ml ;;;;;;;; Atiana es la princesa de los elfos del Fuego Solar, es la última en la línea de
sucesión por lo que nunca le había preocupado aprender sobre como reinar.
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Si bien las historias de los xadianos sobre los humanos no eran la gran cosa, luego de lo que creíamos como la destrucción del huevo del príncipe dragón todo empeoró. Atiana recordaba que Janai le contaba como los humanos asesinaban sin escrúpulos, eran seres malignos y era por eso que no habían logrado nacer con una fuente primaria. Siempre lo creí. Siempre creí que los humanos podían ser tan viles como para asesinar un simple huevo.
Y luego lo ví y no lo pude creer.
Frente a mí se encontraba el mismísimo huevo del príncipe dragón, era de un azzul eléctrico con pequeñas manchas de colores, haciéndolo lucir adorable. Mis manos intentaron tocar el huevo pero me detuve al instante, no creía ser merecedora de tal privilegio.
—Esto lo cambia absolutamente todo —dijo Atiana anonadada sin apartar su vista del huevo.
—¿Así que es esto? ¿El huevo del Príncipe Dragón? —preguntó Callum impresionado.
—No puedo creerlo. Si el huevo vive...
—Quizás detenga la guerra —finalizó Callum la oración de la elfa solar. Estos se miraron pero la morena no podía confiar del todo en aquellos humanos.
Rayla, quien se había mantenido en silencio por un largo tiempo, se acercó al huevo y se arrodilló para estar a su altura y lo miró por largo rato.
—Está bien ahí —mencionó Ezran sonriendo—. Puedo sentirlo.
—Pero, ¿cómo? ¿Por qué no lo destruyeron? —seguía preguntando el castaño mayor.
—Porque mi padre lo salvó —exclamó una voz externa haciendo que tanto Atiana como Rayla se pusieran alertas con sus armas en mano.
Delante de ellos se hallaba una chica pálida, de vestimentas oscuras y cabello negro. ¿Su padre salvó al huevo? Se cuestionó Atiana internamente pensando que esa chica estaba loca.
—¡Claudia!
¿Claudia?
—Callum, Ezran, detrás de mí —ordenó la pelinegra a los dos chicos —. Puedo protegerlos de las elfas —amenazó sosteniendo una extraña bola de cristal en una mano y señalando a las elfas con la otra.
—A no ser que tengamos diferentes definiciones de salvar, Claudia, tu padre no lo salvó, lo robó —gruñó Atiana tensando el arco y apuntándole a la maga.
—¡Mentiras!
—Pero, Claudia, ¿por qué está aquí? —interrogó Callum a la chica.
—Mi padre lo tomó para protegernos, Callum. Para que elfos y dragones no lo usaran —dijo Claudia.
—¿De qué hablas? ¿Cómo lo usaríamos —cuestionó Rayla esta vez.
—No se hagan las tontas. Saben que ese huevo es un arma poderosa.
