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Los días que siguieron al inesperado reencuentro con Yura y el descubrimiento de su hija, Minji, fueron un torbellino de emociones para Jungkook. A cada paso que daba, sentía la carga del tiempo perdido, pero también una renovada esperanza. Estaba decidido a ganarse un lugar en la vida de su hija y a reconstruir el puente hacia Yura, aunque sabía que sería un camino largo y lleno de desafíos.

Jungkook había acordado con Yura que se verían en el parque cercano a su casa para que él pudiera pasar tiempo con Minji. Estaba nervioso, no sabía cómo empezar a formar un vínculo con una niña que no lo conocía, pero que llevaba su sangre. El sol brillaba en lo alto cuando llegó al parque, y vio a Yura y Minji esperándolo en un banco. La niña jugaba con una muñeca mientras Yura leía un libro.

—Hola, Yura. Hola, Minji —dijo Jungkook con una sonrisa, tratando de ocultar su nerviosismo.

Minji levantó la vista y le dedicó una tímida sonrisa antes de esconderse detrás de su madre. Yura se levantó y lo saludó con un gesto cálido.

—Hola, Jungkook. Minji, ¿recuerdas a nuestro amigo especial? —preguntó Yura, alentando a la niña a acercarse.

Minji asintió y miró a Jungkook con curiosidad.

—Hola —dijo en voz baja.

Jungkook se arrodilló para estar a su altura.

—Hola, Minji. ¿Te gusta jugar en el parque? —preguntó con suavidad.

La niña asintió de nuevo y comenzó a sentirse más cómoda. Jungkook sacó una pequeña caja de su bolso y se la ofreció.

—Tengo un regalo para ti —dijo, abriendo la caja para revelar un juego de bloques de construcción de colores brillantes—. Me dijeron que te gustan mucho.

Los ojos de Minji se iluminaron y, por primera vez, se acercó más a Jungkook.

—¡Gracias! —exclamó con entusiasmo, tomando la caja y sentándose en el césped para jugar.

Yura observó la interacción con una mezcla de alivio y alegría. Era evidente que Jungkook estaba dispuesto a hacer un esfuerzo genuino por conectarse con su hija.

—Gracias por esto, Jungkook. Ella necesita tiempo, pero estoy segura de que se llevará bien contigo —dijo Yura, sentándose junto a él en el césped.

Jungkook asintió, mirando a Minji jugar con los bloques.

—Haré lo que sea necesario, Yura. No quiero perder más tiempo —dijo con determinación—. También quiero saber cómo has estado todos estos años.

Yura suspiró, recordando los momentos difíciles y las decisiones que tuvo que tomar sola.

—Ha sido un viaje largo. Cuando descubrí que estaba embarazada, estaba asustada y sola. Mis padres me apoyaron mucho, pero siempre sentí que me hacías falta —confesó—. Me concentré en criar a Minji y en mi trabajo. Fue difícil, pero ella es mi mayor alegría.

Jungkook sintió una punzada de culpa, pero también una profunda admiración por la fortaleza de Yura.

—Lamento no haber estado aquí para ti y para Minji —dijo con sinceridad—. Prometo que estaré aquí para ambas a partir de ahora.

Pasaron la tarde jugando con Minji, hablando y riendo. Jungkook se sentía más conectado con su hija a cada momento. Era increíble cómo una pequeña podía traer tanta alegría a su vida en tan poco tiempo.

Las semanas pasaron, y Jungkook y Minji comenzaron a desarrollar una rutina. Pasaban los fines de semana juntos, explorando parques, visitando museos y disfrutando de actividades que fortalecían su vínculo. Yura observaba con satisfacción cómo Minji se abría cada vez más a Jungkook.

Un sábado por la mañana, Jungkook llegó a casa de Yura para llevar a Minji a un acuario que acababa de abrir. La niña estaba emocionada, y él también. Mientras se preparaban para salir, Jungkook notó un dibujo pegado en la nevera. Era un dibujo de una familia: una madre, un padre y una niña, todos tomados de la mano.

—¿Lo dibujó Minji? —preguntó Jungkook, señalando el dibujo.

Yura asintió, sonriendo.

—Sí, lo hizo hace unos días. Creo que se siente más segura ahora que te tiene en su vida —respondió con ternura.

Jungkook sintió una ola de emoción. Ver ese dibujo lo llenó de esperanza. Sabía que estaba en el camino correcto.

El acuario era impresionante, con enormes tanques llenos de peces de colores, tiburones y medusas. Minji estaba fascinada, y Jungkook disfrutaba cada momento, explicándole los diferentes tipos de criaturas marinas y sosteniéndola en sus brazos para que pudiera ver mejor.

—¡Mira, papá, un tiburón! —gritó Minji emocionada.

Jungkook se detuvo en seco. Era la primera vez que Minji lo llamaba "papá". Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se las arregló para sonreír y abrazarla con fuerza.

—Sí, Minji, es un tiburón. ¿No es increíble? —respondió con la voz entrecortada.

El día fue perfecto. Jungkook se sentía más cercano a su hija que nunca y, al regresar a casa, Yura los recibió con una sonrisa cálida.

—¿Qué tal fue el acuario? —preguntó, notando la felicidad en el rostro de Minji.

—¡Fue genial, mamá! ¡Vi tiburones y peces de muchos colores! —dijo Minji, saltando de emoción.

Yura rió y miró a Jungkook.

—Gracias por hacerla tan feliz, Jungkook —dijo sinceramente.

—Es un placer. Ella es increíble —respondió él, mirándola con cariño.

Los meses continuaron, y la relación entre Jungkook y Yura también comenzó a sanar. Pasaban más tiempo juntos como familia, y aunque aún había muchas cosas por resolver, ambos sabían que estaban en el camino correcto.

Una tarde, mientras Minji jugaba en su habitación, Jungkook y Yura se sentaron en el sofá con una taza de té. La atmósfera era tranquila y cómoda.

—He estado pensando mucho en nosotros, Yura —comenzó Jungkook—. En lo que tuvimos y en lo que podríamos tener nuevamente.

Yura lo miró con curiosidad, esperando a que continuara.

—Sé que cometí errores, y lamento profundamente haberte dejado así. Pero quiero enmendarlo. Quiero estar aquí para ti y para Minji, no solo como su padre, sino también como tu compañero, si me lo permites —dijo con sinceridad.

Yura se quedó en silencio por un momento, procesando sus palabras.

—Jungkook, he pensado mucho en eso también. No es fácil olvidar el pasado, pero he visto cuánto has progresando y lo mucho que te importa Minji. Creo que, con el tiempo, podemos encontrar nuestro camino de regreso el uno al otro —respondió finalmente.

Jungkook sonrió, sintiendo una inmensa gratitud y esperanza.

—Gracias, Yura. Haré todo lo posible por demostrarte que merecemos una segunda oportunidad —prometió.

Mientras Minji entraba corriendo a la sala con una sonrisa radiante, Jungkook y Yura se miraron, sabiendo que, a pesar de todo, estaban dispuestos a reconstruir su familia, un día a la vez.

Our Eyes | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora