TSUKISHIMA

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10 años

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10 años

Estaba en casa, sentado en el sofá junto a mi hermano Akiteru, disfrutando de una película. La tarde estaba tranquila y todo parecía normal hasta que, de repente, la imagen en la pantalla comenzó a parpadear y la señal se cortó. Solo quedaba estática, un ruido blanco y molesto que me hizo fruncir el ceño.

—¿Qué pasa con la televisión?— se quejó Akiteru, dándole unos golpecitos a la pantalla como si eso pudiera arreglar el problema.

Me levanté del sofá, me puse las pantuflas y me dirigí a buscar a mi padre. Lo encontré en el comedor, sentado frente a una mesa llena de papeles y con el celular en la mano. Parecía estar muy concentrado, pero al verme, levantó la vista.

—¿Qué haces aquí?

—La señal se cortó— le dije señalando la televisión en la sala.

Mi padre frunció el ceño y dejó escapar un suspiro— Parece que estaremos unos días sin televisión. No pagué a tiempo la cuota, así que nos cancelaron los canales.

—¿Puedo hacer algo para ayudar?

Mi padre se levantó de la silla y colocó sus manos en mis hombros. Sus dedos estaban fríos, y su mirada no era tan amable como solía ser.

—No, Tsukishima, no puedes hacer nada. Déjalo en manos de tu madre y mías.

—Pero mamá trabaja mucho. No quiero que se preocupen más.

—Todo estará bien.

En ese momento, la luz de la casa se apagó de repente. El cuarto se sumió en la penumbra, y escuché a mi padre maldecir por lo bajo. Agarró su celular con más urgencia y salió de la habitación, dirigiéndose a la puerta de la habitación de mis padres. Allí, a través de la puerta cerrada, pude oír su voz alzándose en tono enojado.

—¿Por qué me cortaron la luz tan pronto?— gritó— ¡No puedo creerlo! Esto es un desastre.

La desesperación en su voz era palpable. Yo me quedé ahí parado, con una sensación de incomodidad creciente. La casa estaba en silencio, salvo por los murmullos de mi padre al teléfono y el zumbido de la estática en la televisión. Sentía que todo se desmoronaba a mi alrededor, y me preocupaba aún más por la carga que esto podía representar para mi madre, que ya tenía suficiente con el trabajo.

Me senté de nuevo en el sofá, tratando de procesar la situación. Miré a Akiteru, que estaba sentado junto a mí con una expresión de confusión. Sabía que no podía hacer mucho, pero el sentimiento de impotencia me pesaba.

Partners in crime (precuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora