Derek veía pasar todo en cámara lenta. Sintiéndose totalmente ajeno a todo lo que lo rodeaba.
De un momento a otro, todo lo importante en su vida se había ido con el fuego.
La verdad lo golpeó como un montón de escombros calcinados que se acumulaban en las grietas de su alma y corazón completamente rotos
Su familia había ardido en llamas y era completamente su culpa.
Quizá en algún momento, lo llevaron a la estación de policía, ni siquiera registró las palabras del sheriff o de su propia hermana que intentaba simular que era la fuerte en este asunto, cuando hace tan solo un par de días atrás había llorado porque Cora había recortado sus revistas de moda favoritas, en un intento de hacer un collage para su madre.
¿Por qué era esta su vida?
¿Por qué dejarlo vivir en una eterna agonía cargada de culpa y miseria por ser el responsable de esto?
Si esto era el castigo que merecía por matar a Paige, entonces ¿Por qué razón Kate no lo dejó arder junto a su familia...?
Eso hubiera significado algún tipo de acto retorcido de piedad. Sin embargo, evidentemente la cazadora carecia de algo parecido.
Fue entonces cuando notó que estaba solo, sentado en una de esas sillas de la sala de espera de la estación, con una manta de esas que les ponen a las víctimas que se encuentran en shock.
Se refugió más en si mismo, aferrándose a la vieja tela, como si su vida ahora dependiera de ello, sintiéndose que el aire cada vez se volvía más denso y que le costaba respirar.
Cómo si se estuviera ahogando... Quiza simplemente tendría que dejar de respirar y toda esta pesadilla podría terminar de una sola vez.
Apretó más y más sus manos en la manta, hasta sentir que sus nudillos se volvían blancos, y sus ojos se llenaban de lágrimas, que contenía de forma sobrehumana para evitar dejar salir.
No merecía llorar por lo que había hecho.
No tenía derecho de faltarle el respeto a su familia de esta manera.
Todo era su culpa, así que no tenía ningún tipo de libertad para demostrar tristeza y dolor. Porque se merecía todo el sufrimiento que pudiera caer sobre sus hombros.
Porque esto. Era. Culpa. Suya.
Una pequeña mano se posó en su rodilla, para llamar su atención, sacándolo brevemente de sus pensamientos intensos que daban vueltas como espiral en su mente.
Su mirada se encontró con los ojos chocolate más brillantes y llenos de vida, acompañados de una dulce sonrisa, cálida y amistosa, que obviamente él no era alguien merecedor de recibir.
—Hola, soy Mischief, ¿Estas perdido? Mi papá es el sheriff, él puede ayudarte, y si él no puede ayudarte, entonces yo puedo ayudarte, porque sé que puedo ser muy bueno ayudando a ayudarte ¿o debería dejar que un adulto te ayude? ¿Prefieres a un adulto? Porque mi papá es el mejor, pero yo también soy bueno y puedo ayudarte. Claro si quieres que te ayude...-
Derek parpadeó mirándolo fijamente al niño varios años menor que él, de piel pálida, algunos lunares a un lado de su mejilla, nariz respingona y mejillas rosadas, y que al parecer le encantaba hablar cuatrocientas palabras por segundo. Llevaba en su brazo un pingüino de peluche.
Y... Se sintió indigno, totalmente corrupto ante tanta luz e inocencia, ¿Por qué una criatura tan dulce se había acercado a él? ¿Acaso no veía que estaba maldito? Qué todo lo que toca tiene la mala suerte de pudrirse en miseria y sufrimiento...