Es casi risible, como es que en un parpadeo, las cosas cambian.
Los tiempos, las situaciones, las ciudades, las personas...
Durante años se vió forzado a amoldarse a las circunstancias después de perder a toda su familia.
Y Derek Hale no sabe cómo lidiar exactamente con los cambios.
Por esa razón decidió irse en un primer lugar, junto a su hermana mayor, y buscar la forma de tomar los pedazos de su vida destrozada y hacer algo con ello.
No resultó de la mejor forma.
E incluso volver a Beacon Hills para buscar un cierre, sólo se llevó la vida de lo último que le quedaba en la vida.
Estaba insoportablemente sólo, desamparado, sin manada, ni alfa, cargando con una responsabilidad que estaba contaminada por sus propios deseos de respuestas y venganza por lo que perdió.
Y por tanta ira.
Estaba condenado y manchado hasta los huesos por la sangre de su familia. Siendo completamente su culpa.
Derek solo podía mirarse las palmas de sus manos, y rogar silenciosamente por un poco de coherencia a la locura que desbordaba en su vida.
Ni había lugar al cual volver. No había a quien acudir.
Y fue así que, sintiéndose solo, sin nadie más en quien pensar, o ningún lugar para ir por respuestas.
Sus pies terminaron anclados bajo la ventana del niño humano, que acompañó al cachorro recién mordido.
"Stiles", el hijo del Sheriff Stilinski. Derek lo recordaba incluso antes de conocer a Scott, este chico era un niño pequeño de la edad de su hermanita Cora, así que dudaba que lo recordara... pero Derek lo hacía claramente, cuando el niño se acercó para ofrecerle amablemente un dulce, cuando él y Laura estuvieron sentados en la estación, tras el accidente.
Sus ojos de color similar al caramelo que ofrecía, esa pequeña nariz respingona, esos lunares salpicados en su mejilla y cuello, repartidos en su piel lechosa.
Era tan pequeño e inocente, y él estaba tan roto...
¿Cuál es la razón por la cual estaba buscando a este niño, como si fuera el último salvavidas en un barco que se hunde?
Una noche, a la luz de la luna menguante, se metió en el cuarto del adolescente, entrando por la ventana semi abierta.
Este chico era más descuidado de lo que parecía.
Lo observó dormír durante unos instantes, se veía tan pacífico, sus labios entreabiertos, con un leve ronquido, y su respiración calmada al igual que los sonidos de su corazón
Verlo tan quieto y tranquilo, era toda una novedad para el hombre lobo, quien no podía apartar los ojos de las largas y tupidas pestañas del muchacho que descansaba plácidamente.
El niño parpadeó un poco aún somnoliento, y Derek se quedó increíblemente quieto.
Stiles le dió una sonrisa adormilada y se movió un poco para hacerle espacio
—...Ven aquí...- le pidió en voz baja, abriendo las mantas y haciendo espacio para el lobo.
Derek dudó brevemente sobre lo que debía hacer, sintiendose muy indeciso y nervioso por la proposición.
Sabía muy bien que tenía que irse, estaba cruzando todos los límites aquí, esto estaba mal en muchos sentidos.
Pero llevaba semanas sin contacto humano, los lobos eran seres de manada, necesitaban y dependían mucho del tacto, y Derek se encontraba hambriento de cualquier tipo de caricia que le brindara aunque sea una pequeña calma a su inquieto lobo, que gemía de dolor en su interior