Epílogo

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Los años habían pasado rápidamente. Minji, ahora con quince años, era una joven hermosa e inteligente. Su energía y carisma reflejaban el amor y el cuidado con los que había crecido. Además, su hermano menor, MinKyu, que había llegado dos años después del regreso de Jungkook de la gira, era la viva imagen de su padre, con los mismos ojos grandes y encantadores.

Era una tarde soleada y la casa estaba llena de risas. Jungkook, ahora un padre orgulloso, miraba a sus hijos con una mezcla de amor y preocupación. Minji estaba sentada en el sofá, hablando por teléfono con una sonrisa en el rostro.

—Papá, voy a salir esta noche con mis amigos —anunció Minji, cubriendo el teléfono con la mano.

Jungkook, sentado en la mesa del comedor, levantó la vista de su tableta donde fingía leer. Sus ojos se entrecerraron y su tono se volvió protector.

—¿Con quiénes vas a salir, Minji? —preguntó, tratando de sonar casual.

Minji rodó los ojos, acostumbrada a la sobreprotección de su padre.

—Con mis amigos, papá. Incluyendo a Wooyoung —dijo con un tono que insinuaba que esto ya lo habían discutido muchas veces.

Jungkook sintió una punzada de celos. Wooyoung, un chico de la clase de Minji, había mostrado interés en ella y eso ponía a Jungkook en alerta máxima.

—¿Ese Wooyoung? ¿El que te mira todo el tiempo en la escuela? —preguntó, tratando de mantener la compostura.

Minji suspiró, pero antes de que pudiera responder, MinKyu, de trece años, entró corriendo en la sala. Sus ojos brillaban de emoción y llevaba consigo un juguete nuevo.

—¡Papá, mamá! ¡Miren lo que hice! —exclamó, mostrando una construcción elaborada con bloques.

Yura, que estaba en la cocina preparando la cena, sonrió con orgullo.

—Es maravilloso, mi amor. Eres muy talentoso —dijo, mientras se acercaba para darle un abrazo.

Jungkook aprovechó el momento para desviar la atención de Minji.

—¡MinKyu, ven aquí! Necesito hablar contigo sobre algo importante —dijo con una sonrisa cómplice.

Minji frunció el ceño, sabiendo que su papá estaba usando a MinKyu para cambiar de tema.

—Papá, no puedes seguir haciéndome esto. Ya tengo quince años y sé cuidarme sola.

MinKyu, sin embargo, se unió rápidamente a la conversación, siempre dispuesto a apoyar a su papá en su misión de proteger a su hermana mayor.

—Sí, papá. Minji ya es grande, pero todavía necesita que la cuidemos —dijo con un tono serio, imitando a su padre.

Jungkook sonrió, orgulloso de su hijo menor. Yura, viendo la escena desde la cocina, negó con la cabeza y se unió a ellos.

—Chicos, deben dejar que Minji tenga su propio espacio. Confíen en ella —dijo con una sonrisa alentadora.

Minji miró a su madre con gratitud y luego a su padre y su hermano con una mezcla de amor y frustración.

—Está bien, papá. Solo prométeme que confiarás en mí —dijo, extendiendo la mano.

Jungkook suspiró, sintiendo el peso de la paternidad y los inevitables cambios que traían los años.

—Prometo confiar en ti, Minji. Solo recuerda que siempre estaré aquí para ti —dijo, tomando su mano.

Minji sonrió y le dio un beso en la mejilla.

—Gracias, papá. Te amo —dijo con sinceridad.

La cena fue una mezcla de risas y anécdotas. MinKyu, con sus travesuras y ocurrencias, mantuvo a todos entretenidos. Siempre lograba sacar una sonrisa a su hermana y madre, y no perdía la oportunidad de chantajearlas con sus encantadores ojos de bambi cuando quería algo.

Después de la cena, Minji se preparó para salir. Jungkook y MinKyu la observaron desde la sala, ambos con expresiones protectoras. Yura, al ver la escena, no pudo evitar reír.

—Chicos, déjenla ir. Confíen en ella —dijo, empujando suavemente a Jungkook.

Minji se despidió con un abrazo rápido y salió por la puerta, sintiendo la mezcla de libertad y el constante amor de su familia.

Cuando la puerta se cerró, Jungkook se dejó caer en el sofá con un suspiro.

—¿Crees que estará bien? —preguntó, mirando a Yura con preocupación.

Yura se sentó a su lado, tomando su mano.

—Sí, estará bien. Hemos criado a una hija fuerte e inteligente. Confía en ella, Jungkook. Además, tiene un ejército de protectores en casa —dijo, señalando a MinKyu, que estaba ocupado construyendo otra torre de bloques.

Jungkook sonrió y abrazó a Yura, sintiendo la paz que solo su familia podía darle.

—Tienes razón. Siempre confío en ella, y en todos nosotros —dijo con firmeza.

La noche transcurrió con tranquilidad. Minji volvió a casa a la hora acordada, llena de historias y risas. Jungkook, aunque siempre preocupado, se dio cuenta de que su hija estaba creciendo y que necesitaba darle el espacio para convertirse en la persona increíble que sabía que sería.

MinKyu, por su parte, seguía siendo el adorable travieso de siempre, encantando a todos con su energía y ojos grandes. Era evidente que la familia estaba unida, enfrentando juntos los retos y alegrías de la vida.

Con el tiempo, Jungkook aprendió a aceptar los cambios, disfrutando de cada momento con su familia. Sabía que el amor y la confianza eran la clave para mantenerlos unidos y felices. Y mientras observaba a Minji y MinKyu crecer, sintió una profunda gratitud por la vida que habían construido juntos.

La familia estaba completa y, a pesar de los retos, sabían que siempre se tendrían el uno al otro. En cada risa, en cada lágrima, en cada momento compartido, encontraban la fuerza y el amor para seguir adelante. El destino le había devuelto a Jungkook lo que había dejado hace unos años atrás; el reflejo de su amor con Yura en MinJi y ahora en Minkyu.

Our Eyes | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora