2: Cry, little boy

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Me encontré mirándome en el reflejo de la vidriera, empañada por la humedad de un día lluvioso en Buenos Aires. Estaba nervioso, de una manera que nunca lo había estado. 

Me preguntaba cómo sería nuestro encuentro, si reconocería su rostro o si me reconocería a mí, si el cariño iba a estar presente o si el caos iba a presentarse desde el primer instante. El Guido que me devolvía la mirada era diferente al de meses atrás, había cambiado por fuera pero sobre todo por dentro.

Las circunstancias atenuantes cambiaron mi vida para siempre y en el afán de verme presentable tomé la tijera volviendo a mi corte rollinga. La reacción de Gastón fue reírse de mí apenas me vió , intentó acomodarme el corte pero fue a peor y más teniendo en cuenta el calor que estaba haciendo últimamente. A pesar de sus burlas su presencia me tranquilizaba, porque nadie te comprende mejor que un hermano mayor en momentos así por lo que le pedí que me ayudara a elegir el regalo perfecto. 

Entramos a la tienda de música y nunca había estado tan indeciso en que llevarle. Miré los cd, los vinilos, las guitarras, los teclados, pero anda parecía lo suficientemente bueno, hasta que Gasti me pasó una púa y vi en sus manos la única cosa que había estado en frente nuestro todo este tiempo.

Ese anillo había estado en nuestra hermandad por muchos años y creí que era la mejor manera de darle la bienvenida a la familia aunque sea demasiado pronto. Fuimos a la joyería donde los mandamos a hacer y tenían disponibles tamaños muy grandes pero creí que aun así le daría uso en algún momento de su vida.

Camino a casa estaba transpirando y no solamente por el verano agobiante, sino también porque sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. Compré girasoles antes de llegar, eran los favoritos de _______ y quería comenzar las cosas con el pie derecho; siempre me llamó la atención como nunca le gustaban las cosas más complejas, siempre veía la belleza en cosas como una simple flor amarilla. 

Cuando estacioné reconocí el auto de Patricio y tuve que respirar hondo antes de bajar. Habían pasado meses y yo no sabía con que situación iba a encontrarme ahí adentro, por lo que di una última mirada al anillo y me armé de valor. Mis piernas me fallaban, me hacían sentir que el corto camino hasta la puerta era eterno, pero mi hermano se adelantó y salió primero.

- Ya te está esperando

- Gracias por buscarla

- Guido, no te vas a encontrar con lo que esperás

- No importa, nada te prepara para esto realmente

- Ya sé, pero es importante que sepas que ella...

- Pato, te agradezco, pero sabés que aunque la extraño no es por eso que vine hasta acá

Me miró con resignación y se despidió. Cuando crucé la entrada el aroma a su perfume me invadió enseguida y por primera vez en mucho tiempo sentí cosquillas en la panza. Estaba de espaldas mirando mis libros, revisando las adquisiones nuevas tan concentrada que no se dio cuenta que estaba ahí. 

Aclaré mi garganta para que me viera y cuando se dio vuelta nuestros ojos se encontraron al instante. Aunque estaba cambiadísima, ya sin flequillo, con su pelo teñido en color rojo vino y una actitud diferente, no dudé un segundo en que la amaba como el primer día. Intenté recordar el diálogo de Shrek para darle las flores, una de esas películas que veíamos juntos hasta cansarnos pero se me adelantó.

- ¿Son para mí?

Asentí con la cabeza. No me salían las palabras, se alejo de mí durante tanto tiempo, sin una señal de nada y de repente estaba en frente mío como si nada.

- Gracias, son hermosas

La besé con muchas ganas pero no fui muy correspondido. Ella se dio cuenta que estaba mudo por completo y me tomó la mano, su tacto era como estar en casa de nuevo a pesar de haber estado ahí esperándola siempre. Nos sentamos en mi sillón y tuve que juntar coraje para hablar.

guilty as sin? Guido Sardelli - Temp. 2 Saga SUPERSTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora