Mi nombre es Yuko. Según mi madre su significado es buena niña, niña con gracia, etc. Nunca hay una sola interpretación.
Cuando era apenas una bebe mi familia de tres se mudó de Kioto a Tokio, buscando una mejor calidad de vida laboral.
Eran solo mis padres contra el mundo, para poder cuidar a una recién nacida en un lugar desconocido.
Fui creciendo bien, mi madre siempre cuidó bien de mí y me inculcó los valores familiares mientras esperaba cada noche el regresar de mi padre.
Ella en las noches lloraba, decía a mi padre que se sentía cansada, que estaba tan sola en este lugar al que el llamaba hogar.
Que no podía criarme ella sola.
Era demasiado complicado.
Pues esa "buena niña" realmente era muy traviesa y volátil de emociones, muy molesta y siempre quería toda la atención si no sería berrinche seguro.
Tenía 5 años cuando comencé a entender mejor lo que cada noche ella decía y repetía una y otra vez, lo que significaban todas esas dolorosas palabras.
Pero también tenía 5 años cuando lo conocí.
¿Su nombre? Kenji Nakamura. Su familia regresaba de Osaka en donde vivieron solo un par de años para después volver a su verdadero hogar aquí en Tokio.
El se volvió mi vecino, pero yo no lo conocí por ello. Realmente a esa edad solo me llamaba la atención el explorar.
Mi misión ahora era explorar los terrenos de Tokio, sin importar como sean. Conocer cosas nuevas era mi pasión, la cual mi madre sufría en tratar de controlar.
Un día mientras mi madre cocinaba me escapé de casa, dejando una nota en la mesa "Voy a explorar, luego vuelvo".
Sigilosamente salí sin rumbo, sólo caminaba prestando atención a los alrededores.
Algunas personas me miraban preocupados, pero no les hacía caso. Tenía una alma aventurera y no era algo que pudiera evitar.
Era lo que soy, tampoco lo cambiaría.
De tanto caminar llegué a un lugar, un lago enorme con la vista más hermosa que a mí corta edad había visto.
En la clara agua cristalina se reflejaban los grandes edificios de la ciudad.
Además, en las orillas habían caminos de arbustos con algunas flores. Casi todo el lugar tenía flores, algunas rosas, otras rojas, incluso girasoles.
Era un festín para la vista ese maravilloso lugar.
Después de admirar todo decidí quedarme hasta casi el anochecer. De igual manera mi madre seguiría molesta así regrese temprano o no.
Me senté en el pasto bajo un árbol grande que daba una agradable sombra, cuando escuché algo.
Alguien llorando.
Era apenas audible, pero era muy claro. Sin levantarme me estiré acercándome al otro lado del mismo árbol.
Había un niño en cuclillas llorando recargado al árbol mientras su rostro era cubierto por sus brazos pero... las mangas de su camisa estaban mojadas de lágrimas casi por completo.
- ¿Ha pasado algo malo? Dije acercando mi cuerpo un poco más a él pero sin voltearlo a ver. No quería incomodarlo.
El se sorprendió al escuchar mi voz.
- N...No nada a pasado. Dijo el con una voz deformada por las ganas de llorar
- Estás llorando, algo malo sucedió. Puedo escuchar si quieres.
- Hm... En mi escuela me molestan. No se porque, no les hago nada
- Ah? No tienen porqué hacerlo. ¿Has hablado con tus padres?
- No... Ellos se pondrían tristes. Tokio es su hogar, pero para mí no lo es... No me gusta sentirme así todos los días, llorando en este lugar...
- Aún así debes decirlo.. talvez ellos puedan cambiarte de escuela
Al escuchar aquella opción su rostro fue levantándose dejando ver los estragos que dejan a su paso las inundaciones de lágrimas en el rostro de un chico tierno con aura de inocencia y dulzura.
Su rostro lo había visto antes.
- Oh, tú. Tú eres de los vecinos de la casa 304, no es así? Yo soy tu vecina, me llamo Yuko.
- Si, soy Kenji... Gracias, por escuchar.
El sonrió. Una sonrisa grande y hermosa aún estando en un rostro que demostraba abundante tristeza.
Ahí lo decidí
Yo lo protegería.
A cualquier costo.
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Amor del más allá
FantastiqueYuko una chica buena, dulce y madura conoce a Kenji un chico tímido, amable e inteligente cuando tenían cinco años. Por cosas del destino se separan, y cuando se re encuentran su relación se vuelve más profunda pero.. la muerte hará de las suyas. K...