Santiago nunca dejaría de maravillarse con la personalidad de Alicia. Es más, se había propuesto que, de aquí al fin de sus días, trataría de imitar una mínima parte de lo que ella era. Y es que si conseguía que un pequeño porcentaje de Alicia se mezclase en su ADN, sería infinitamente mejor persona.
Su mujer era única y ni en un millón de años se hubiera imaginado tener la dicha tan grande de compartir el resto de su vida junto a ella o que le concediera el honor de ser el papá de su bebé.
Un bebé que debía sentirse tremendamente afortunado de la mamá que tenía. Un bebé que, en escasas semanas desde que su familia fue consciente de su presencia, le llenaron de decenas de regalos. Un bebé que tendría dos tíos postizos que ansiaban su llegada y un hermano de corazón que le protegería por siempre.
Y un papá que... Un papá que le amaba tanto que dolía.
–Yo creo que este color es lindo para el dormitorio de Sara.
Alicia continuaba convencida de que lo que crecía en su interior era una niña.
Y él no podía quitarse de su mente a una pequeña idéntica a su mamá.
–Combina perfectamente con la restauración del armario.
Asintió.
No era el más indicado para dar su opinión cuando apenas diferenciaba el rosado lavanda del rosado amaranto. Aquel era el territorio de Alicia y le dejaba libre albedrío respecto a la decoración del dormitorio de su hija.
–Es precioso.
Es la única respuesta que podía darle, su mente no visualizaba la habitación en sí, sino a su pequeña Sara en ella.
Se acomodó en la silla, mirando de reojo la revista en el regazo de Alicia mientras esta pasaba las hojas deteniéndose en buena parte de ellas. Esas esperas en el consultorio del doctor eran cada vez menos preocupantes.
–Señora Rivera, el doctor ya la puede recibir.
Alicia cerró la revista y se incorporó rápidamente.
Sin miedo.
Con confianza.
Santiago también había dejado de preocuparse, la actitud de Alicia se le había contagiado y el cáncer se sentía algo tan lejano y ajeno a sus vidas que para nada pensaban que este pudiera regresar.
–Buenos días, Alicia. ¿Cómo se encuentra?
Santiago no supo describir lo que sintió cuando ingresaron en la consulta.
Un frío helador.
La sensación de estar a punto de perder el conocimiento.
No supo como, pero lo supo.
Puede que fuera su propia experiencia como doctor, por conocer perfectamente al gremio o porque en su interior también había brotado un sexto sentido que le aterrorizaba.
Alicia no se percató de la bajada drástica de temperatura, puede que sea porque solo lo estaba sintiendo él, pero esta contestó animadamente a la pregunta del doctor.
–Perfectamente, con las molestias habituales del embarazo.
Tomó asiento junto a ella, o mejor dicho, se lanzó sobre la silla temiendo que su equilibrio desapareciese. Apretó los puños, preparándose para la batalla.
–Entonces... ¿Está todo bien en el embarazo?
Frunció el ceño.
El doctor de Alicia sabía perfectamente el estado del embarazo. La comunicación con la ginecóloga era directa, y si hubiera algún problema con el bebé, no necesitaría preguntarles a ellos.
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Batalla perdida (Mentiras Perfectas)
FanficTras superar que Matías no es su hijo, reconciliarse con Julia y Cristóbal y encontrar el amor verdadero, la felicidad era constante en la vida de Santiago. Sin embargo, nadie podía imaginar en la batalla que estaba por llegar y en la que Alicia se...