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Casi automáticamente Keith se acercó ligeramente a la salida del marco de la puerta. Miró a un lado, al otro. Nadie, no había nadie alrededor. Eso significaba que no era ningún tipo de broma.

Regresó su mirada a Lance. Ahí estaban, esos ojos tristes otra vez. Brillando más que nunca ante la luz artificial de su habitación.

Claro. — dijo Keith, sin más, haciéndose a un lado con el objetivo de darle espacio para entrar.

Lance entró y se apoyó en la pared más cercana, mirando a su alrededor. Realmente todos los cuartos eran el mismo, pero, a diferencia de Keith, él había personalizado el suyo con un set de videojuegos y unas cuantas fotos.

Silencio.

Y, para Keith, otra vez esos ojos tristes, perdidos en sus pensamientos

— Oye, Lance ¿Estás bien? — habló Keith, cerrando la puerta tras suyo y tomando asiento en su cama.

...

— ¿Lance?

—¿No extrañas la Tierra a veces, Keith? —preguntó Lance, volviendo ligeramente la cabeza para entablar contacto visual con el paladín rojo.

Keith, capturando la mirada de Lance, se apartó un poco de la cama, indicando sin palabras que Lance podía tomar asiento a su lado.

—Sabes que, a diferencia tuya, no he dejado mucho atrás —respondió Keith con una voz tranquila, pero firme.

Lance se sentó junto a él, sintiendo una mezcla de gratitud y vergüenza por haber traído a colación el tema.

—Claro... —murmuró Lance, bajando la mirada—. Perdona, fue un poco, erm, desconsiderado. No tienes que escuchar mi cháchara.

Keith le dedicó una leve sonrisa, dejando claro que no le importaba en absoluto que Lance siguiera hablando.

—No, está bien... —aseguró Keith—. No me importa si me hablas de tu casa... sé cuánto la extrañas. Todos lo sabemos.

Lance suspiró, su voz cargada de una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

—Soy ridículo, ¿no? Como paladín se supone que debería ser más fuerte.

Keith frunció el ceño ligeramente, molesto por la autocrítica de su amigo.

—No, eso no es cierto —replicó con firmeza—. No eres ridículo por echar de menos tu hogar. Tienes una vida en la Tierra, una familia... —se detuvo un momento, el peso de sus palabras colgando en el aire—. Además, ser vulnerable no te hace débil, para nada.

"No debes fingir ser fuerte, Lance."

— Gracias, Samurái. Disculpa por venir a estas horas para este tipo de problemas.

Keith negó con la cabeza, sus ojos brillando con sinceridad.

— No hay de qué agradecer. Es más, no te disculpes. Estoy para ti, Lance. - Dijo, ofreciéndoles una cálida sonrisa.

Lance asintió, dejando que el confort de la presencia de Keith calmara su inquieto corazón. Aunque no lo dijo en voz alta, pensó para sí mismo: "Lo sé".

El silencio se instaló cómodamente entre ellos, pero no era incómodo; era el tipo de silencio que se compartía entre amigos que entendían el dolor del otro sin necesidad de palabras. Lance respiró hondo, dejándose llevar por la sensación de alivio que le brindaba la presencia de Keith.

— A veces pienso en las pequeñas cosas — dijo Lance, rompiendo el silencio con una voz suave—. Como el sonido de la lluvia golpeando las ventanas, el olor de la hierba recién cortada... cosas que nunca pensé que extrañaría tanto. Cosas que dejé por el sueño de ser piloto. Recuerdo que solía quejarme de las labores en la granja, de las llamadas constantes de mi mamá. Ahora daría cualquier cosa por experimentar esas molestias otra vez.

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⏰ Última actualización: Aug 07 ⏰

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"¿Tenías que ser tú?" (Klance)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora