El señor Whitman se sorprendió al darse cuenta de que había dejado la formalidad de lado. Era una acción muy propia de él, pero no considerada apropiada frente a ella.
—Disculpe, señorita Bristol —dijo, tosiendo un poco para retomar la compostura—. Me dejé llevar por la conversación. Le deseo buena tarde.
El señor Whitman se apresuró a levantarse, dirigiéndose hacia las puertas de la biblioteca.
—Descuide, señor Whitman —dijo Helena, notando sus actos mientras se levantaba de su asiento—. Espere, por favor. ¿Se dirige a la villa? ¿Podría acompañarlo?
Helena se apresuró para seguirle el paso al señor Whitman, pero antes de que pudiera acercarse, él se detuvo.
—Lo lamento, señorita Bristol —dijo, pero fue interrumpido por Helena.
—Helena, por favor, llámeme Helena.
—Helena, una disculpa, pero me temo que no sería la mejor idea. Además, me dirijo a una reunión con algunos compañeros.
Apenas terminó de hablar, el señor Whitman salió de la biblioteca, dejando a Helena confundida y un poco decepcionada.
Helena se quedó quieta por un momento, procesando lo ocurrido. La manera en que el señor Whitman había recuperado su formalidad tan rápidamente la dejó intrigada. Había sentido una conexión genuina durante su conversación, pero ahora, al verlo alejarse, no podía evitar preguntarse si él también lo había sentido.
Su mente giraba en torno a la misteriosa mezcla de emociones que había experimentado. La sinceridad en la voz del señor Whitman, su mirada intensa y la forma en que se había abierto a ella la habían tocado de una manera que no podía describir completamente. Helena, con su juventud y una curiosidad ardiente, sentía que había algo más bajo la superficie, algo que merecía ser explorado.
Decidida a no dejar que la incertidumbre la desanimara, Helena salió de la biblioteca y se dirigió hacia la villa. El camino estaba bordeado por árboles, y el suave murmullo del viento entre las hojas le ofrecía un consuelo inesperado. A medida que avanzaba, su mente volvía una y otra vez a las palabras y gestos del señor Whitman.
Al llegar a la villa, Helena se detuvo en la entrada, observando a los acaudalados huéspedes que iban y venían. Entre ellos, buscó sin éxito la figura del señor Whitman. Finalmente, se decidió a entrar y buscarlo.
Dentro, El vestíbulo de la villa estaba animado con la conversación y la risa de las personas. Helena caminó lentamente, observando a su alrededor, y finalmente lo vio al otro lado de la sala, hablando con un grupo de hombres. Parecía relajado y en su elemento, pero algo en su expresión cambió cuando sus ojos se encontraron con los de Helena.
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Summer Wine
RomanceUn verano en Capri Un Verano para descubrir Un verano para amar Un verano para Elena