Mi querido guardaespaldas

Inesperados misterios:

Después de preparar el té de manzanilla, le entrego a Seth su taza mientras la mía está colocada en la mesa.

Seth:-Pequeña, ¿por qué preferiste hacer té? pensé que te gustaba más el café.- Luego de hablar toma un sorbo de el té de manzanilla.

-Es para relajarme y poder recuperar el sueño después de enfrentarme a esos imbéciles.- Dejo escapar un bufido al mismo tiempo que mi mano sostiene la taza.

Seth aprieta sus labios.

-¿En qué piensas?.-Analizo su cara y segundos después trago un sorbo de mi té.

Seth:-Es mejor que no vayas mañana al instituto, ellos podrían hacerte algo, incluso ese estúpido podría pedirle ayuda a sus amigos.-Suspira leve y pasa una mano por su cabello blanco.

-Tienes razón, pero ¿tú trabajo no es vigilarme y protegerme?.- Dejo mi taza a un lado de la mesa.

Seth:-Has dicho la palabra clave, mi trabajo es "protegerte" y por eso mismo para evitar riesgos no irás mañana a la escuela.- Su tono de voz es serio.

-Tengo sueño, iré a dormir. Descansa, Seth.- Me limito a asentir la cabeza y dejo mi taza en el fregadero.

-Yo no dormiré mucho tiempo, tengo que estar alerta para que no te pase nada.- Suspira y da un último sorbo a su té.

                                                                     ◇◆◇

Al mañana siguiente, es un día nublado y lluvioso. Decido ponerme un suéter por el inmenso frío que sentía al estar vestida con una pijama corta. Me lavo mi cara y me cepillo los dientes, dejo mi pelo desordenado con un chongo mal hecho. No tenía ánimos, estaba deprimida y el clima hacía que lo estuviese más.

Bajo por las escaleras y no encuentro a Seth por ningún lado, el único lugar en el que no había revisado era la oficina de mi mamá, siempre estaba cerrado y no permitía que nadie entrará, incluso mi papá. La puerta de la oficina tiene unas manchas inexplicables,  es como un rojo carmesí revuelto con el color café de la puerta, y se siente algo pegajoso.

Decido tocar las manchas que por años están en esa puerta y las siento un poco pegajosas, veo que mi mamá jamás se había dignado a limpiar esa puerta. Mi voluntad propia hizo que hagarrara un bote chico y azul que encontré en la bodega, para llenarlo
de agua y agarrar un trapo morado. Me dirijo de nuevo a pasos no muy lentos, pero tampoco no muy rápidos a la oficina de mamá, cabe recalcar que estoy algo somnolienta, dejó el bote de agua en el suelo y me agacho. Mis manos sumergen el trapo en el agua y lo exprimo de manera que quedé húmedo.