2. Una vez más

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Hace 5 años...

Juanjo estaba sentado en el sofá con la cabeza de Martin apoyada en sus piernas, mientras él le pasaba las manos por el pelo. El mayor le estaba contando como había ido el finde semana de bolos con la orquesta, mientras Martin le escuchaba con atención.

— ¿No has pensado en hacer bolos tu solo? — le preguntó el vasco mirándole con ilusión.
— Martin, hemos hablado de esto muchas veces, sabes que no sería viable — le dijo el maño — yo solo no tengo tanto público.
— Ya lo sé Juanji, pero te veo tan ilusionado con la música que igual lo que necesitas es empezar tu carrera en solitario.

Este tema le generaba al maño más ansiedad de lo que le gustaría. Claro que quería empezar su carrera en solitario, no había nada que le gustara más, pero le frenaba enormemente el miedo a fracasar. Él sabía que la industria de la música era muy complicada, y era difícil hacerse un hueco en ella. Martin, en el fondo, también lo sabía, pero sólo quería ver a Juanjo feliz y era tan evidente que la música le hacía feliz.

Dada la situación, Martin ya no insistió más, se dio cuenta que no era un tema del que Juanjo quisiera hablar ahora. El pequeño se incorporó y se sentó encima del maño, con las rodillas a ambos lados de sus caderas, y se lanzó a sus labios. Ambos se fundieron en un beso intenso y deseoso, Juanjo tenía sus manos en la cintura de Martin, y el vasco le rodeaba la nuca con los brazos. Estuvieron un rato besándose, explorando cada rincón del otro. 

Juanjo no se acostumbraba a tener al pequeño así, habían sido mejores amigos durante tanto tiempo que aún no asimilaba el giro que había tenido su relación con Martin en esas últimas dos semanas. Cuando sus labios rozaban los del contrario se sentía como la primera vez y quería estar haciendo esto para el resto de su vida. Cada vez tenia más claro que no quería soltarle nunca.

Martin se separó con un mordisco suave en el labio inferior del mayor.
— Juanjo es tarde, me tengo que ir yendo— le dijo Martin con un puchero.
— Vale vamos, yo te llevo — respondió el maño decidido.
— No hace falta de verdad, puedo coger el metro.
— Ni de coña coges tú el metro solo a estas horas, va, vamos.

Martin no puso resistencia. En el fondo le encantaba que el mayor cuidara así de él. Siempre lo había hecho a decir verdad. No había persona con la que se sintiera más segura que con él. En todos los años de amistad que habían compartido no había ningún momento en el que no hubiera sentido que Juanjo era su persona favorita.

Cuando iban al instituto siempre pasaban los recreos juntos y Juanjo le ayudaba con las mates, porque sabía que a Martin no se le daban del todo bien. Cuando empezaron a ir a la universidad el mayor iba a ver a Martin a sus obras de teatro, no se perdía ni una, e iba todos los días a recogerlo al salir de clase. Siempre se había sentido muy querido por él, y aunque solo había sido recientemente cuando ambos se habían confesado sus sentimientos, Martin sabe que llevaba enamorado de él toda la vida, incluso antes de que supiera lo que era el amor.

El viaje en coche había sido como todos los que solían tener, pusieron música y cantaron juntos. Martin no podia parar de mirar a Juanjo, lo atractivo que estaba mientras conducía.
—¿Que miras?
— A ti
Juanjo no pudo evitar que se le escapara una sonrisa tonta, le puso la mano en el muslo al vasco, provocando que este se sonrojara.

Bajaron los dos del coche, Juanjo le acompañó hasta el portal. Estaban mirándose, muy cerca, tan cerca que sus respiraciones se entremezclaron y se rozaban sus labios con delicadeza. Finalmente juanjo estampó sus labios contra los del pequeño, en un beso dulce y sosegado. Cuando se separaron, se fundieron en un abrazo.

— Buenas noches — dijo Martin con ojitos cansados.
— Mañana nos vemos, amor — le dijo Juanjo antes de andar hacia el coche.

Amor. Martin sintió mil mariposas en el estómago ante esa palabra. Joder. Podría ir acostumbrándose a esto.

'tis the damn season - majos/juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora