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La noche era fría y el viento soplaba con fuerza, agitando las hojas secas que cubrían las aceras de Seúl. Jungkook ajustó su abrigo y metió las manos en los bolsillos mientras caminaba por las calles familiares que, después de tantos años, aún conservaban ese aire nostálgico que tanto extrañaba. Habían pasado cinco largos años desde que dejó Corea para seguir su sueño de convertirse en un cantante reconocido a nivel mundial. Ahora, después de haber alcanzado el éxito, sentía la necesidad de volver a sus raíces, a todo aquello que había dejado atrás, especialmente a Yura.

Recordaba perfectamente la última vez que la vio. Fue una despedida apresurada y dolorosa. No tuvo el valor de decirle adiós en persona, así que le dejó una carta explicando sus razones, prometiéndole que algún día regresaría. Pero ese "algún día" se había convertido en años, y aunque mantuvo su promesa, sabía que el tiempo no se detenía y las personas cambiaban.

Mientras caminaba hacia el pequeño café donde solían encontrarse, su mente viajaba a aquellos días llenos de risas y promesas. "¿Cómo estará ahora?", se preguntaba. Sabía que ella había seguido adelante con su vida, pero no tenía idea de cuánto había cambiado. Había evitado contactarla directamente para no entrometerse en su vida, aunque de vez en cuando revisaba sus redes sociales, tratando de encontrar pistas sobre su bienestar.

El café estaba igual que siempre, acogedor y con una atmósfera cálida. Jungkook entró y tomó asiento en una mesa junto a la ventana, desde donde podía observar a las personas pasar. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz familiar de la camarera, quien le sonrió amablemente al reconocerlo.

—Jungkook, ¡cuánto tiempo sin verte! —dijo ella mientras le servía una taza de café.

—Sí, ha pasado mucho tiempo, Hyejin —respondió él, devolviéndole la sonrisa—. Es bueno estar de vuelta.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó Hyejin, curiosa.

—Simplemente necesitaba regresar, ver cómo ha cambiado todo y reconectar con el pasado —dijo Jungkook, tomando un sorbo de su café.

La conversación con Hyejin fue breve, pero suficiente para que Jungkook se sintiera más conectado con su antiguo yo. Mientras observaba por la ventana, una figura conocida apareció en su campo de visión. Era Yura, caminando con una niña de la mano. Su corazón se detuvo por un instante al verlas. La niña, de no más de cuatro años, tenía un sorprendente parecido con él. Los mismos ojos, la misma sonrisa. No podía ser una coincidencia.

Decidió seguirlas discretamente, manteniendo una distancia prudente para no llamar la atención. Las vio entrar en una tienda de ropa infantil, donde Yura parecía estar ayudando a la niña a elegir un vestido. Jungkook no pudo evitar sentirse abrumado por una mezcla de emociones: sorpresa, curiosidad y un poco de miedo.

Esperó pacientemente afuera, tratando de ordenar sus pensamientos. Cuando finalmente salieron de la tienda, Jungkook se armó de valor y se acercó.

—Yura —dijo suavemente, esperando no asustarla.

Yura se volvió lentamente, y al verlo, sus ojos se llenaron de sorpresa y emoción.

—Jungkook… ¿eres tú? —preguntó, incrédula.

—Sí, soy yo. He vuelto —respondió él, tratando de mantener la calma.

La niña, curiosa, miró a Jungkook con sus grandes ojos, y luego miró a su madre.

—Mamá, ¿quién es él? —preguntó con inocencia.

Yura se agachó para ponerse a la altura de la niña y le sonrió con ternura.

—Él es un amigo muy especial, Minji —respondió, acariciando la mejilla de la niña.

Jungkook no podía dejar de mirar a Minji. Había algo en ella que le resultaba tan familiar, y no solo por el parecido físico. Era como si pudiera sentir una conexión especial con ella.

—¿Podemos hablar un momento? —preguntó Jungkook, mirando a Yura con seriedad.

Yura asintió y le pidió a Minji que jugara en un parque cercano mientras ellos hablaban. Una vez que la niña estuvo ocupada en los columpios, Yura se volvió hacia Jungkook.

—No esperaba verte de nuevo, Jungkook —dijo ella con sinceridad—. Han pasado tantas cosas…

—Lo sé, y lamento haberme ido de esa manera —dijo él—. Pero necesitaba seguir mi sueño, y siempre pensé que volvería más pronto.

Yura asintió, comprendiendo. Había pasado mucho tiempo, y ambos habían cambiado. Pero una pregunta quemaba en la mente de Jungkook.

—Yura, esa niña… Minji… —empezó, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. ¿Es ella…?

Yura lo miró directamente a los ojos, y Jungkook supo la respuesta antes de que ella hablara.

—Sí, Jungkook. Minji es tu hija —dijo ella con firmeza, aunque con una sombra de dolor en su voz—. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Quise decirte, pero no sabía cómo, y luego decidí que sería mejor no interferir en tu nueva vida.

Jungkook sintió como si el mundo se detuviera a su alrededor. Su hija. Tenía una hija y no lo sabía. La mezcla de emociones era abrumadora: alegría, tristeza, arrepentimiento y una profunda sensación de responsabilidad.

—Yura, no sé qué decir… —dijo finalmente, tratando de asimilar la noticia—. Lamento no haber estado aquí para ustedes.

—No es tu culpa, Jungkook —respondió ella suavemente—. Tomaste la decisión que creíste mejor en ese momento. Pero ahora estás aquí, y Minji tiene derecho a conocer a su padre.

Jungkook asintió, decidido a no perder más tiempo.

—Quiero ser parte de su vida, si me lo permites —dijo con sinceridad.

Yura lo miró por un largo momento, evaluando su determinación.

—De acuerdo, Jungkook. Minji merece tenerte en su vida. Pero necesitamos tiempo para ajustar todo esto —dijo ella, sonriendo ligeramente—. Vamos paso a paso.

Jungkook asintió, agradecido. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ganarse un lugar en la vida de Minji y, quizás, redescubrir lo que alguna vez tuvo con Yura. Mientras observaba a su hija jugar en el parque, sintió que, después de todo, había encontrado su verdadero hogar.

Our Eyes | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora