1

17 4 2
                                    

Les mentí, no regresé en septiembre-octubre ;u

Bueno, soy yo de nuevo, aquí con mis cosas random. Para los que no me conocen, escribo horrible, pero me esfuerzo para que sea digerible. Esta es mi primera historia GL/Yuri, totalmente soft. Diría que es apta para adolescentes no menores de 16 años.

A grandes rasgos, la historia se centra más en el amor platónico que en temas sexuales o maduros. Está ambientada en el universo de las guardianas estelares y está a punto de ser terminada. Actualmente, cuenta con 16 capítulos, que se publicarán una vez por semana. Si mis cálculos son correctos la concluyo en 25-30 así que básicamente ya tienen más de la mitad de la historia lista y programada para que le lean todos los viernes.

Espero que les guste, es la primera vez que le pongo mucho empeño a una de mis historias y me gustaría que sea decente para el público en general.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Desde niñas, Diana y Leona compartieron un vínculo inquebrantable en la soleada ciudad de Solaria. Los días en esta ciudad costera estaban llenos de luz y calidez, y las noches, iluminadas por un cielo estrellado que parecía infinito.

Diana era la más aventurera de las dos. Su curiosidad insaciable la llevaba a explorar cada rincón del parque de su barrio, imaginando que las sombras bajo los árboles eran portales a otros mundos. Leona, por su parte, siempre estaba a su lado, maravillándose con la capacidad de Diana para convertir lo ordinario en extraordinario. 

Juntas, inventaban historias de heroínas galácticas, soñando con salvar el universo de amenazas invisibles. Leona siempre fue como el sol, irradiando calidez y optimismo. Aunque Diana no lo sabía, Leona guardaba un sentimiento profundo y especial hacia su amiga. Era un amor platónico que había crecido a lo largo de los años, alimentado por cada sonrisa, cada mirada compartida, y cada aventura vivida juntas. 

Sin embargo, el miedo a perder la amistad tan valiosa que tenían la mantenía en silencio.Al final de la secundaria, la noticia llegó de repente. Los padres de Diana recibieron una oferta de trabajo que no podían rechazar en una ciudad distante. 

La noticia cayó como un balde de agua fría para Leona, quien se esforzaba por mantener una sonrisa, a pesar de la tristeza que sentía al pensar en la partida de Diana.En el último día antes de que Diana partiera, las dos amigas se reunieron en su lugar especial: un claro en el parque donde el cielo parecía más cercano. Sentadas bajo el cielo crepuscular, rodeadas de una cálida brisa, compartieron recuerdos y risas, intentando ignorar la inminente despedida.

—Siempre serás mi mejor amiga, sin importar dónde estés —dijo Diana con una sonrisa, tomando la mano de Leona.

Leona, con el corazón en la garganta, asintió y respondió:—Y tú siempre serás la estrella que ilumina mis días. Prométeme que no olvidarás nuestras historias.

Con lágrimas en los ojos, se prometieron mantener vivo su vínculo, aunque ambas sabían que el tiempo y la distancia podrían cambiar muchas cosas. Aquella noche, bajo el manto de estrellas que tanto amaban, Leona observó cómo una estrella fugaz cruzaba el cielo. Cerrando los ojos, hizo un deseo: que algún día, sus caminos volvieran a encontrarse.

Después de que Diana se mudó, Leona se encontró navegando por un mundo que de repente se sentía más vacío y menos brillante. Al principio, se mantenían en contacto regularmente, con largas llamadas telefónicas que duraban horas, compartiendo detalles de sus nuevas experiencias y riendo como solían hacerlo. Sin embargo, con el tiempo, las llamadas comenzaron a acortarse y los mensajes de texto que solían fluir constantemente se volvieron cada vez menos frecuentes.

Leona intentaba no preocuparse, convenciéndose de que Diana simplemente estaba ocupada adaptándose a su nueva vida. Sin embargo, las dudas comenzaron a crecer en su corazón. Las llamadas que antes eran tan llenas de vida se convirtieron en breves conversaciones que apenas rascaban la superficie de lo que Leona realmente quería decir.

Leona se reprochaba una y otra vez por no haber tenido el valor de confesar sus sentimientos antes de que Diana se fuera. Sentía que había perdido su oportunidad de decirle a Diana cuánto la amaba, y ahora parecía que el universo se había interpuesto entre ellas.

—¿Qué pasa, Diana? —preguntaba Leona en una de sus llamadas, esforzándose por mantener un tono casual a pesar del nudo en su estómago—. Siento que hemos hablado menos últimamente.

—Lo siento, Leona. La escuela y la vida aquí han sido un poco abrumadoras —respondía Diana, su voz sonaba distante, como si estuviera a un millón de kilómetros de distancia.Los mensajes de texto a menudo quedaban sin respuesta, y las redes sociales mostraban imágenes de Diana con nuevas amigas y aventuras que no incluían a Leona. Este distanciamiento silencioso comenzó a consumir a Leona, dejando un vacío que ninguna otra cosa podía llenar.

La tristeza que sentía se transformó lentamente en una oscuridad interna. Leona comenzó a aislarse, su brillo habitual se desvanecía mientras la sombra de la duda y el arrepentimiento crecía. Se preguntaba si había hecho algo mal o si simplemente Diana había encontrado un nuevo lugar en el mundo, uno que ya no la incluía.

Cada noche, Leona miraba al cielo estrellado, esperando ver otra estrella fugaz, como la que había visto el día que Diana se fue. Deseaba desesperadamente que su amistad pudiera reavivarse, y que algún día tuviera el valor de expresar lo que sentía realmente.

La idea de mudarse a la ciudad donde ahora vivía Diana había estado rondando la mente de Leona durante meses. No solo ansiaba revivir la amistad que habían compartido, sino que también sentía una necesidad urgente de enfrentarse a la distancia que las había separado. Estaba decidida a recuperar la conexión perdida y, quizás, encontrar el valor para confesarle a Diana lo que siempre había sentido.

Leona sabía que convencer a sus padres no sería fácil. Solaria era su hogar, un lugar cómodo y familiar. Sin embargo, una oportunidad inesperada llegó cuando su escuela anunció una colaboración con la prestigiosa Academia Lumina, ubicada en la capital del país, Luminis, donde vivía Diana.

La Academia Lumina tenía una reputación de excelencia académica y ofrecía programas que facilitarían la entrada a la universidad de los sueños de Leona. Esta era la excusa perfecta.

Una tarde, durante la cena, Leona abordó el tema con sus padres.—Mamá, papá, he estado pensando mucho sobre mi futuro y cómo quiero aprovechar al máximo mis estudios —empezó Leona, con una mezcla de nerviosismo y determinación—. La Academia Lumina en Luminis tiene programas que podrían abrirme puertas a universidades increíbles.

Sus padres intercambiaron miradas. Sabían lo importante que era la educación para Leona, pero la idea de que su hija se mudara a la capital les preocupaba.

—¿Estás segura de que esto es lo que realmente quieres? —preguntó su madre, con una mezcla de preocupación y comprensión.

Leona asintió, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y decisión.

—Sé que es un gran paso, pero estoy lista para asumirlo. Quiero asegurarme de que tengo la mejor oportunidad posible para alcanzar mis metas.

Después de semanas de discusiones y argumentos cuidadosos, Leona finalmente logró convencer a sus padres. Estaban convencidos de que esta era una oportunidad única para su hija, una que no querían negar.

Finalmente, con todo arreglado, Leona se preparó para mudarse a Luminis, la ciudad que ahora representaba tanto promesas como temores. Estaba emocionada por reunirse con Diana, aunque también le preocupaba lo que encontraría allí.

Leona abordó el tren hacia la capital, su corazón lleno de emoción y ansiedad. Mirando por la ventana, se preguntaba cómo la ciudad de Luminis había cambiado a su amiga. ¿Habría encontrado Diana algo o alguien que hubiera llenado el espacio que Leona dejó vacío?.

Mientras el tren se acercaba a su destino, Leona prometió que haría todo lo posible por recuperar su amistad y, quizás, finalmente abrir su corazón a Diana. Sin embargo, en el fondo, temía que Luminis, con su resplandor y tentaciones, hubiera corrompido la pureza de su conexión.


Noche sin estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora