Ya era de día y, después de esa agotadora noche, ninguno quería salir de la cama. Pero lo hicieron. Era su último día en el bosque y debían aprovecharlo. Ahora los cinco rodeaban el lago mientras hacían una lista de los posibles peligros, cortesía de Tweek.
—¿Pirañas?— preguntó el rubio
—Nop—respondió Token
—¿Osos cerca?—
—No creo que nos quiera saludar otra vez Tweek— dijo Clyde.
—¿¡Algún monstruo del lago!?—
—P-por ahora no existen— habló Jimmy.
—¿Profundidad?—
—Te llega el agua a la cintura amor—
Craig acarició la cintura de su novio. Lo había tomado de ejemplo ya que era el más pequeño de los 5.
—Bueno, es todo—
Estando seguros se desvistieron y se tiraron al lago. El agua estaba muy fría, pero lo soportaron. Por lo menos no habían peligros cerca esta vez.
Estuvieron disfrutando de una tranquila estadía en el lago, hasta que llegó el mediodía. Debían salir y llegar a la casa para recoger sus cosas. Los padres de Token los recogerían en la tarde.
—¿Ya recogimos todo?— preguntó ansioso Tweek.
—Si cariño. Lo preguntaste 3 veces antes— acarició su cabello Craig.
—¿Cuándo dijeron que llegarían tus padres Token?— preguntó Clyde.
—Deberían estar ya aquí—
—Tal vez haya tráfico— calmó Jimmy.
—¡¿Y si se olvidaron de nosotros?!— se alarmó Tweek.
—Cariño, no se olvidaron. Solo llevan unos minutos de atraso—
Pero Tweek no se equivocó. Los padres de Token si se habían olvidado de ir a buscarlos ese día. Tuvieron que pasar otra noche más en el bosque.
Para Jimmy fue una noche tranquila, usando tapones en los oídos para no escuchar nada.
Token casi no durmió por las patadas de Clyde, quien roncaba mientras se movía. ¿Acaso estaba soñando con una pista de baile?
¿Tweek y Craig? Creo que no hay que tener mucha imaginación para saber que estuvieron haciendo esa noche.
Al día siguiente por fin llegaron los padres de Token. Se disculparon por los inconvenientes y llevaron a todos a sus casas. Antes de despedirse, los cinco hicieron una promesa. Jamás volverían al bosque de nuevo.