Mi novio furro lemonero pt. 1

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Era bien entrada la noche. La cálida compañía de Antonio hacía que un sentimiento de paz recorriera mi cuerpo, aliviando algún ápice de estrés, nerviosismo o angustia del día a día.

Yo estaba recostada en la cama mientras escuchaba música y me entretenía con el celular; Anto se encontraba jugando en su PlayStation al Yakuza, por lo que prefería no molestarlo. De vez en cuando llamaba mi atención para enseñarme algo mientras yo prestaba total atención a lo que me contaba aunque no supiera casi nada del tema. Verle hablando de algo que le entusiasma me llenaba el corazón de euforia, me era imposible no perderme en su voz.

Observaba como su ondulado cabello caía suavemente sobre su frente, tentándome a enredadar mis dedos entre los finos mechones, gozando de la suavidad de este. Sus labios se veían muy apetecibles, sin embargo, no me iba a dejar llevar en ese momento por mi impulso de besarlo.

De nuevo estaba recostada en la cama con mis ojos cerrados y los auriculares puestos, completamente sumida en mis pensamientos. Sentí cómo el colchón se hundía a mi lado, indicándome que Anto ya se había cansado de jugar. Abrí lentamente mis ojos y giré la cabeza para verlo también recostado a mí lado. Asimismo, él giró la cabeza para mirarme a mí, lo que hizo que soltara una risa nerviosa de mi parte.

Me quité los auriculares y los dejé encima de la mesita de noche que se encontraba al lado de la cama para luego girar mi cuerpo y arrimarme más a mi novio, agarrándole del brazo y aferrándome a él con una sonrisa dibujada en mi rostro. Antonio por su parte me regaló un gesto burlesco que rápidamente pasó a convertirse en una cálida sonrisa.

De forma impulsiva iba a poner mi mano en su cara para apartarla y que dejara de mirarme de esa forma. No porque no me gustara, simplemente quería molestarlo, pero mi mano quedó posada en su mejilla, acariciándola con el dorso de esta suavemente. El tacto se sentía muy suave y cálido.

Sin pensarlo, ya estaba encima de él con mis manos acurrucando su rostro. Una sonrisa estaba grabada en mí de forma totalmente inconsciente mientras veía y apreciaba la belleza que envolvía a mi novio.

- ¿Cómo puedes ser así de lindo? - le dije sin borrar la sonrisa de mi rostro para acto seguido acercarme a sus labios y darle un beso lleno del cariño y amor que sentía por él.

Sentí cómo le tomó un poco por sorpresa que hiciera esto, sin embargo, no hubo queja alguna de su parte, al contrario, me siguió el beso, devolviéndome así el mismo amor que le estaba proporcionando y regalándome ese sentimiento tan bello de reciprocidad.

Sus manos subieron por mi cadera, pasando por mi cintura y terminado de posarse más abajo de mis hombros, en mi espalda, empujándome hacia él y terminando con casi cualquier espacio que hubiese entre nuestros cuerpos. Una de sus manos se encargó de echar unos mechones de mi pelo que estaban estorbándonos hacia atrás para luego posarla en mi mejilla sin romper nuestro beso que, sin siquiera haberlo querido, se había vuelto más íntimo y profundo.

- Luego no puedes decirme nada sobre que prefiero un juego antes que a ti. - dijo Anto rompiendo nuestro beso para mirarme. - dejé de jugar para estar aquí contigo... - susurró acercándose más a mí de nuevo para luego volver a besarme mientras sus manos bajaban hasta mi cintura.

El beso se volvió intenso, reflejando todas las ganas que nos teníamos, todo el amor y la lujuria que sentíamos por el otro. Yo sentía cómo mi cuerpo se iba calentando a consecuencia, mientras que el placentero tacto de mi novio no ayudaba a contener mis deseos de intimar aún más con él.

Mis caderas comenzaron a moverse de adelante hacia atrás, rozando su zona más sensible con cada movimiento. Él soltó una queja, no de dolor, sino de placer, lo que me hizo sonreír para mis adentros. Sus manos bajaron hasta mis caderas, donde dejó su firme agarre, siguiendo mis movimientos.

Historias Para No Dormir [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora