su vida anteriormente: la primera, cuando se paró en el escenario frente a 6 personas interesadas en el espectáculo de magia de un joven novato y desconocido. La segunda, cuando acudió a la entrevista de trabajo que definiría su futuro en la televisión.

Y la tercera, cuando conoció al adolescente que devolvería el mundo como era antes de la petrificación.

Creyó que, tras tal suceso y de todos los que le vinieron acompañados, ya nada le provocaría sorpresa, por ello, le resultaba curioso sentir el vacío del estómago acompañado de una taquicardia en el trayecto.

Curioso, si, más no inesperado.

Y es que, adoptando la postura científica de cierta persona para dar explicación, lo que estaba experimentando no era más que la reacción fisiológica ante el evento que se estaba avecinando con demasiada rapidez, pues el regresar a Japón para la boda de Taiju y Yuzuriha implicaba también volver a verlo... Y buscar el momento oportuno para tener la conversación que aplazó por unos cuantos años.

Se removió en su asiento para acomodarse justo en el momento en que notificaron que ya podían descender del avión. Sintió el piso temblar bajo sus pies cuando por fin tocó tierra firme y tragó saliva, igual que cuando se vio al espejo mientras vestía su viejo atuendo pensando que le devolvería un poco de serenidad que tanto necesitaba. Pero lejos de tranquilizarse, lo único que logró fue sucumbir a la inquietud, por lo que su única salida fue aferrarse a la máscara de "el mentalista" e ir al encuentro de Francois, quien aguardaba junto a la escalera.

—¡Cuánto tiempo, Francois-chan! —saludó mientras se dirigía al asiento trasero del auto. El mayordomo devolvió el saludo con una sonrisa y se colocó frente al volante, poniendo en marcha el vehículo que distaba mucho del que alguna vez manejó Gen—. ¡Pero qué increíble! ¿Cuántos años han pasado desde que estuve en Japón? ¡Soy un mentalista, no un diplomático!

—Reunir a los países del nuevo mundo necesita de una explicación y negociación —le recordó mirándolo por el retrovisor—. Tus habilidades son indispensables, Gen-sama.

—Está bien, pero tenía que volver a casa por esto.

Le devolvió la sonrisa por el espejo y Francois puso los ojos en el camino, sin embargo, Gen se quedó un tiempo más observando su reflejo mientras continuaba la charla en piloto automático.

A la distancia, pudo distinguir las líneas de expresión que se dibujaban en varias partes de su rostro y, si sus ojos no lo engañaban por culpa del viento, pudo percibir unos cuantos cabellos blancos en el lado de la cabeza que no deberían estar. ¿No se suponía que apenas estaba en sus treintas? ¿En qué momento empezó a lucir tan mayor? Aunque, pensándolo bien, pasó la última década siendo consumido por el estrés de cada aventura que vivió con el Reino Científico. Y, pese a encontrar la relativa paz para continuar el progreso de la civilización, sus días como diplomático no le dejaban descansar del todo.

Reprimió el impulso de palpar su rostro en búsqueda de algún otro signo de madurez y volvió al presente, recordando que si bien su principal pretexto para huir de sus responsabilidades era la boda, tenía otro objetivo personal también. Las reuniones con gobernantes podrían esperar durante las dos semanas que tomaría de vacaciones, pero el darles respuesta a sus sentimientos por Senku, aquellos que llevaba años oprimiendo para no generar conflictos, no.

Un par de años atrás, poco antes de que la misión para derrotar al Whyman se pusiera en marcha, él y Senku tuvieron un momento a solas qué en sí mismo daba pie para confesarse, pero logró reprimirse a tiempo.

Gen no podía interferir de esa manera en la mente del científico cuando ya se encontraba lo suficientemente estresado por el viaje. Tampoco podía sabotearse de esa manera, necesitaría aguardar a una época relativamente tranquila para calmar sus sentimientos si las cosas no terminaban bien. Por lo tanto, ya que la misión concluyó con éxito, no habría problema de esperar unos minutos más, por lo que al arribar a la boda se permitió olvidar el tema para celebrar el amor de sus amigos y ponerse al corriente con todos.

El aire estaba lleno de risas y alegría mientras el sol se ocultaba hacia el horizonte, envolviendo con mayor calidez el ambiente festivo cuando todos brindaron con copas de champán en la mano. Taiju, con su característica sonrisa amplia, estaba disfrutando el evento tanto como cualquiera y junto a Yuzuriha agradecieron a los presentes por acudir a su segundo día de boda.

Gen, por otro lado, trataba de sumergirse en el espíritu festivo, pero su mente estaba distraída. Había momentos en los que su mirada se perdía en el bullicio buscando a alguien que no estaba presente y, cada vez que eso sucedía, sentía una pequeña punzada de nerviosismo. Sin embargo, hizo un esfuerzo consciente por mantener la compostura y celebró con entusiasmo.

El evento transcurrió con un aire despreocupado hasta que, como era de esperarse, la conversación en las mesas empezó a girar hacia temas más serios. Entre las anécdotas de sus nuevos trabajos, las palabras "super proyecto" comenzaron a salir a la luz, y fue en ese momento que captaron la atención del mentalista.

El equipo científico no se encontraba ese día, puesto que Senku solo les permitió asistir a la boda la tarde anterior, por lo que Chrome, Suika, Kaseki o Joel tampoco no les pudieron dar detalles. Pero a Taiju esto no significó problema, y siempre pensando en los demás, tuvo la idea de llevar un pastel a las instalaciones donde el equipo científico estaba trabajando.

Con una risa contagiosa y la energía inagotable que lo caracterizaba, guió junto con Yuzuriha a todo aquel que quisiera unirse al pequeño viaje.

⁘ ⁘ ⁘ ⁘ ⁘ ⁘ ⁘ ⁘ ⁘

A different kind of human/SenGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora