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Cuando Leona llegó a Luminis, la capital, fue recibida por un ajetreo vibrante que contrastaba con la tranquilidad de su ciudad natal, Solaria. Los rascacielos resplandecían bajo el sol, y las calles estaban llenas de gente apresurada que parecía saber exactamente a dónde iba. Leona sintió una mezcla de emoción y nerviosismo al contemplar su nuevo hogar.El viaje desde Solaria había sido largo y agotador, pero Leona había disfrutado de cada momento, observando cómo el paisaje cambiaba de las colinas verdes y las costas brillantes de su ciudad natal a los edificios imponentes y las luces centelleantes de la metrópoli. A medida que el tren se acercaba a Luminis, su corazón latía con una mezcla de anticipación y miedo a lo desconocido.


Sus padres habían arreglado para que viviera en un edificio de estudiantes, un moderno complejo que albergaba a jóvenes de todas partes del país. Aunque era su primera vez viviendo sola, Leona estaba decidida a aprovechar al máximo la experiencia, aunque en el fondo extrañaba la familiaridad de su hogar y el calor de su familia.

El edificio donde se hospedaba era una estructura alta y elegante, con paredes de cristal que reflejaban la luz del sol y ofrecían vistas panorámicas de la ciudad. El vestíbulo estaba decorado con modernas piezas de arte y plantas tropicales, creando un ambiente acogedor y sofisticado. Mientras se dirigía a su nuevo apartamento, Leona fue recibida por Atreus, un estudiante de segundo año que vivía en el mismo piso. Atreus era alto y atlético, con una actitud relajada y una sonrisa cálida que inmediatamente hizo que Leona se sintiera bienvenida.

—¡Hola! Tú debes ser Leona, la nueva estudiante, ¿verdad? —dijo Atreus, ayudando a Leona con una de sus cajas mientras ella luchaba por mantener el equilibrio.

—Sí, soy Leona. Gracias por la ayuda. —respondió Leona, agradecida por el gesto amistoso.

—No hay problema. Yo también fui nuevo aquí alguna vez, y sé lo desalentador que puede ser mudarse a una ciudad tan grande como Luminis. Si necesitas algo, no dudes en decirlo.

Atreus le mostró el camino a su apartamento y le explicó las peculiaridades del edificio, incluyendo los mejores lugares para estudiar, dónde encontrar las mejores comidas en los alrededores y cómo manejar el transporte en la ciudad.

Una vez que se instaló en su apartamento, Leona se tomó un momento para contemplar su nuevo entorno. La habitación era pequeña pero acogedora, con una cama, un escritorio, y una ventana que ofrecía una vista espectacular de la ciudad. Leona sonrió al imaginarse cuántas noches pasaría mirando las estrellas desde allí, recordando su hogar en Solaria.

Esa noche, mientras desempacaba, Leona pensó en Diana y cómo le gustaría mostrarle su nuevo hogar. Aunque habían pasado años desde la última vez que hablaron, Leona todavía recordaba cada detalle de sus conversaciones, sus risas y sus sueños compartidos. Se preguntaba si Diana todavía pensaba en ella o si la ciudad de Luminis había cambiado a su amiga de maneras que no podía imaginar.

Los primeros días en Luminis fueron un torbellino de nuevas experiencias para Leona. La ciudad era un laberinto de calles bulliciosas y edificios imponentes, con personas de todas partes del mundo. La Academia Lumina, con su impresionante arquitectura y sus jardines bien cuidados, parecía un lugar salido de un cuento de hadas.

Leona se esforzó por adaptarse a su nueva rutina, asistiendo a las sesiones informativas antes del comienzo del ciclo escolar, explorando la ciudad, y familiarizándose con el campus. Aunque al principio se sentía abrumada por el tamaño y la energía de Luminis, gradualmente comenzó a encontrar su ritmo.

A menudo, después de los tours por la escuela, Leona exploraba la ciudad con Atreus, quien se convirtió en su guía y amigo confiable. Le enseñó los lugares más emblemáticos, como el Parque Estelar, donde las luces nocturnas brillaban como constelaciones, y el famoso Mercado de Luminis, un vibrante laberinto de puestos que vendían de todo, desde comida exótica hasta artesanías locales.Un día, mientras caminaban por el parque, Atreus se detuvo y miró a Leona con curiosidad.

Noche sin estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora