Capitulo 4

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Raúl notaba la preocupación en el rostro de su amigo, no sabía el por qué pero suponía que algo había pasado con Samuel, lo cuál le parecía extraño ya que habían pasado un muy buen día.

—¿Qué te pasa cerdo? Te veo raro—preguntó preocupado—¿Pasó algo entre tú y Sam?—Rubén lo miraba de reojo, asintiendo ante la pregunta—¿Qué pasó?—A lo que nos despedimos dijo que iba a escribirme, pero mira la hora que es Raúl... no creo que lo haga—Raúl sorprendido solamente recostó su cabeza en el hombro del noruego, resignándose a la situación.

Pasando unas horas los amigos decidieron irse a dormir, no sin antes tener una gran charla sobre los sentimientos de Rubén.

Rubén en su cama miraba hacia el techo confundido, ¿Por qué sentía todo esto? ¿Por qué  de repente quería hablar tanto con Samuel? Todo era muy confuso, no creía haberse enamorado de él, era imposible, Samuel era.. Samuel y Rubén es.. Rubén, no tenían nada de parecido ni tampoco creía que Samuel se interesaría en alguien como él... ¿y si realmente se estaba enamorando y todo lo que sentía en estos años no era curiosidad, si no atracción?

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Se sentía usado, no podía parar de llorar.

No comprendía el por qué de esto, ¿Por qué sigue pasando esto?

Al llegar a casa, pudo distinguir a alguien en su puerta.

Los padres de Samuel normalmente pasan viajando gracias a su trabajo, su madre es una abogada muy reconocida por todo el país y su  padre también, ya que es dueño de una empresa, por lo que casi siempre están fuera de casa.

—¡Sam! Vaya hora a la que estás llegando tú, ¿Dónde habías estado?—Guillermo se levantó de la acera dirigiéndose con prisa hacia Samuel—vaya que te he esperado toda la tarde—intentó juntar sus manos hacia las de Samuel pero este retrocedió enojado—¿Qué es lo que haces en mi casa? ¿No te había quedado claro que todo esto ya no tiene solución?—Samuel rodeó a Guillermo dirigiéndose hacia la entrada de su casa, abriendo la puerta de prisa—Hazme el favor y ya déjame de una vez en paz, que los chismes en el instituto corren y ya me he enterado de lo tuyo con David últimamente—Este estaba a punto de cerrar la puerta, pero Guillermo con su brazo lo impidió—Vamos Sam.. déjame hablar contigo.. Porfavor—.

Samuel estaba cansado de esta situación, no quería seguir con este drama pero notaba que Guillermo no se iría si no hablaba con el.

—Vale... pasa—Samuel abrió la puerta con desconfianza, a pesar de todo aún sentía algo de cariño hacia Guillermo, quería saber qué más mentiras le diría acerca de sus amoríos—Venga Sam, vamos al sillón y hablemos—Guillermo tomó la mano de Samuel y se dirigieron hacia la sala de estar; Samuel se sentía incómodo y quería acabar ya con la charla.

—Sam... créeme que nada de lo que te han dicho es cierto—decía acercándose delicadamente hacia el pelinegro—tú sabes lo muy codiciado que eres entre esa gente, sabes el valor que tienes y la envidia que todos me tienen en esa escuelucha... nunca debimos volver a esta ciudad Sam..—Guillermo había logrado hacer que Samuel se tranquilizara, haciendo así que pueda tocar sus piernas suavemente—sé que, tengo mucha competencia en el colegio, sé que las chicas mueren por ti y uno que otro tonto que le gustas en secreto—Guillermo comenzó a darle pequeños besos en el cuello, acariciando su abdomen y dirigiendo su mano lentamente al broche de su pantalón—como él doblas ese.. he notado lo mucho que te voltea a ver—Samuel al escuchar el apellido de Rubén volvió en sí y se alejó completamente.

—!Pero que tienes tú en la cabeza!—Exclamó Samuel alejándose rápidamente de Guillermo—¿Qué te crees tú viniendo a mi casa a tratar de seducirme? ¿Que te hace pensar que quiero regresar contigo o siquiera acostarme contigo? Te dije muy claro que tú y yo no volveremos a estar
Más juntos, lo nuestro ya no existe y quiero y exijo que te alejes de mí y no pienses si quiera en dirigirme la palabra—Samuel no podía más con el enojo, agarró a Guillermo del brazo y obligándolo lo llevó hasta la puerta principal de la casa—Lárgate ya Guillermo, no deberías ni tan solo tener los huevos de venir a decirme esas viles mentiras que ni tú te la crees—Guillermo lo atrajo hacia el de la cintura y lo besó agresivamente—Samuel trataba de alejarlo pero el agarre de Guillermo era mucho más firme que el de él, haciendo más complicado safarse de su agarre—vamos Sam... recordemos viejos tiempos, no quiero estar con nadie más que no seas tú..—la mano de Guillermo se deslizaba por debajo del pantalón de Samuel, acariciando su miembro por encima del bóxer—vamos Sam.. —.

Samuel no aguanto más y se soltó del agarre, empujándolo hasta fuera de casa y cerrándole la puerta en la cara, sin creerse todo lo que estaba pasando.

Guillermo se sentía impotente al ver como Samuel lo rechazaba, no quería que Samuel fuera de nadie más, ni de mucho menos de ese tal Rubén doblas, el cual no sabe en qué momento apareció en la vida de Samuel.

Samuel corrió hacia la ducha, sacándose la ropa desesperadamente, no se soportaba, se sentía sucio, no podía más con el sentimiento de haber sido tocado de esa forma.

Pasaba el tiempo y dio con las 2 am, vió de lejos su móvil, era su amigo Borja llamándolo.

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Era un sábado de medio día, los 4 amigos se encontraban en el comedor recién desayunado, hablando y planeando que harían en esta tarde.

—Rub, ¿Qué plan propones hoy?—Dijo Miguel devolviendo a su amigo a tierra—¿eh? Bueno... yo... la verdad no tengo ganas de nada hoy, ¿Frank?—frank observaba a su pequeño noruego sabiendo exactamente qué pasaba, lo conocía cual padre a su hijo, tenía una charla pendiente con el—lo siento chicos, pero hoy tengo una salida con Alejandro, así que esta tarde saldrán sin mí—¡vamos viejo pervertido!—Exclamó Raúl—ya era hora de esto tío, pero ten cuidado con ir a la cárcel eh—Frank reía negando la ocurrencia de Raúl, feliz de poder estar con Alejandro.

Rubén seguía preocupado, no podía parar de pensar el por qué Samuel nunca le escribió, ¿estará bien? ¿No querrá hablar con el?

¿Qué tenía que hacer ahora?

Aquí estoy - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora