Los Olmos II

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El ruido de la puerta al abrirse casi les provocó un infarto. Al menos solo estaban cocinando, aunque, en cualquier caso, era sospechoso que las dos se hubieran escapado a la finca a comer juntas. Se miraron fijamente, aterradas y contuvieron la respiración. ¿Qué hacían? ¿Qué excusa podrían construir en tan poco tiempo? Marta logró reaccionar e hizo una señal a Fina para que se quedara quieta y callada por si podía despachar con rapidez y sin revelar que estaban allí las dos a quien fuera que había entrado. Se dirigió hacia la entrada con la cabeza a miles de revoluciones pensando en cómo salir de esta, cuando vio quienes eran se paró en seco y empalideció aún más de lo que estaba.

Eran Andrés y Begoña, había sospechado en algún momento, pero verlo con sus propios ojos la dejó boquiabierta. Los cuñados y amantes entraron comiéndose a besos. Ellas habían dejado el coche escondido en la parte de atrás, por precaución, así que ellos ni se imaginaron que pudiese haber alguien. Ambas parejas pensaban que los Olmos llevaba sin usarse años y sería un sitio seguro. Casualidades de la vida, ambos de la Reina lo habían elegido para vivir su historia de amor clandestina.

Marta no sabía cómo actuar ante la escena inesperada. ¿Se escondía, decía un "hola" casual como el que no quiere la cosa, les decía que no tenían quince años para estar como tortolitos? Y no hizo nada, se quedó inmóvil. Hasta que los amantes separaron sus bocas para avanzar hacia el interior de la casa y la vieron allí plantada con el mandil puesto. Una estampa cuanto menos surrealista.

—¡¿Marta?! — dijo sorprendido Andrés. Begoña casi se cae allí mismo, le flojearon las piernas y se le descompuso el rostro.

—Hola, Andrés —respondió lacónica Marta, que tampoco sabía muy bien cómo reaccionar.

—Mira, Marta, de verdad que esto tiene una explicación... —comenzó el pequeño de los de la Reina intentando justificarse de forma atropellada.

—No me des explicaciones sobre algo que acabo de ver con mis propios ojos. Además, ya lo había sospechado —respondió Marta en un tono que parecía seco, pero que se debía a su desconcierto.

—Por favor, te ruego que no digas nada. Nos arruinas la vida... —suplicó Andrés.

—¿Por quién me tomas? —contestó algo ofendida— Jamás os echaría así a los leones de Jesús y padre. Me parezca bien o mal lo vuestro no os haría eso.

—Gracias, Marta —logró decir Begoña aun con el miedo en los ojos.

—¿Y tú qué haces aquí? —preguntó suspicaz Andrés comenzando a salir de ese estado de shock y empezando a sospechar sobre la presencia de Marta en la finca. Él tendría un gran secreto que su hermana acababa de descubrir, pero tampoco era muy lógico encontrarla a ella allí y con un mandil puesto.

—Bueno, estoy un poco agobiada con el trabajo, sabes que el ambiente en casa también es agotador... Así que decidí venirme a cocinar y comer hoy aquí para relajarme-respondió demasiado acelerada.

—¿Tú sola? —preguntó Andrés sospechando que ella también tuviera algún amante, más cuando su marido aparecía solamente un par de ocasiones al año.

—No, Fina vino conmigo. Es la persona de mayor confianza que tengo, nos conocemos desde niñas, sabes que me acompaña a los viajes y estando tantas horas juntas nos hemos conocido muy bien, hablamos mucho y somos grandes amigas —contestó algo atropellada y dando demasiadas explicaciones que hicieron sospechar a Begoña mientras a su hermano le disipó las suspicacias sobre un posible amante.

El ambiente era muy tenso, era una situación incómoda y difícil de afrontar para todos. ¿Cómo se debe reaccionar cuando descubres que tu hermano pequeño y la mujer de tu hermano mayor son amantes? ¿Y qué se hace cuando te pillan en ese contubernio injustificable a la vez que inevitable? Fina seguía en la cocina, había escuchado todo, pero no sabía si salir y decir algo o saltar por la ventana e irse corriendo. Pero no era una cobarde y además Marta ya había dicho que estaba con ella, así que se armó de valor y fue hacia la entrada. Al menos así acabaría ese silencio que parecían incapaces de romper.

Y nunca amé tanto la vida -la cita de doña Marta y Fina en la ópera-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora