My Home II Aonung x Neteyam

Routine

Siempre nos dicen que la infancia es la etapa más alegre en la vida de un niño, en cualquier planeta debería de serlo. En mi caso, no lo fue ya que momentos después de mi nacimiento la habitación se lleno de una tención tan poderosa que asfixiaba, mis padres averiguando la forma de protegerme de mi destino como Omega y el clan entero que ya se había enterado de la noticia de mi nacimiento y por ende de mi casta. Una ley del clan Ometikaya era el aviso sin excepción de cada uno de sus miembros y la casta de los mismos, no tenia escapatoria.

En mis primeros meses de vida, tuve la ventaja de ser protegido por mi madre, al ser apenas una cría, rara ves me apartaba de su pecho y ni siquiera dejaba se mi abuela Moát me cargara por un miedo inconsciente al maltrato que pudiera recibir. Más adelante, un suceso inesperado paso, el Avatar de la Dr. Grace que de alguna forma que nadie se puede explicar terminó gestado una cría, la cual mi familia termino adoptando como un miembro más de nuestro clan y parte de la familia.

La llamaron Kiri, era una beta, era una niña muy curiosa he inteligente y fue de hecho la con la única con la que pude jugar en mi primer año de vida, al ser ambos casi de la misma edad congeniábamos muy bien. 

Al yo cumplir dos años, llego mi segundo hermano Loák,  el cual es un Alfa, y era de esperarse su personalidad a pesar de ser distante algunas veces, era muy extrovertido y enérgico, lamentablemente  a los ojos del clan, yo no podía jugar con él, al ser yo de una casta inferior seria visto como el rebajar a un Alfa al rango de un Omega, por lo que en general Kiri  era la que pasaba más tiempo con Loák mientras yo observaba desde la distancia junto a mi padre por lo general, mi madre la mayor parte del tiempo se concentraba en cuidar de su nuevo cachorro y formar un vinculo fuerte, como el de kiri o el mío, pero nunca dejo de tener tiempo para mi, en algunas ocasiones ella jugaba a ser un Ikran, una de las bestias más feroces de pandora, yo tenia la esperanza de poder montar uno cuando fuera grande, ya que había visto en numerosas ocasiones a miembros de nuestra tribu montar en esas criaturas.

Aunque esos sueños se fueron por la borda al cumplir 6, mi madre esperaba a la que sería mi última hermana, pero a esa edad, se consideraba que los Omegas debían de comenzar su instrucción como Omegas activos dentro del clan, era llevado todos los días a un grupo de niños omegas que tenían mi edad, en donde un maestro nos instruí en actividades básicas que los omegas deberían de hacer, aunque al ser solo niños las actividades se basaban en recolectar comida de los árboles y ayudar con tareas básicas en los hogares de cada uno, y si, de manera básica termine debía de ser el ama de casa de mi propia familia, aunque era la parte que más me gustaba era el estar en casa, ya que mis padres de manera discreta me ensañaban otras habilidades, y me entre todos ayudábamos con los deberes domésticos en cierto grado, ya que si mi hermano Loák era visto haciendo esta clase de actividades, mis padres serían reprendidos y podrían apartarlo de su lado por brindarle una enseñanza poco adecuada pata Alfas.

El tiempo paso y mi hermanita Tuk llego a este mundo, era un hermosa y tierna niña Alfa, mis padres no podían ser más felices. Hasta que llegue a la edad de 18 años, para ese entonces yo seguía las actividades al pie de la letra de lo que debería de hacer un Omega, aunque un detalle adicional era el cuidado de las crías, pequeños a los cuales no conocía pero debía de proteger debido a que su madre había muerto durante el parto o en algún accidente durante la caza. Normalmente se nos asignaba un hogar en el cual la madre fuera la figura ausente y desde muy temprano hasta que el padre llegara, yo me encargaba de mantener ese hogar limpio, ordenado y además cuidar del pequeño bebe.

Mientras que mis hermanos Kiri, Loák, e incluso la pequeña Tuk de ahora 11 años, eran instruidos en la caza, pelea, y tanto Kiri como Loák se comenzaban a preparar para montar su propio Ikran.

Y esta nueva mañana, era una muy especial, ya que sería el ultimo entrenamiento previo a que mis hermanos realizaran su prueba final para ser cazadores. Me levante de mi hamaca para estar lo mas pronto posible en el hogar que me asignaron.