-despedidas y regresos-

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La Sala Común de Gryffindor estaba animada con el bullicio de los estudiantes que se preparaban para regresar a casa por Navidad. El fuego crepitaba en la chimenea, arrojando sombras danzantes sobre las paredes mientras los estudiantes empacaban sus maletas y charlaban emocionados sobre sus planes para las vacaciones. Harry y Gareth Potter, de pie junto a sus maletas, revisaban por última vez sus pertenencias. Ron y Hermione estaban ocupados asegurándose de que no se olvidara nada.

—No puedo creer que ya haya pasado un año —comentó Ron, mientras organizaba su mochila con cuidado—. Parece que fue ayer cuando llegamos a Hogwarts y todo era nuevo para nosotros.

—Sí, ha sido un año lleno de sorpresas —asintió Harry—. Algunas cosas han cambiado mucho desde que llegamos.

Gareth, que estaba organizando su maleta, miró a Harry con una sonrisa un tanto forzada.

—Sinceramente, no estoy muy emocionado por volver a los Dursley —dijo Gareth—. Siempre es complicado estar allí.

—Lo entiendo —dijo Harry—. Pero al menos tenemos el apoyo de los demás durante las vacaciones. Podemos hacernos compañía.

Hermione, que estaba cerca, notó que Gareth parecía un poco desaliñado. Se acercó con una sonrisa cálida y, con un gesto cuidadoso, arregló el cuello de la camisa de Gareth.

—Gareth, tu cuello está un poco torcido —dijo Hermione—. No querrás parecer desaliñado para el viaje.**

—Gracias, Her —dijo Gareth, sorprendido por la atención—. No sé qué haría sin ti

Hermione se sonrojó ligeramente al notar la reacción de Gareth. La cercanía hizo que sintiera una punzada de nerviosismo, pero trató de ocultarlo.

—Solo trato de asegurarme de que todo esté en orden —dijo con un tono nervioso —. Después de todo, somos amigos.*

Ron, observando la interacción, miró a Harry con una sonrisa irónica.

—Parece que hay algo especial entre esos dos —murmuró Ron—. ¿No lo crees?

—Sí, parece que sí —respondió Harry—. Aunque creo que están tratando de no pensar demasiado en ello.

Hermione, al darse cuenta de la conversación, se sonrojó aún más. Sabía que había algo entre Gareth y ella, pero no estaba segura de cómo manejarlo. Decidió que era momento de irse antes de que la situación se volviera incómoda.

—Bueno, chicos, vamos a la estación antes de que el tren se vaya —dijo Hermione—. No quiero perderme la salida.

—¡Sí, vamos! —dijo Harry, tomando a Gareth por el brazo, ya que el azabache más alto parecía una estatua al seguir procesando la cercanía de la castaña, mientras se dirigían hacia la salida de la sala común—. ¡Nos vemos en la estación!

El grupo descendió por las escaleras de la Torre de Gryffindor, el eco de sus pasos resonando en los pasillos de piedra. Al pasar por el Gran Comedor, vieron a otros estudiantes despidiéndose de sus amigos, abrazándose y riendo. La atmósfera estaba cargada de una mezcla de emoción y melancolía. Las festividades navideñas se acercaban, pero también significaba una pausa en la rutina de Hogwarts, un lugar que habían llegado a considerar su segundo hogar.

—Espero que mamá haya hecho su famoso pastel de carne para la cena de Navidad —dijo Ron, animadamente—. Siempre hace suficiente para alimentar a un ejército.

—Seguro que sí, Ron —respondió Harry con una sonrisa—. Tu familia siempre sabe cómo hacer que la Navidad sea especial.

—¿Qué van a hacer ustedes en Navidad? —preguntó Hermione, dirigiéndose a los Potter.

"Rivalidad y Romance: Un Potter y una Granger"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora