Después de un rato de ese beso, Nahuel apareció quebrado en brazos de Gonzalo y Lucas, que se reían y les pedían que lo lleven a la pensión.
Esta vez Cristian y Lisandro cargaron a Nahuel hasta la entrada ya que el mismo apenas daba unos pasos.— Cuidense, avisen cuando lleguen. — dice Lucas en la puerta.
— Sí es que llegan. — acota Gonzalo divertido.
— Cache. — lo reta Lucas riéndose.
Lisandro se ríe con ambos, y los saluda con su mano libre mientras caminan a la esquina a esperar que pase un bondi.
En la garita, ninguno pudo decir nada que no fuera reírse de las boludeces que decía Nahuel que ya estaba en un pedo melancólico.
Cuando el colectivo pasó, porque era lo suficientemente tarde como para que pasara, subieron y Lisandro pasó la sube de Nahuel por los tres, de todas formas se los debía.
Se sentaron en el fondo, con Nahuel entre ambos una vez más, y cuando llegó su parada Cristian tocó el timbre para bajar.
Caminaron llevando a Nahuel nuevamente, y apenas llegaron a la pensión hicieron el silencio necesario para que nadie notara que no habían estado allí en toda la noche.— Un olor tenés culia'o. — se queja Cristian sentando a Nahuel en la cama.
Lisandro se ríe por lo bajo, y le pasa otra ropa para el que estaba en peor estado. Lo cambiaron y acostaron cual niño, y lo siguiente que hicieron fue ignorarse de forma olímpica.
A la mañana siguiente, Nahuel se despertó sin creer ni una sola palabra de lo que sus amigos le contaban de la noche anterior. Él verdaderamente no recordaba haber tomado tanto, mucho menos que Lucas y Gonzalo lo llevaran hasta donde ellos estaban.
Qué vergüenza pensaba el cordobés al saber del papelón qué había hecho, aunque ya no le importó cuando Gonzalo le envió un mensaje preguntándole si estaba bien.
A la tarde, como casi siempre, tenían entrenamiento por lo que algo molesto asistió junto a ese par que notaba algo extraño. Si bien se habían reído contándole las cosas que había dicho, y hecho, estando en pedo, los sentía distantes.
Y ese sentir se fue incrementando con el pasar de las horas, en el entrenamiento cada uno hizo el calentamiento por su lado, cosa que le sorprendió ya que no era lo habitual. Además, cuando tocó la hora del gimnasio, Nahuel quedó en medio en las bicicletas, y cuando hacían pesas, y en la cinta, y en cada actividad que hacían él estaba separándolos porque ellos así lo querían.
No entendía el porqué de esta distancia que habían tomado, pero lo respetaba. Tal vez algo había pasado, o solamente querían un respiro del otro, no solo no lo sabía, sino que no le iba a interesar demasiado hasta esa misma noche.— Bueno, hasta mañana. — saludó Romero tapándose.
— Fua, re mami, ¿desde cuándo te dormís a esta hora? — pregunta Nahuel confundido.
— No rompas, Nahue. — niega el cordobés tapándose, ahora, hasta la cabeza.
— ¿Qué le picó a este? — le pregunta a Lisandro, y el gualeyo alza los hombros mostrando desinterés. — Bueno, no es su día, qué onda. — dice algo indignado ante la falta de charlas antes de irse a dormir.
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𝗨𝗡𝗢 𝗟𝗢𝗦 𝗗𝗢𝗦; 𝗰𝘂𝘁𝗶𝗹𝗶𝗰𝗵𝗮.
Fanfiction" 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗼 𝘃𝗼𝗹𝘃𝗲𝗿 𝗮 𝘀𝗲𝗿 𝗱𝗲 𝗺𝗶, 𝘆𝗮 𝗻𝗼 𝗺𝗲 𝗮𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼 𝗰𝗼́𝗺𝗼 𝗲𝗿𝗮 𝗮𝘆𝗲𝗿 " 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗼𝘀 𝗿𝗲𝘀𝗲𝗿𝘃𝗮𝗱𝗼𝘀.